Capítulo 24

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-Puede que a ti no te pertenezca pero le pertenece a Draco. – expuso Emily con una mirada dolida. – Créeme que cualquier alumno lo va a considerar como mortífago si se lo cruzan. Y los aurores harán lo mismo si lo ven. ¿Vas a permitir que acabe muerto o encerrado en Azkavan?

-Draco sabe cuidarse por sí solo. – contestó el moreno encogiéndose de hombros. – Se las arreglará. Por otra parte, eres tú la que debería venirse conmigo. – añadió cogiéndola del brazo. – Lo que Draco no me perdonaría sería que dejara que te quedaras a luchar.

-¡No! – gritó la castaña soltándose del agarre bruscamente. – No pienso marcharme de aquí y me da igual lo que digas. Me odiaría a mí misma si abandonara todo esto y me marchara.

-Haz lo que quieras. – respondió el chico rodando los ojos. – Espero verte más tarde, cuando todo esto acabe.

Blaise desapareció de nuevo entre los pasillos volviéndose a mezclar con el grupo de alumnos que huían. En estos momentos Emily podría matar con la mirada gracias al enfado que había adquirido por el comportamiento inmaduro del chico. Él era un buen mago y habría sido muy útil aquí. Pero no podía quedarse el resto del día pensado mil y un insultos contra el slytherin, tenía cosas mucho más importantes que hacer.

La chica salió directa hacia los jardines de Hogwarts. Allí tanto alumnos como profesores estaban colocando una semiesfera invisible de defensa alrededor de todo el castillo y soldados de piedra se levantaban formando filas preparados para el combate.

Voldemort y los mortífagos no tardarían mucho en llegar y entre ellos iría Draco. Si algo salía mal en la batalla, no se volverían a ver. Emily estaba segura de que si moría, el chico estaría de nuevo completamente solo. Pero si él moría, la chica no estaba segura de si podría resistir el dolor de su ausencia.

Sin darse cuenta, dos lágrimas resbalaron por las mejillas de Emily. Enseguida se las limpió de forma brusca y levantó la varita hacia el aire. No debía de pensar en eso. Ahora lo que tenía que hacer era ayudar como todos los demás y eliminar de su cabeza cualquier pensamiento relacionado con la cantidad de personas que morirían hoy.

Antes de que pudiera pronunciar el hechizo, Neville se acercó corriendo hacia ella obligándola a detenerse.

-Emily. – la llamó jadeando. - ¿Dónde estabas? Te he buscado por todas partes.

-Tenía que buscar a una persona. – se excusó. – ¿Estás preparado para esto?

-No. – dijo sinceramente.

-Entonces ya somos dos. – añadió ella con una pequeña sonrisa. – Prométeme que vas a tener mucho cuidado.

-Te lo prometo. – dijo el castaño abrazándola. – Y no te pienso quitar los ojos de encima para que no te pase nada.

El abrazo duró unos segundos más hasta que se separaron.

-Neville, tengo algo más que decirte. – expuso la chica nerviosamente. – Sé que te va a sonar raro pero tienes que confiar en mí.

-Está claro que voy a confiar en ti. – contestó extrañado. - ¿Qué ocurre?

-Draco Malfoy no es malo. Si te lo encuentras, por favor, no le hagas nada. – suplicó con un tono de voz más bajita de lo normal.

Emily sabía que aunque se lo dijera a Neville, había cientas de personas más que podrían herir al chico, pero al menos debía intentarlo.

-¿Qué? – preguntó incrédulo. – Él es un asqueroso mortífago al igual que todos los que hay allí afuera. Esta vez estás equivocada.

Quiero ayudarte | Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora