Quiero ayudarte | Draco Malfoy

Capítulo 20

El primer Crucio fue el más doloroso; quizás porque iba con más rabia o quizás porque nunca antes había sentido un dolor que se pudiera comparar con este. Una corriente eléctrica recorrió toda su espalda llegándole a doler incluso en los huesos justo cuando el hechizo impactó contra ella.

Emily a penas tenía fuerzas para gritar, de su garganta solo salían agudos ruidos que aumentaban de tonos conforme seguía el crucio. La chica no tenía ni idea de cuánto tiempo estuvo tirada en el suelo soportando el dolor, ni si había sido un solo Crucio o si habían sido más. Tampoco recordaba cuándo se había marchado el mortífago dejándola allí tirada respirando pesadamente. Únicamente, cuando su cuerpo volvió a reaccionar, se levantó dificultosamente e intentó marcharse hacia su sala común con la vista borrosa por las lágrimas.

Sin embargo, desde las mazmorras hasta la sala común de Gryffindor había un buen trozo que ahora Emily no era capaz de recorrer; por lo que se resignó a sentarse en el suelo apoyando la espalda contra la pared para descansar. Desafortunadamente, el pasillo estaba desierto ya que todos los alumnos debían estar en clase y nadie podía ayudar a la chica.

-¿Te encuentras bien? – preguntó una voz en frente de ella.                                                                        

-Sí. – mintió sin si quiera mirar a la persona que le había hablado.                                                                     
A pesar de la respuesta, el desconocido se puso de cuclillas quedando a la altura de la chica y ella levantó el rostro para mirar a aquel alumno, sorprendiéndose bastante cuando al ver la piel oscura que había visto un rato antes. Blaise Zabini se quedó observándola con pena durante unos segundos. Seguramente la castaña llevaría los ojos rojos de llorar y el rostro demasiado pálido.                          

-¿Los hermanos Carrow? – preguntó el Slytherin aunque ya intuía la respuesta antes de que Emily asintiera levemente. - ¿Qué te han hecho?

-La maldición Cruciatus. – masculló. Todavía estaba extrañada de que aquel slytherin estuviera hablando con ella.                                                                       

Zabini bufó molesto; al parecer no le agradaba las técnicas que aquellos dos hombres utilizaban.     

-Te llevaré hasta tu sala común. – avisó y, sin esperar ninguna respuesta, cogió a la chica con cuidado pasando un brazo por sus piernas y otro por su espalda.

Emily estaba a punto de rechistar, pero le aliviaba saber que pronto estaría en su habitación en vez de en un frío pasillo, por lo que prefirió no decir nada.                                                                      

La castaña apoyaba su cabeza en el pecho del chico mientras se acercaban hacia la séptima planta. Notaba la mirada de los pocos alumnos que había por los pasillos en ella, y lo peor era que todos ellos eran de sexto y séptimo curso; es decir, los que mejor conocían tanto a Emily como a Blaise.                 

En poco tiempo los dos estaban frente al cuadro de la mujer gorda de Gryffindor. Sin importarle que fuera una serpiente la que estuviera con ella, Emily masculló la contraseña.                                                       
Zabini avanzó por la sala sin decir palabra alguna y subió hacia el cuarto de las chicas para dejar a la castaña en la cama que ella le había indicando segundos atrás.