Capitulo 35

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🌙 Aullidos de Amor 🌙

El tiempo pareció detenerse mientras Naruto miraba fijamente a la razón de su angustia. Su lobo aulló de felicidad, aunque él permaneció tenso ya que si las miradas matarán, ambos, Sara y él, habrían caído al suelo en ese instante.

La necesidad de separarse de la niña fue demasiado fuerte para evitarla, se alejó de su contacto como si quemara.

— Hinata..—, murmuró suavemente.

Naruto no desvió la mirada de la hembra que tanto necesitaba, pero supo que Sara se volvió para ver a Hinata. No culpó cuando la niña dió un leve paso hacia atrás y al costado, escondiéndose prácticamente a su espalda. Probablemente, si él estuviera en su lugar, y sin los instintos que tenían los de su especie, se habría escondido también. La mirada de Hinata se había oscurecido y parecía algo fuera de sí mientras miraba fijamente a Sara a su espalda.

Naruto volvió a escuchar ese gruñido suave. A pesar de la oscuridad, vió como los dedos de Hinata se abrían y cerraban a sus costados.

— Lo siento, Sara —, dijo sin separar la mirada de Hinata —. No puedo acompañarte.

— Pero ..—, murmuró la chica.

Él tragó saliva cuando el gruñido de Hinata se escuchó más fuerte.

— No hay nada que decir, Sara. Por favor vete. Jamás pasará —, le dijo sin apartar la mirada de su hembra. Sabía que había usado su voz de mandó y a pesar que ella no estaba pegada a su espalda, pudo sentir su temblor.

Sara balbuceó algo incomprensible y corrió a otra dirección. Cuando los pasos de la chica casi ya no se escuchaban, la mirada salvaje de Hinata volvió a él. Ella no hizo ademán de acercarse, parecía una hermosa escultura de la mujer de sus sueños.

Una muy enojada, debía admitir.

Naruto se quedó en su sitio, esperando saber que estaba haciendo ella allí. Inhaló, buscando el aroma de la hembra que se había convertido en la sombra de Hinata, pero no pudo captarla cerca. Anhelaba acercarse a ella, tocarla, sentirla y hacer tantas cosas.. pero permaneció quieto.

Parecía que había pasado una eternidad, pero probablemente sólo habían sido unos segundos hasta que Hinata finalmente se movió. Ella dió un paso hacia él, luego otro y otro hasta que estaba casi pegada a su frente. Tuvo que bajar su cabeza para seguir observando sus ojos, sin ganas de escapar de su mirada intensa. Ella levantó su labio inferior, mostrando sus dientes caninos levemente más marcados y gruñó desde su garganta. Este sonido era diferente e hizo que en su cuerpo reventara la piel de gallina.

Hinata no separó su mirada de él mientras inhalaba con sus fosas nasales y volvió a hacer un ruido suave. Él respondió con un leve gemido, no sólo por lo que representaba su gruñido, sino también por el olor que emanaba de ella. Quería tocarla más que su próxima respiración, pero se mantuvo en su lugar, como una estatua viviente. Lleno de tensión sexual. Ella volvió a hacer ese sonido que hacia su sangre correr como lava por sus venas y acercó su rostro a su tórax.

Un ruido ahogado se escapó de sus labio cuando ella uso su rostro para acariciar su pecho. De la boca de Hinata salió un leve gemido y volvió a levantar la mirada hacia él. Naruto prácticamente se quedó sin respiración al ver la necesidad y un poco de vulnerabilidad en sus ojos.

Ya no pudo contenerse.

Extendió la mano, tomando su brazo y comenzó a caminar rápidamente, llevando a ambos hacia su casa.

¿Cómo llegó a su habitación? No lo sabía, pero todo se fue de foco cuando la puerta de su casa se cerró dejándolos a dos solos.

Hinata saltó sobre él, atacando su boca y conquistando con su lengua. Naruto gimió y gruñó mientras profundizaba el beso. Una de sus manos se cerró en su cabello e hizo un puño de él para mantenerla en su lugar, mientras las piernas de Hinata abrazaban sus caderas. Sus piernas se movieron por si solas, gruñó con un poco de dolor cuando su rodilla golpeó el borde de la cama. Pero se giró y se dejó caer sobre el mullido colchón, mientras Hinata peleaba con su ropa, para arrancarla de su cuerpo.

Su corazón latía con locura, mandando sangre extra a su miembro inferior, estaba tan duro que dolía y necesitaba con desesperación sentir a Hinata de nuevo, con todo su cuerpo. Él no tenía paciencia, simplemente rajó cada ropa que estuvo en su camino, y prontos tenía una Hinata semidesnuda sobre él. Gruñó contra los labios femeninos cuando los colmillos de Hinata rasparon los suyos, no le importaba.

Giró en la cama, dejándola bajó él y se encargó de sacarse lo que quedaba de su ropa con salvajismo. No temía asustar a Hinata, ella parecía igual de necesitada que él en ese momento. Él salió de la cama para sacarse las zapatillas, y cuando volvió hacia la cama, Hinata sonrió y se giró presentando su trasero a él.

— Follame—, gruñó suavemente ella.

Naruto gruñó al ver su pálido trasero frente a él, Hinata abrió un poco más sus piernas, exponiendo su raja mojada a su vista. Su boca se hizo agua, y aunque su polla estaba dura y lista, él tenía otra necesidad antes de penetrarla. Apretó los dedos en sus mejillas y bajó su cuerpo hasta que tuvo su boca en el lugar perfecto y fue a su clítoris sin piedad. Necesitaba sentirla en su lengua, tener ese nectar en sus papilas gustativas una vez más.

El sabor le hizo gruñir, y Hinata gimió por las vibraciones. Él no fue suave, chupando y saboreando sus fluidos como si su coño fuera la primera comida que probaba en años. Usó sus pulgares para abrir más sus labios algo hinchados y chupo más duro. Ella gritó con el climax y él hundió su lengua en su interior, probando ese sabor que había inhalado.

Perdió la cabeza.

Se alzó en sus rodillas, apretando los dedos en la carne blanca de Hinata y encajando la cabeza de su polla en su entrada hinchada y mojada. Se sumergió con un movimiento lento, pero fluido, gruñendo cuando el interior de Hinata se apretó a su alrededor.

— Luna...—, gimió con voz cruda cuando el coño de ella parecía más apretado y caliente de lo que recordaba.

Hinata gimió, moviendo su trasero para que comenzará a follarla. Él había querido ser más delicado, pero no pudo. Salió de ella, observando como su polla dura como una roca y más oscura que su pálida piel la dejaba, y luego se sumergió en una fuerte estocada que provocó que ambos gruñeran.

Fue como si tirará un fósforo a una fuente de combustible. Gruñidos animales llenaron la habitación como un canto, el golpe de las carnes era la cortina musical.

Él podría haber sido más amable, tal vez un poco más cariñoso... si Hinata no hubiera estado en celo.

Continuará

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Continuará...

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