Después de aquella noche, la relación había mejorado mucho entre Emily y Draco. La chica trataba de distraer al rubio cuando lo veía más decaido para que no pensara en la misión que tenía.
ahoratambién se veían más. Como ya sabía lo que tenía que hacer Draco, Emily se pasaba las tardes junto a él en la Sala de los Menesteres estudiando o haciendo alguna de las tareas del chico para que él tuviera más tiempo libre para encargarse de su misión. También había intentado buscar algo de información sobre el armario Evanescente, pero apenas había información sobre este en los libros de la biblioteca.
-¿Qué harás mañana? ¿Volverás a casa por Navidad? – preguntó Draco una tarde mientras descansaban.
-Supongo que sí. Regresaré en el expreso de Hogwarts como el resto de los alumnos. – respondió.
-¿Estás segura? ¿A pesar de lo de tu hermana quieres volver?
-Sí, quizás tenga suerte y mi madre me eche de menos y a mi padre se le haya acabado el alcohol. – contestó con una sonrisa triste. – puede que cenemos en familia el día de Noche Vieja y todo. – añadió intentando parecer fuerte, aunque Draco sabía que ella estaba casi segura de que nada de eso ocurriría.
-Ojalá pudieras venir conmigo. – dijo el rubio abrazándola para consolarla. – Pero no tengo noticias de mi casa, quizás haya algún mortífago más y no quiero arriesgarme a que te ocurra algo.
Los dos chicos se quedaron en silencio durante unos pocos minutos disfrutando del último día de compañía que tendrían hasta la vuelta de las vacaciones de Navidad.
-¿Y si me voy contigo? – preguntó el rubio espontáneamente. – Así no estarás sola en tú casa. Estoy seguro de que las Navidades serán mucho más entretenidas si estamos juntos.
-Draco, no digas tonterías. – contestó Emily medio riendo divertida por la ocurrencia. – Aunque pudieras venir conmigo a casa sin que te viera ningún alumno, no puedes dejar a tu madre sola en Navidades. Ella necesita mucho más que yo que estés a su lado. – afirmó sonriendo. – Tranquilo, voy a estar bien. Solo son unos días.
Emily se despertó temprano para meter sus cosas en su baúl. Se había despedido de Draco el día anterior por la noche ya que era posible que hoy no se volvieran a ver. Todos los alumnos se movían de un lado para otro. El tren para Hogwarts salían en menos de media hora y todos estaban revisando que no se hubieran olvidado nada en sus habitaciones.
-¿Vienes ya? - le preguntó Lavander junto a dos chicas más desde la puerta de la habitación.
-Id yendo. - contestó la castaña. - ahora os alcanzo.
Cuando Lavander y las chicas se fueron, todo el cuarto femenino de Gryffindor quedó vacío a excepción de Emily, la cual se derrumbó en su cama al verse allí sola.
Ya le había dado muchas vueltas al tema de volver a casa por Navidad, pero ahora todas las dudas le llegaban a la cabeza. ¿Imaginas lo duro que sería llegar a casa por Navidad y que nadie te recibiera? ¿Tener que cenar sola sabiendo que el resto del mundo estará riendo junto a su familia riendo?
Las lágrimas llegaron a los ojos de Emily. No se veía capaz de hacerlo. Aunque quizás regresara su hermana por Navidad como una sorpresa para todos, había muchos más puntos negativos.
Tras varios minutos bajó decidida por las escaleras. Llegó hasta la entrada del colegio y se quedó observando a todos los alumnos ingresando poco a poco en el expreso. Todos felices, deseosos de llegar a la estación de King's Cross para recibir un caluroso abrazo de sus familiares.
Poco a poco, vio alejarse el tren del colegio. No, ella no iba en él. Le daba igual lo que fuera de sus padres. Ella no iba a ir a exigirles que se responsabilizaran de su hija, ya era mayor para hacer lo que quisiera.
Lentamente, se marchó hasta su sala común.
-¿Emily? – le preguntó una voz a sus espaldas.
-Oh, Neville. – dijo ella limpiándose los acuosos ojos.
-¿No te marchabas a tu casa?
-No puedo. No podría soportar estar sin mi hermana ni pasar unas Navidades yo sola. – explicó comenzando a llorar en el hombro del chico cuando este la abrazó para consolarla.
-Emily, - la llamó una vez que se había calmado.
El chico se alejó de ella levemente y se arrodilló ante el asombro de la castaña.
-¿Me querrías hacer el honor de pasar conmigo estas Navidades? – preguntó cogiéndole la mano teatralmente a lo que la castaña no pudo evitar reír.
-Sí quiero. – respondió siguiéndole el juego sonriendo ampliamente olvidándose de la tristeza anterior.
El resto de los días los pasó junto con Neville. Él siempre solía quedarse para Navidad en el colegio y por primera vez en muchos años se lo estaba pasando realmente bien junto a Emily. Otros años se lo había pasado muy bien con el resto de alumnos que también se quedaban, pero junto a ella todo era mucho mejor. Y por eso mismo las vacaciones fueron increíbles. Neville era más divertido cuando no había tanta gente en el colegio y la chica también conoció a varios alumnos de diferentes cursos y casas con los que trabó amistad. Incluso con los profesores pudo reírse un poco al verlos fuera de su papel de adultos serios y rígidos.
Al único al que extrañó bastante fue a Draco. Sabía que Narcissa le quería mucho por todo lo que le había contado él mismo sobre ella; pero no podía quitarse el tema de los mortífagos de la cabeza. ¿Y si en vez de estar descansando está siendo presionado por Bellatrix para que cumpla su misión? Esa mujer le había caído mal desde que el rubio se la nombró. No podía creer que siendo su sobrino, lo tratara de tal forma tan cruel.
Otra cosa que la entristecía un poco era el hecho de que el padre de Draco no iba a estar con ellos este año. Sabía que para él y para su madre iba a ser un golpe duro de encajar y más en estas fechas.
Emily a penas había tenido tiempo para pensar en sus padres durante esos días. Ellos ni siquiera le habían enviado una mísera carta para saber si estaba bien o si seguía en el colegio. Eran despreciables.
También se había acordado de su hermana. Estaba segura de que no pasaría las Navidades solas ya que tenía muchos amigos; incluso había oído hablar de un supuesto novio que tenía con el que pudo haberse fugado. Seguro que estaría bien.
Más pronto de lo que pensaba, llegó el día de la vuelta. Emily se lanzó a los brazos de Lavander en cuanto la vio salir del tren. Era verdad que tampoco era su mejor amiga, pero su relación con ella había aumentado con el paso de los años. Luego vio a Harry, Ron y Hermione volver juntos; al parecer habían pasado los tres las Navidades en casa del pelirrojo. Ojalá tuviera ella una familia como la del pelirrojo, llena de hermanos que se molestan entre ellos pero que se necesitan unos a otros y unos padres que los quieren inmensamente. Era cierto afirmar que Emily le tenía algo de envidia a Ron, no había conocido a todos sus hermanos, pero estaba seguro que sería increible tener a una hermana tan dulce como Ginny y a dos hermanos tan graciosos y divertidos como Fred y George.
Casi de los últimos alumnos, vio salió a Draco seguido por Crabbe y Goyle. Esos dos chicos no sabían hacer nada sin el rubio. Se suponía que Draco creía que ella se había marchado con su familia, y seguro que se lo tomaría mal cuando le dijera que se había quedado en el colegio sin decirle nada.
La mirada gris del rubio se juntó con la azul de la castaña una vez que estaban todos en el Gran Comedor. El chico le sonrió disimuladamente y ella no pudo evitar sonrojarse levemente. Le alegraba mucho verlo de nuevo aquí, sano y salvo, sin ningún indicio de que hubiera sufrido en su mansión. Pero que hubiera vuelto también quería decir que tenía que seguir encargándose de su misión, y la cuenta atrás había comenzado. Ya quedaba menos plazo para cumplirla.
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Quiero ayudarte | Draco Malfoy
FanfictionHogwarts, escuela de magia y hechicería. Infinidad de alumnos recorren diariamente los pasillos de este castillo, por lo que se hace imposible poder conocerlos a todos. Quizás algún día encuentres a alguien con el que nunca te habías cruzado y camb...