Capítulo 13

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Emily se acostó en su cama cansada pero eufórica a la vez. Se habían sentado en ese pasillo durante un buen rato. Draco le había estado contando lo que ocurrió en la pelea con Harry Potter en el baño y el gran castigo que le había dicho Snape que recibiría el castaño por atacarle. También le había dicho que había tardado tanto porque Snape y él habían tenido una seria y larga conversación, aunque no le había explicado sobre qué habían hablado. Ella tampoco esperaba que el rubio se fuera a abrir a ella en el primer día y, aunque habían avanzado bastante, Draco no dejaba de lado su forma de hablar con superioridad.

Cuando la castaña cerraba los ojos, le venían a la mente los intensos besos que él le había dado y los que ella había repartido por su cuello mientras el rubio hablaba. Hacía mucho tiempo que deseaba hacer eso y hoy por fin lo había conseguido.

Los siguientes días los pasaba pensando casi las veinticuatro horas en el rubio. Durante el día, Emily y Draco solo intercambiaban algunas miradas en el Gran Comedor o en alguna clase que compartían; pero por la noche se veían en algún solitario pasillo. Pocas veces se contaban cosas, solían limitarse a estar juntos pasando el rato entre besos; disfrutando de su compañía mutuamente. Draco parecía relajado cuando estaba con ella, pero sabía que había algo que lo atormentaba continuamente y no quería contárselo por más que le demostrara ella que podía hacerlo.

-¿Por qué nunca podemos vernos por la tarde? – le preguntó ella una noche.

-Ya te he dicho que estoy ocupado. – respondió sereno.

-¿Con qué? Este año tenemos casi todas las clases por la mañana y ahora que hemos terminado los exámenes, los deberes que tenemos que hacer son pocos. – explicó la chica incorporándose para mirarlo a los ojos.

-Voy a ver a Myrtle a veces, ella está muy sola allí. – respondió con seguridad a lo que la castaña lo miró con recelo.

-Mientes. – afirmó arrugando el entrecejo. – Fui a verla ayer y me dijo que hace muchos días que no pasas por allí.

El rubio suspiró con algo de enfado, no le gustaba tener que dar explicaciones.

-Son mis asuntos, no tienes por qué saberlos. – dijo levantándose para marcharse, pero la castaña reaccionó al instante y fue detrás de él.

-Vale, lo siento. – le susurró al odio abrazándolo por la espalda deteniéndolo. – No quiero que te marches ahora.  

En esos momentos Emily se sentía débil. No entendía por qué tenía que ir detrás de él y pedirle perdón siendo que no había hecho nada malo, pero a pesar de todo seguía haciéndolo. Y es que quizás en verdad sí que era débil porque no le importaba tener que disculparse con el rubio o tener que ir a buscarlo ella misma con tal de que pudieran estar juntos durante un rato. ¿Hacía mal por hacer eso?

Conforme pasaba el tiempo, la relación entre Emily y Draco era más intensa. Ya no solo porque los besos eran más continuos y las caricias llegaban hasta zonas más íntimas; también era porque hacían lo imposible por verse entre clases y el rubio se notaba más cariñoso con ella. La chica sabía que, en la edad en la que estaban, no tardarían mucho en llegar a más una noche. Ese pensamiento la asustaba un poco, pero de todas formas esperaba ansiosa el momento. 

Faltaba una semana para las vacaciones de Navidad. Todos Hogwarts estaba decorado y había un acogedor aire navideño en el colegio.

-Draco, en dos días hay una salida a Hogsmeade y nos podríamos escabullir para dar una vuelta nosotros solos. Está todo muy bonito ahora y... – comenzó Emily a hablar ilusionada, pero el chico la cortó.

-No voy a ir. – dijo secamente.

Emily se levantó de la pierna del chico en la que estaba apoyada mientras jugueteaba con su pelo rubio extrañada por tan fría actitud que había adoptado en cuestión de segundos.

-¿Por qué no? Seguro que nos lo pasamos ge...

-Te he dicho que no voy a ir. Si quieres te puedes ir con Longbottom y asegurarte de que no se pierda. – comentó con aridez volviéndola a interrumpir antes de que acabara la frase.

-Pero es que no me lo has explicado. Quiero hacer algo contigo. – se quejó.

-Estoy ocupado.

-Pues no sé qué tienes que hacer que sea tan importante como para no poder pasar un día conmigo. – murmuró indignada, cosa que enfado al rubio.

-Ah, claro, como tú no tienes nada importante que hacer a excepción de estudiar y sacar buenas notas. – comentó mosqueado. - ¡Yo no vivo en tu maravilloso mundo donde todo es felicidad y alegría! – comenzó levantando la voz. - ¡Tengo cosas importantes que hacer que tú no puedes entender porque nunca has salido de tu burbuja! Pero claro, es más fácil apoyarte en tus amiguitos y luego volver a casa donde recibirás todo el cariño del mundo, en vez de enfrentarte tu sola al mundo, ¿verdad?

Emily lo miró perpleja durante unos segundos a los ojos. Un sentimiento entre enfado y tristeza surgió en su interior y, por primera vez, no estaba dispuesta a tolerar ese comportamiento en el rubio.

-Tú no sabes nada. – dijo negando dolida y marchándose de allí sin decir nada más.

Draco observó como la chica giraba el pasillo y se alejaba de él y luego dio una patada a la pared. Vale, se había pasado. Pero no había dicho nada tan doloroso como para que se pusiera así; o eso creía.

Siguió el camino que había tomado la castaña y no tardó mucho en encontrarla ya que no estaba muy lejos de donde estaban antes. La chica se encontraba mirando un punto fijo en el suelo, agazapada en la pared contra unas taquillas y con las rodillas rodeadas por sus brazos.

-Emily... – suspiró Draco sentándose a su lado. – Siento haberte gritado, sé que debería controlarme.

-No es el hecho de que me hayas gritado lo que me ha molestado. – explicó todavía sin mirarlo. – Sino el hecho de que has hablado sin saber nada sobre mí.

El rubio la miró desorientado sin saber a qué se refería.

-La única persona en la que me puedo apoyar ahora es Neville, todos los demás son solo amigos o compañeros. – aclaró con la voz inexpresiva. – Mis padres tampoco son como los has descrito. A veces creo que se olvidan de que existo. Mi padre tiene problemas con el alcohol y mi madre casi siempre está encerrada en su habitación. La única persona que me ayudaba dentro de ese infierno era mi hermana mayor, y hace unos meses se marchó de casa dejándome una nota de despedida. No sé ni dónde está ni si va a volver, ni si quiera sé si sigue viva. Draco, no eres el único que tiene problemas.

El rubio se quedó en silencio procesando toda la información. Al instante, pasó un brazo por encima de la chica y la acercó más a él y le dio un dulce beso en la frente.

-Lo siento, Emily. – dijo apenado. – No sabía nada de esto.

-Tranquilo, entiendo que te enfades conmigo, no te culpo. – añadió ella acurrucándose en su pecho. - Sé que a veces soy pesada, lo reconozco.

-No, en el fondo agradezco mucho que te preocupes por mí. Todo lo que me pasa pienso contártelo, pero nunca me parece el momento oportuno para hacerlo.

-¿Y por qué no ahora? – inquirió ella en un hilo de voz.

Quiero ayudarte | Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora