Capitulo 23

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Aullidos de amor

Hinata se apoyó contra un tronco grueso mientras mantenía el teléfono contra su oído. No escuchaba muy bien a Naruto, la señal no era la mejor mientras corría por el oscuro bosque. Se sintió demasiado expuesta mientras buscaba frenéticamente con la mirada a la creatura que ella estaba segura que le seguía.

—¿Hinata? ¿Dónde estás? Estoy yendo hacia allí.

Una parte de ella quiso llorar apenas escuchó la voz de Naruto cuando le contesto el teléfono. Pero estaba demasiado agitada, demasiado asustada para sentirse segura aún.

— Estoy... estoy— ella tenía la respiración agitada por tanto correr. No había gritado con miedo a llevar a la creatura directo hacia ella, pero mantuvo su voz baja mientras intentaba recuperar la respiración—. Estoy en el bosque—, contestó mirando nuevamente a la oscuridad del bosque y comenzando a moverse otra vez.

—¿Que?— Naruto sonaba furioso— Pero qué...

— No puedo hablar mucho, me está siguiendo— ella jadeó cuando casi se cae al suelo por sus pantuflas.

—¿Quién?— la voz de Naruto se profundizó, casi sonando como un gruñido animal.

— No lo sé —, respiró y casi gritó de frustración mientras se detenía en otro árbol para tomar aire.

Sus costillas dolían, parecía que había corrido por horas, pero no sabía decir a cuánto estaba de la cabaña. Ella dió un grito ahogado cuando algo gruñó, pero no vino de la dirección de dónde venía, sino del camino frente a ella.

—Hi.. yo.. No de... la..

Hinata se apoyó contra el tronco del árbol y observó su teléfono con el ceño fruncido. Sus manos temblaban tanto que apenas notó que la antena de la señal a penas tenía una línea.

—Naruto, no te escucho— susurró frenéticamente.

Apoyó su espalda en el árbol y dejó que sus piernas cedieran mientras dejaba caer su trasero al húmedo suelo. Notó entonces, que sus piernas se golpeaban entre si por los espasmos de terror que tenía, sumando al golpe duro en su pecho de su corazón. Tragó con fuerza cuando se dió cuenta que la llamada se había cortado por su falta de conección.

Apretó el aparato inservible contra su pecho y miró frenéticamente la oscuridad que le rodeaba. ¿Podría ser que una manada de lobos la estuviera siguiendo? ¿Qué debía hacer?

Ella busco frenéticamente en su cerebro qué debía hacer. Miró hacia arriba de ella y rezó para que la única idea que le surgió sirviera.

Se levantó en sus piernas tambaleantes, ayudándose con sus manos e intentó alcarzar la rama más baja. Sus movimientos se volvieron más torpes cuando escuchó un aullido cercano de una dirección y saltó más alto mientras otro aullido se escuchó de otra dirección.

Gritó de miedo y alegría cuando sus manos atraparon la rama, la tosca textura raspando sus palmas mientras tomaba toda su fuerza y desesperación mantenerse allí con los pies colgando. Ella nunca había sido buena con la fuerza bruta, ni con los malditos deportes. Pero la desesperación le dió la fuerza para balancearse un poco y lograr subir un poco para apoyar la parte baja de sus bíceps en la rama y subir unos centímetros más.

Su cabeza giró bruscamente cuando escuchó un crujido y sus ojos se abrieron de par al par al ver unos ojos brillantes en medio de la oscuridad espesa. La adrenalina tomó control de su cuerpo y sus pies comenzaron a agitarse para intentar subir más en la rama.

— Carajo—, murmuró cuando su pantalón pijama se enganchó en algo de la rama.

Hizo una mueca cuando sintió que su piel se raspaba, pero estaba subiendo mientras los brillantes ojos permanecían allí. Hinata miraba furtivamente a esos ojos, intentando saber si vendría a ella o qué diablos estaba pasando.

Cuando estaba abrazada a la rama, con sus brazos fuertemente agarrados y sóla una pierna enganchada, pegó un pequeño chillo al escuchar un gruñido de la otra dirección. No miró, simplemente se movió más rápido para pasar la pierna y quedar completamente sobre la rama, abrazada a ella.

¿Los lobos podían saltar hasta esa altura?

Hinata miró al suelo, notando su teléfono allí. No estaba muy lejos del sueño, y probablemente los animales salvajes podrían alcanzarla si eran lo suficientemente inteligentes. Ella párpado las lágrimas atrás cuando vió la pantalla prender y apagar con una llamada entrante. Parecía una burla el nombre que mostraba: "Naruto Uzumaki".

Ella escuchó más movimiento a su alrededor, pero no miró, temerosa de que lo que vea la llevará a un ataque de pánico y le hiciera caer de la rama. Tomó toda su fuerza de voluntad para sentarse lentamente en la rama y observar hacia arriba. Si quería sobrevivir, debía subir más, a un lugar donde los lobos no pudieran saltar. Mantuvo sus piernas pegadas a la rama mientras se arrastraba a la parte más gruesa, buscando un lugar donde la sostendría si ella se paraba en la rama. Sus ojos clavados en las estrías de la rama, estaba tan atenta a los sonidos y respiraciones de la manada que la había encontrado, que notó cuando su teléfono dejó de vibrar. Pero no desvío la mirada, debía moverse o los lobos la comerían, por más rápido que Naruto se moviera, probablemente él no llegaría a tiempo.

Llegó hasta el tronco, justo cuando un gruñido aterrador sonó bajo ella, pero Hinata no miró. No lo haría. El olor fuerte y desagradable llenó sus sentidos, y comenzó a respirar por la boca intentando no dejarse ganar por las náuseas. No supo cómo lo hizo, pero se levantó en la rama, sus piernas a penas estables, y miró hacia arriba.

Debía saltar de nuevo.

Su respiración eran jadeos duros, pero estaba motivada para seguir viviendo. Se preparó mentalmente para el salto, dandose unos latidos de corazón para asegurarse que lo lograría. Preparó sus brazos y comenzó a flexionar un poco sus piernas para hacerlo. Pero...

— Tch, tch.. preciosa. Te lastimaras si lo haces..

Hinata jadeó y se abrazó al tronco para evitar caer y su cabeza bajó para mirara fijamente quién había hablado. Sus ojos se abrieron de par en par para ver un hombre parado allí, pero eso no la asustó.

No.

Su rostro no era humano, o por lo menos, no completamente. Largo cabellos tenía por casi todo el rostro, la mitad de su rostro parecía alargado, estaba a medio camino de ser un hocico. Y cuando sonrió, mostró largos colmillos.

Ella se quedó sin aire muestras lo observaba. Él tomó una profunda respiración y luego gruñó. Su sonrisa transformándose en algo aterrador, parecía muy cabreado. Hinata lo miró mientras la mano de él se apoyaba en el tronco. Ella pudo escuchar como sus largas garras se clavaban en la dura madera mientras la miraba como si quisiera matarla.

Ella podría haber esquivado lobos salvajes. ¿Pero esas criaturas? Hinata quiso llorar cuando vió su boca larga y peluda vibrar con un gruñido sobrenatural. Sus ojos se abrieron y gritó aterrada cuando él tiró su cabeza hacia atrás, aullando con furia. Sus latidos resonaban en sus oídos lastimados por su terrible sonido. Estaba tan temerosa, que no pudo taparse las orejas, no podía moverse. Pero casi cae de la rama cuando más aullidos se escucharon.

Hinata giró la cabeza, sus ojos tan grandes y redondos, llenos de terror al ver más de ellos salir de las sombras.

Rodeándola.

Continuará

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Continuará...

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