Capítulo 12

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-Myrtle, te prometo que voy a hacer todo lo que esté en mi mano para ayudarlo. No pienso permitir que sea un mortífago ni que arruine su vida por esa marca. — aseguró sincera.

Emily se marchó del baño en dirección a la enfermería. Ojalá no hubiera mucha gente allí para que pudiera acercarse al rubio sin problema.

Por suerte, la sala estaba completamente vacía a excepción de una cama al fondo ocupada por la persona que había venido a buscar. Emily avanzó apresuradamente hasta él y lo vio dormido; pero, para su alivio, seguía respirando.

Al menos, el temor de que estuviera herido de muerte se había desvanecido de sus pensamientos.

Emily se sentó en un pequeño trozo de la cama y se quedó observándolo durante unos segundos. Se le veía mucho más dulce y tranquilo que cuando estaba despierto ya que ahora no tenía un aspecto frío y distante.

El corazón de la chica se aceleró cuando vio como las mangas de la camisa del rubio estaban levemente levantadas mostrando en el lado izquierdo el comienzo de la Marca Tenebrosa. Nunca la había visto tan de cerca y poder observarla en aquel pálido brazo le causaba una gran opresión en el pecho. Con suavidad, le bajó la manga cubriéndola por completo y asegurándose de que nadie más la pudiera ver.

Entonces, escuchó unos pequeños ruidos producidos por el rubio y seguidamente él abrió los ojos con pesadez. Poco a poco enfocó a la castaña y de nuevo se mantuvo reacio a que ella estuviera cerca de él.

Draco intentó incorporase pero solo consiguió soltar un quejido de dolor que no pudo retener.

-No te levantes. — le pidió Emily ayudándolo a tumbarse de nuevo a pesar de que él la fulminaba con la mirada. — Quizás debas pasar aquí unos días más y recuperarte del todo.

-No. — respondió secamente. — Esta misma noche me marcho de aquí. El estúpido de Potter no va a conseguir que me quede en la enfermería. Además, ¿no te había dicho ya que me dejaras en paz? — añadió de mal humor. — No necesito ni que me ayudes, ni que me escuches, ni que me consueles. Esfúmate.

-Lo siento. — susurró únicamente Emily levantándose de la cama y marchándose.

Ella no quería discutir con él ahora que se encontraba débil; le bastaba con asegurarse de que seguía vivo.

La castaña estuvo esperando toda la noche en el pasillo de slytherin por el que siempre volvía el rubio. Según le había dicho, iba a salir de la enfermería ese mismo día para regresar a su dormitorio y, conociéndolo, ni siquiera la enfermera se lo podría impedir.

Emily lo había visto meterse en el despacho de Snape hacía ya un par de horas, por lo que no debería tardar en volver. Ya había sonado el toque de queda y si algún perfecto la pillaba allí se ganaría un buen castigo. Además, tendría que buscarse una excusa creíble para explicarle a Neville y a sus amigas por qué no había estado en su dormitorio a la misma hora de siempre y qué había hecho entonces.

Emily estaba casi dormida cuando escuchó como alguien se acercaba. Casi al instante, reconoció la esbelta figura del rubio y se levantó del suelo donde había estado sentada todo el rato.

-Draco... - intentó comenzar la frase, pero el chico intervino con un bufido molesto al reconocerla.

-Creo que deberías buscarte cosas más importantes que hacer en tú vida en vez de molestarme continuamente. — añadió avanzando por el pasillo para llegar a su sala común, pero la chica lo detuvo.

-Sé que no quieres que te hable ni que te ayude. — dijo tímidamente acercándose hacia él. Recordaba la promesa que le había hecho a Myrtle: haré todo lo que pueda por él. Si la necesitaba para hablar, quizás le interesara para otras cosas. — Como ya sé que con ninguna palabra te puedo ayudar, quizás de esta forma pueda hacer que... elimines tensiones.

Draco había permanecido escuchando lo que decía la castaña con una mueca de aburrimiento hasta que ella terminó la frase.

La castaña estaba de pie a pocos pasos de él soltándose la camisa botón a botón. Emily lo miraba fijamente a los ojos viendo como él contemplaba cada uno de sus movimientos y, por primera vez en todo el eño, sentía que Draco de verdad le estaba prestando atención. Lentamente, terminó de desabrocharse la prenda y se la sacó tirándola al suelo.

Las mejillas de la chica no podían estar más rojas. Emily no se sentía especialmente cómoda en esta situación y seguramente no habría hecho esto por otra persona, pero realmente tenía que hacer algo por ayudarlo.

-¿Qué se supone que haces? — preguntó el slytherin examinándola con la mirada.

-Quiero que te desahogues, y quizás de esta forma puedas hacerlo conmigo.

Impulsivamente, Draco se acercó hasta la chica llevándola hasta que esta estuvo chocando la espalda contra la pared. La respiración de Emily se aceleró, no se imaginaba que el chico fuera a actuar de esa forma.

Draco era más alto que ella, por lo que contemplaba sus pechos desde arriba mientras ella lo miraba esperando su siguiente movimiento. Lentamente, Draco subió su mano enredándola en la nuca castaña de la chica.

Estaba dudando. Por su parte, no le importaba tomar a la chica en ese momento; es más, le daría un punto agradable al día. Pero, por otra parte, sabía que para ella no iba a ser algo sin valor, incluso podría ser su primera vez.

El rubio se alejó de ella hasta recoger su camisa del suelo y se la lanzó sin mirarla.

-Vístete. — le ordenó. — No vuelvas a hacer eso jamás. Te estás infravalorando al hacer eso.

-No me estoy infravalorando. — respondió ella cubriéndose con la prenda. — Lo que ocurre es que no sé qué más puedo hacer para que me prestes atención. Quiero que me dejes de ver como una pesada chica de Gryffindor y me veas simplemente como alguien que se preocupa por ti.

De nuevo los ojos de la chica se humedecieron. Ni siquiera ofreciéndole su cuerpo había conseguido ayudar al rubio. No servía para nada.

-¡Pero yo no quiero que te preocupes por mí! — dijo él levantado la voz pero sin llegar a gritar para que no los descubrieran.

-No puedes obligarme a que me olvide de ti. — susurró disgustada. — No puedes exigirme que cuando te vea no quiera hablarte o sonreírte. No puedes forzarme a que deje como caes en silencio tú solo. No, Draco, no puedes obligarme.

Repentinamente, el chico caminó hasta ella y la besó intensamente. Al no esperarse nada de eso, lo único que pudo hacer Emily fue aferrarse a la túnica del chico y corresponderle aquel beso que llevaba anhelando tanto tiempo.

Sus bocas se unían como si llevaran mucho tiempo deseando juntarse. El pecho de la castaña iba a estallar en cualquier momento. Sentía múltiples sentimientos a la vez apelotonándose dentro de ella. Pero, por desgracia, ambos tenían que respirar.

Se quedaron varios minutos sin decir ninguna palabra, solo mirándose a los ojos el uno al otro.

-¿Estás segura de lo que estás diciendo? — preguntó en un murmullo el chico. — Puedes acabar muy mal si sigues con esto.

-Me da igual, quiero estar contigo pase lo que pase. — aseguró ella y, segundos después, volvieron a juntarse en otro beso.

Quiero ayudarte | Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora