-Vi a mi madre más delgada y con más ojeras que nunca, pero al menos está viva. – comentó Draco. – Me ha prometido que nadie la ha dañado desde que empezó el curso.
La misma tarde después de la vuelta de vacaciones, los dos chicos se habían escabullido para verse en la Sala de los Menesteres. Habían estado un rato entre besos y sonrisas de reencuentro, pero más tarde el rubio continuó intentado arreglar el armario Evanescente.
-¿Y qué tal tú? – le preguntó a la chica. - ¿Cómo te ha ido con tus padres?
Emily sabía que tenía que decirle que no había ido a su casa; pero también sabía que él se enfadaría por no habérselo dicho antes.
-Draco... yo me quedé aquí en Navidad. – masculló tímidamente. En seguida el chico se giró mirándola como creyendo que había escuchado mal. – No podría soportar irme sabiendo que iba a estar sola.
-¿Y por qué no me lo dijiste? – cuestionó con el ceño fruncido. – ¡Me habría quedado aquí contigo!
-Por eso mismo no te lo dije. – explicó con la voz serena para calmar al rubio. – Tu madre te necesitaba a su lado en esas fechas.
Draco se sentó a su lado dándole un tierno beso en la cabeza. Emily tenía razón, su madre lo estaba pasando mal y tener a su hijo por Navidad había sido una luz de esperanza en su día a día.
-La próxima vez que vayas a hacer algo así dímelo, ¿vale? – indicó serenamente antes de darle otro beso en la frente.
La castaña asintió levemente y esbozó una pequeña sonrisa. Creía que él se lo tomaría mucho peor de lo que lo había hecho.
-Deberíamos irnos ya hacia el comedor, ¿no crees? – comentó Emily tras unos minutos. – Si no nos ven en la cena será algo extraño.
-Sí, claro. – asintió él revisando el interior del armario. – Solo dame un par de minutos.
Durante los siguientes días Draco estaba muy empeñado en conseguir arreglar el armario. Él no le había dicho nada a Emily del porqué de su repentino interés y ella tampoco le había preguntado.
Ella sabía que todo tenía que ver con la visita a su madre y con el poco tiempo que le quedaba para lograrlo; por eso intentaba no agobiarlo mucho.
Al principio de la tarde Draco empezaba muy motivado; y al final siempre acababa frustrado o molesto por no haberlo hecho funcionar.
Pero solo fueron dos semanas las que tardaron en dar frutos todos sus esfuerzos.
-Ya lo tengo. – murmuró el rubio haciendo que Emily dejara de mirar los apuntes que estaba estudiando para mirarle a él.
Entonces, Draco comprobó algo del armario y tras unos instantes se alejó de él para contemplarlo mientras una sonrisa surcaba su rostro.
En esos momentos, la castaña se levantó corriendo para ir hasta él.
-¿De verdad? – preguntó sonriendo animada. - ¿Ya funciona?
-Tiene que hacerlo. – contestó. – Déjame probar.
Rápidamente Draco se alejó y en cuestión de segundos volvió con una pequeño pájaro en la mano. Sin decir nada, lo metió en el armario y lo cerró cuidadosamente.
Los dos chicos miraban expectantes la puerta de madera. Emily nunca había visto al rubio tan seguro de que iba a funcionar como ahora. Esta vez no podía fallar.
Draco pronunció el hechizo activador del armario y seguidamente se acercó hasta la puerta y la abrió lentamente. No había nada dentro. Sin decir palabra volvió a cerrar el armario y repitió la acción anterior, pero esta vez, cuando abrió el armario de nuevo, estaba allí el pájaro el cual salió volando enseguida.
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Quiero ayudarte | Draco Malfoy
FanfictionHogwarts, escuela de magia y hechicería. Infinidad de alumnos recorren diariamente los pasillos de este castillo, por lo que se hace imposible poder conocerlos a todos. Quizás algún día encuentres a alguien con el que nunca te habías cruzado y camb...