Capítulo 8

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🌙 Aullidos de Amor 🌙

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Capítulo 8

Naruto se mantuvo relajado mientras observaba a Hinata aún en el sillón, pero no era ese el caso en su interior.

Su sangre rugía en sus oídos y todo quería ir a una sola dirección. Su lobo gruñía en su interior, ansioso por ese exquisita esencia que le llegaba. Sabía lo que era... Sabía lo dulce y espesa que sería en su lengua. Gruñó para sus adentros mientras sus dedos se apretaban en la toalla blanca. Apretó cada uno de sus músculos para no saltar sobre la muchacha mojada en el sillón. La lucha que tenía en ese momento para que su miembro no se endureciera era más feroz de la que había tenido con los cuatro motoqueros hacia sólo unos minutos.

Hinata empezó a moverse, levantándose del sillón y dándole una mirada que sólo hacia que su cuerpo se pusiera más duro, literalmente. No podía dejar de ver sus curvas, cada una de ellas marcada por su ropa mojada. Aún recordaba lo suave que se había sentido cuando la apretó en su pecho y lo pequeña que había parecido en sus brazos. También lo indefensa que parecía inconsciente, pero sabía lo salvaje que podía ser despierta.

Hinata era una constante cambiante, y eso que sólo la había visto dos veces. Lo fascinaba.

Intentó duro no mirar entre sus piernas mientras se acercaba, esa esencia exquisita cada vez más cerca y fuerte. Apretó la mandíbula cuando sus colmillos quisieron salir con un gruñido. Era tanto el esfuerzo que estaba haciendo, que empezó a temblar un poco.

Hinata al fin tomó la toalla, pero sus dedos se negaban a dejar la tela. Ella levantó sus ojos de luna hacia su rostro, parecía tan tímida y pequeña. Pero era sólo apariencia, porque también podía oler y ver en el fondo de sus ojos la pasión.

Naruto tragó saliva.

Él jamás se había enredado con un cliente, no era algo profesional. Pero moriría por probar a Hinata.

Se obligó a soltar la tela blanca mientras la observaba de pies a cabeza. Imagines de poseerla pasaron por su cabeza. ¿Cómo se sentiría tener esos muelles muslos a cada lado de sus mejillas, apretando su rostro, mientras él se daba un manjar con su coño? ¿Cómo se sentiría las uñas de ella en su espalda mientras arremetía entre sus piernas? ¿Qué ruidos haría mientras él la llevaba a su límite una y otra vez?

Notó la respiración agitada de la muchacha, sólo allí se dió cuenta que su propia respiración la imitaba. Él dió un paso más cerca sin ser consciente de lo que hacía, siendo guiado por su esencia de mujer. Pero se detuvo a tiempo.

— Debería sacarse esa ropa, señorita Hyūga—, casi gruñó. Apretó los labios cuando su lobo casi gimió en su interior con la idea de ayudarle a sacar cada prenda mojada—. Podría enfermar—, dijo en cambio.

Hinata parpadeó, como si hubiera salido de un sueño. Él notó como ella apretaba la toalla más grande en su frente, como si lo usara como un escudo contra él. Naruto apretó los puños en su costado cuando la vio temblar con un escalofrío. Su rostro se volvió algo rosa cuando se mordió el labio y luego volvió a mirarlo.

— Debería ir a su casa, señor Uzumaki. Podemos hablar del trabajo mañana temprano—. Ella respiró profundamente y pareció relajarse un poco, porque le dió una sonrisa—. Está empapado y temblando un poco. Es invierno y por más buenos genes que tenga, podría enfermar.

Naruto se tragó decir que estaba temblando de deseo por ella y nada tenía que ver el frío. Ni siquiera tenía que ver la época de celo, porque no estaban tan cerca como para que él reaccionará así a su cuerpo.

Hinata volvió a sonreírle y él se mojó los labios secos. Su miembro estaba duro en sus pantalones y agradecía que ella no bajará la mirada. No podía saber cómo explicar ese bulto en sus pantalones si ella lo veía. No quería irse, pero sabía que era peligroso tener a Hinata sola cerca de él. Abrió y cerró sus dedos en puños, cada parte de su cuerpo anhelaba sentirla, pero Hinata era prohibida.

Su lobo gruñó con la idea, pero Naruto era inteligente. Hinata era una cliente, que no se quedaría en el pueblo. Una chica problemática, con una gran boca y lista para defender a cualquiera. Una mujer de ciudad, delicada e ignorante de la diversidad que había en el mundo. Ella se volvería loca si sabía que su interior había un enorme lobo, que ni siquiera se parecía a un lobo normal. Si Hinata se había desmayado por sólo verlo pelear, no quería saber su reacción si alguna vez veía a su lobo.

—¿A qué hora le gustaría que viniera?— preguntó al final, seguro que era lo más razonable dejar la charla para otro momento.

Hinata pareció relajarse más, como si estuviera aliviada.

—¿Qué le parece si yo voy a su oficina? ¿A qué hora abre?

— A las 6 am.

—¿¡6 am!?— casi chilló.

Naruto sonrió de lado, la mujer le hacía reír.

—¿Es muy temprano para usted?

Hinata alzó una ceja, pareció olvidarse de su ropa mojada y la exposición, porque puso las toallas bajo su brazo y colocó la mano en la cadera.

—No, claro que no. Pero generalmente a esa hora estoy saliendo para ir a trabajar. ¿Usted vive muy lejos de aquí? No lo creo.

— Vivo sobre el local—, contestó con una ceja alzada.

—Oh, eso explica muchas cosas. De acuerdo, estaré a las 6 am. Hablaremos sobre los arreglos y empezaremos mañana mismo.

—¿Empezaremos?— preguntó algo confundido.

— Lo discutiremos mañana, ¿bien?

Naruto asintió mientras su mirada bajaba sin su consentimiento hacia sus pechos. Sus pezones estaban duros y puntiagudos contra su suéter blanco. Se mojó los labios y se giró cuando su miembro palpitó, dándole la espalda.

— Lo hablaremos mañana, señorita Hyūga—, gruñó y dió unos pasos hacia la puerta.

La sintió en su espalda y abrió la puerta, se movió al pasillo y se volvió un poco para decirle adiós. No pudo evitar sonreír cuando la cazó mirando su trasero con deseo.

— Que pase una bonita noche, señorita Hyūga—, dijo con voz espesa de deseo.

Hinata se apoyó en el marco de la puerta y le sonrió con mejillas rojas.

— Igualmente, señor Uzumaki.

— No se meta en problemas— dijo con un asentimiento mientras ella cerraba la puerta lentamente.

Hinata se detuvo un segundo y luego soltó una carcajada musical.

— Lo intentaré—, prometió, para terminar de cerrar la puerta.

Naruto se quedó allí por unos minutos, intentando controlar sus deseos de volver y abrir la puerta y tomar a Hinata. Sus uñas crecieron un poco, y sus colmillos salieron de sus encías, pero controló la situación a los pocos minutos.

Hinata era más paligrosa de que lo había pensado.

Hinata era más paligrosa de que lo había pensado

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Continuará...

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