Capítulo 10

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🌙 Aullidos de Amor 🌙

🌙 Aullidos de Amor 🌙

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Capítulo 10

Tres semanas después

Hinata miró la maleta repleta y frunció el ceño. No había forma que cerrará.

- Mmm, creo que deberías comprar una maleta más.

Se volvió algo asustada, aunque había reconocido la voz de su madre. Sonrió al verla en el marco de la puerta, observando la maleta sobre su cama.

- No, voy a pedirle prestada la suya a Hanabi. No creo que le moleste.

Su madre hizo una mueca.

- Ya conoces a Hanabi. No le gusta que toquen sus cosas.

Hinata le quitó importancia con un ademán y comenzó a sacar cosas de su maleta. Más que nada ropa y los dos zapatos que había comprado, ya que uno de ellos era una bota que llegaba hasta abajo de sus rodillas pero tenía una excelente suela para el suelo del bosque. Había comprado ropa de abrigo, y también mucho repelente. Su madre le había dicho que los bichos no la dejarían tranquila ni siquiera en invierno.

Su madre caminó adentro de su habitación y se sentó a un lado de su cama y tomó una camiseta color rosa pastel. Ella comenzó a doblarla de esa manera extraña que jamás había aprendido que ocupaba mucho menos espacio en la maleta.

- Si tu forma de acomodar es hacer un bollo a toda tu ropa, necesitarás muchas maletas-, le regañó suavemente mientras dejaba la camiseta y tomaba un pantalón.

Hinata apoyó sus manos en las caderas y observó a su madre. Ella era aún joven y bonita, pero no se había vuelto a casar después de la repentina muerte de su padre. Hinata recordaba a su padre, pero ella dudaba mucho que su madre hubiera estado enamorada de él. Lo recordaba como un hombre distante y frío, él había vivido para los negocios. Su padre había trabajado como corredor. Había hecho mucho dinero, como Hinata, pero a ella terminó aburriendole el trabajo. No era para ella.

A diferencia de Hanabi, que amaba ser abogada. Era la mujer más frontal que conocía, su hermana. Una mujer feroz que estaba acostumbrada a hacer frente a cualquiera, hombre o mujer, para defender a su cliente. Su hermana menor trabaja en una firma de abogados muy prestigiosa y tenía derecho de admisión. Ella elegía los casos, y, aunque aún era joven, ya había subido lo suficiente para hacer unos trabajos a probono.

Ambas mujeres estaban bien económicamente, pero su madre no quería que le dieran dinero, por más que ellas insistían. Hinata intentó duro convencer a su madre de no alquilar la casa de su buelo en esas tres semanas. Pero ella era testaruda, una cualidad que habían heredado ambas hermanas. Entonces la convenció para que se lo alquilará a ella por un año. Ella pagaría las reparaciones de la cabaña y viviría allí por un año, para que su madre no pusiera ni un centavo.

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