Capítulo 11

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-Draco... — susurró Emily acercándose temerosamente.

A penas pudo dar un par de pasos antes de que el rubio se girara hacia ella con la varita en la mano, cosa que hizo que la chica se pusiera aún más nerviosa.

-Márchate. — le ordenó él fieramente al reconocerla parada frente a él con la inseguridad grabada en sus ojos.

-No voy a irme. Sé lo que te ocurre. Sé cuál es tu problema y solo quiero ayudarte. — añadió casi con ternura mientras avanzaba hacia él.

-Ya te dije una vez que me olvidaras. No pienso repetírtelo por las buenas de nuevo. Así que si sabes lo que te conviene saldrás de aquí ahora mismo.

Emily no se había detenido ante la rudeza de sus palabras. No veía a Draco capaz de hacerle daño, y ahora solo los separaba unos pocos pasos.

-Lo he visto, Draco. Sé lo de la... marca. — dijo susurrando.

Cuando el rubio la escuchó, levantó la varita hacia ella amenazadoramente a la vez que empalidecía más.

-Te advertí que no me siguieras y tú me has estado espiando. No sabes en el lío en el que estás metida. Deberías temerme...

-Venga, atácame. — le interrumpió Emily sin dejarle que acabara la frase y se acercó hasta clavarse ella la misma la varita del chico en su propio cuello. No le tenía miedo. — Sé que eres un mortífago. Si de verdad piensas que voy a decir algo, hechízame para que no lo haga. Atácame si de verdad desconfías de mí.

Draco mantuvo el contacto visual con Emily fulminándola con la mirada y esperando a que ella se alejara, pero no lo hizo. Draco notaba su varita en la hundida en la suave piel de la chica y, tras unos segundos, la bajó y se separó de la castaña pasándose la mano por el pelo sin saber qué hacer ahora.

No, no podía dañarla. Pero tampoco podía permitir que nadie supiera que había hecho su iniciación como mortífago. Le habían dejado bien claro lo que tenía que hacer y si fallaba las consecuencias serían muy malas y no solo para él.

-Draco, solo quiero ayudarte. — añadió Emily volviendo a acercarse hacia el chico. Tenía que insistir si de verdad quería hacer algo por él.

-¿Ayudarme? — inquirió el chico y luego soltó una pequeña risa irónica. — ¿Crees acaso que puedes cambiar algo? Tú no puedes hacer nada. No necesito tu estúpida ayuda. Si de verdad quieres ayudarme márchate por esa puerta y no vuelvas a molestarme nunca más. Olvídame como deberías haber hecho hace años.

Emily ser armó de valor y pasó sus brazos por la espalda del chico aprovechando que le estaba dando la espalda y abrazándolo cariñosamente.

-Sé que no eres así. Puedes contarme lo que te pasa, confía en mí. — le susurró con ternura, pero Draco no se lo tomó nada bien ya que la apartó de su lado bruscamente y la encaró con rabia.

-¡¿Quieres saber todo lo que me pasa?! — gritó él acercándose hacia ella mucho más furioso que antes y haciéndole retroceder hacia la pared del baño. - ¿Quieres hacer una obra de caridad conmigo? ¿Qué te cuente todo lo que me ocurre para creerte mejor persona?

Draco había avanzado hasta hacerla chocar contra la pared aprisionándola con su cuerpo.

-¡No! — dijo Emily mirándolo directamente a los ojos. — ¡Ya sabes por qué te quiero ayudar! ¡Quiero conocer al verdadero Draco Malfoy y no al chico que aparentas ser!

-¡Pero es que yo soy así! - gritó lleno de rabia. - No puedes cambiarme, no existe ningún otro Draco oculto. Lo único que haces es perder el tiempo por algo con lo que no se puede hacer absolutamente nada. ¡A caso no ves que soy un jodido mortífago!

Quiero ayudarte | Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora