-¿Cómo que no vas a dejarme ir? - inquirió Emily frunciendo el ceño. - No puedes evitar que lo haga.
-Quizás no pueda convencerte de que no vayas, pero puedo seguirte durante todo el día. - contestó sonriendo burlonamente. - O mejor, igual le advierto a algún profesor de lo que planeas hacer.
-Pondrás en peligro a Draco también si lo haces. - contraatacó la chica.
-Entonces no vayas, seguro que así nadie acaba mal.
-Tú no lo entiendes. Necesito verlo. - bufó exasperada la castaña. - Además, ¿qué más te da a ti lo que haga o deje de hacer? ¿Acaso de la noche a la mañana vas a empezar a preocuparte por mí?
-Draco me pidió hace varios meses que no te quitara el ojo de encima, y he fallado totalmente. - confesó Blaise. - Así que no puedo permitir que corras peligro de nuevo.
Emily estuvo a punto de rechistar, pero no tenía ningún argumento. Pero eso no quería decir que fuera a resignarse a quedarse.
-Necesito verle. – repitió con la vaga esperanza de que eso funcionara. – No he sabido nada sobre él desde que se marchó de Hogwarts. Necesito abrazarlo y decirle que lo quiero y que sigo a su lado.
-Puedes decírselo en una carta. – aclaró el chico. – Se la llevaré la próxima vez que vaya a verlo.
-¡No es lo mismo! – gritó con los ojos acuosos. – No sé cuándo va a acabar todo esto y ahora que tengo una oportunidad para acercarme hasta él no voy a quedarme de brazos cruzados.
El moreno bufó algo molesto pasándose la mano por el pelo. Emily tenía el espíritu de una gryffindor y no iba a conseguir convencerla de que no fuera, pero Blaise tampoco tenía más paciencia como para seguir con esta conversación.
-Le enviaré una carta para que venga él a verte a Hogwarts. – dijo finalmente el chico. - Así tú no tendrás que ir el día del ataque.
-Pero no puedes hacer eso. – contestó la castaña sorprendida. – Si la lee otro mortífago puede ser peligroso para él. Además de que si es descubierto en Hogwarts lo arrestarán los aurores.
-Mi lechuza está acostumbrada a pararse en la ventana de su habitación y Draco es lo suficientemente listo como para evitar que lo vean por aquí. – comentó. – Se la enviaré ahora y ya te avisaré en cuanto me responda.
Blaise no le dejó decir nada más antes de marcharse por el pasillo, no sin antes asegurarse de que nadie los había escuchado. Emily se quedó estática sin poder moverse. Solo un pensamiento racional llegó a su cabeza en ese momento: debía ir a clase.
La chica caminaba por los pasillos mientras que las palabras de Zabini resonaban una y otra vez en su cabeza de forma alucinógena, lo cual hacía que ella dudara de si en verdad el moreno le había dicho que contactaría con Draco para que se vieran.
Emily pasó toda la mañana ausente. No tomó apuntes en ninguna clase ni participó, y tampoco habló con nadie. En la comida apenas había probado bocado cuando un pajarito de papel revoloteó por encima de su plato antes de posarse en la palma de su mano una vez que la extendió para cogerlo.
-A las 11 en la sala de los menesteres. Que nadie te vea. – leyó la castaña al abrir aquella figurita.
Efusivamente, miró por todos los lados del comedor y vio como Blaise salía de este en ese mismo instante dedicándole una mirada fugaz.
Sí, era real, iba a ver a Draco esa misma noche. Para su suerte, Emily no tenía ninguna clase por la tarde, por lo que pudo quedarse revoloteando por su habitación durante horas. Al principio, se había quedado de piedra; pero después una gran sonrisa surcó su cara.
Las horas se le pasaron volando y, cuando volvía a su dormitorio tras la cena, las dudas volvieron a llenarle la cabeza. ¿Y si la seguía alguien hasta allí y descubría a Draco? ¿Y si lo descubría a él algún alumno? ¿Y si los mortífagos llegaban a enterarse? ¿Qué harían entonces? Lo primero que se le ocurrió hacer fue no ir; al fin y al cabo, Draco se cansaría de esperarla y se acabaría yendo. Pero, si él había sido capaz de llegar hasta aquí para verla, no podía hacerle eso.
Emily salió de su sala común con la excusa de ir a la biblioteca a pesar de que Neville le recordó que el toque de queda era a las once y cuarto. Todavía había pequeños grupos de alumnos, todos ellos mayores, en algunos de los pasillos de Hogwarts; pero rápidamente comenzaban a disiparse.
Con una facilidad demasiado extraña, Emily llegó al lugar que ocupaba la puerta oculta de la sala. Pasó tres veces por delante de la pared pensando en el motivo por el cual la necesitaba y, justo cuando dio el último paso de su tercera vuelta, apareció una gran puerta por la que se coló rápidamente la chica.
La sala estaba totalmente cambiada a como estaba cuando se había colado en otras ocasiones con Draco para arreglar el armario Evanescente. Ahora era más pequeña y acogedora; había una chimenea encendida que calentaba la estancia, en el centro había una cómoda y grande cama, y el resto de la habitación estaba decorado con los colores verdes de Slytherin.
Emily se sentó en la cama viéndose completamente sola en la habitación. Él todavía no había llegado y eso solo aumentaba sus miedos.
-No me puedo creer que hayas elegido el verde de Slytherin antes que el rojo de Gryffindor. – dijo una voz con un toque irónico a su espalda. - ¿Tanto me echabas de menos?
Con una mezcla entre miedo, sorpresa y alegría; la castaña se giró descubriendo al rubio de pie unos metros más atrás y mirándola con sus fríos ojos.
-Draco. – susurró ella sin poder creer que todo esto fuera cierto.
Antes de que ella misma se diera cuenta de sus acciones, Emily corrió hasta abrazar al chico, el cual la rodeó con sus brazos con fuerza. Ella tenía miedo de que el rubio se volviera a marchar y él solo quería protegerla a cualquier coste.
Tras un indefinido tiempo, ambos se separaron y se miraron directamente a los ojos. Draco colocó sus dos manos sobre los hombros de la chica y su expresión se tornó dura pero algo preocupada.
-¿Cómo te encuentras? – preguntó seriamente. – Blaise me contó lo del Crucio de Carrow. Te juro que como lo vea lo mato.
-Estoy bien. – se apresuró a interrumpirle. – Solo fue un poco de malestar pero ya me ves que ahora estoy perfecta.
Draco suspiro y volvió a relajarse durante unos segundos.
-¿Y tú? – preguntó ella con una mueca de inquietud. - ¿Has ido al ataque a Hogsmeade?
-No, al final a mí no me han ordenado ir. – contestó quitándole un peso de encima a la chica.
Ambos se volvieron a quedar en silencio durante unos segundos sin saber qué decir hasta que Draco se volvió a tensar y la tomó por los hombros de nuevo, pero esta vez más rígido que antes.
-Tienes que irte de Hogwarts. – le espetó.
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Holaa! Ya era hora de que actualizara la historia. De verdad, siento no haberlo publicado antes pero he estado un poco liada. Pero bueno, aquí está el nuevo capítulo y por fin aparece de nuevo Draco! Ya era hora de que se reencontrara con la pobre Emily que ya estaba desesperándose para verlo. Pero aquí no acaban los problemas, ¿ahora se tiene que ir de Hogwarts? ¿Por qué?
Ya que este capítulo lo he subido más tarde de lo que dije voy a intentar subir el próximo antes de que pase una semana entera o más, a ver si esta vez lo consigo!
Muchas gracias a todos por leerme y darle una oportunidad a la historia, y por los favoritos y los comentarios. Como siempre digo, votad si os ha gustado y podéis dejarme en los comentarios opiniones, consejos, preguntas... lo que queráis, y yo os responderé encantada :)
Besos!
-ShyAndDreamy-
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Quiero ayudarte | Draco Malfoy
FanfictionHogwarts, escuela de magia y hechicería. Infinidad de alumnos recorren diariamente los pasillos de este castillo, por lo que se hace imposible poder conocerlos a todos. Quizás algún día encuentres a alguien con el que nunca te habías cruzado y camb...