Capítulo 19

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Emily despertó envuelta en sudor y con una gran opresión en el pecho. Esa noche, al igual que muchas anteriores, había tenido terribles pesadillas sobre el mismo tema: Draco.

Esta vez la chica había soñado, por desgracia, con un sinfín de posibles muertes de el rubio a manos de los mortífagos o en alguna revuelta.

Conforme pasaba el tiempo, dentro de Emily crecía un pequeña vocecilla que le repetía una y otra vez que lo mejor que podía hacer era olvidarse de Draco, y cada vez se hacía más fuerte.

Esa misma mañana de las pesdillas, cuando caminaba hacia su clase de pociones en las mazmorras, Emily pasó muy cerca de la sala común de Slytherin y pudo ver como tres niños de primer o segundo curso corrían hacia la puerta de ella. Parecían algo atemorizados, aunque eso era algo normal desde los nuevos y crueles castigos adoptados por algunos profesores.

Al parecer, o no vieron a Emily o simplemente estaban demasiado asustados como para reparar en ella, pero gritaron la contraseña de la sala unos cuantos metros antes de llegar al cuadro, permitiendo que la castaña la escuchara perfectamente.

Fueron escasos minutos los que tardaron los tres niños en salir de nuevo a toda prisa con un par de libros en la mano, que seguramente habrían olvidado y tendrían pánico de que les echara la bronca alguno de los hermanos Carrow.

CuandoEmily se iba a marchar antes de llegar tarde a su clase, se quedó observando la entrada a la sala Slytherin y una idea acudió a su cabeaza y, antes de que pudiera reparar en que era una completa locura, ya estaba pronunciando la contraseña que había escuchado segundos antes.

Una vez se aseguró de que no había nadie en el interior de la sala, buscó la habitación de los chicos y se dispuso a buscar algo que le perteneciera a Draco. Quizás, como en su huida no pudo llevarse nada, habría algo de él que siguiera aquí. Únicamente quería una camisa o una túnica; algo que conservara su olor, que le recordara sus sentimientos.

Afortunadamente, tras un buen rato de buscar por los armarios, encontró uno vacío a excepción de un uniforme de slytherin. En cuanto se acercó aquella corbata a la nariz y aspiró supo quién era el dueño. Esto era lo único que tenía ahora mismo de Draco, no era mucho, pero le bastaba.

Emily iba a marcharse por fin de allí cuando escuchó unas voces provenientes de abajo, las cuales comenzaban a acercarse hacia ella. Sin dudarlo ni un segundo, se metió debajo de una de las camas rezando para que no la descubrieran, ya que podría meterse en un gran lío.

Cuando la puerta se abrió todo su cuerpo se tensó. La voz de la chica era inconfundible: Pansy Parkinson. La segunda voz que hablo era grave y bonita, la cual conocía de sobra porque muchas chicas suspiraban por ella y por la persona que la tenía: Blaise Zabini.

Al contrario de los dos chicos anteriores, le cotó bastante reconocer quién era la tercera persona, finalmente la reconoció como Theodore Nott.

Esas malditas serpientes siempre podían hacer lo que quisieran y nunca recibían ningún castigo. Obviamente esos tres habrían faltado a clase y no les dirían nada; en cambio ella tendría que lidiar con las consecuencias por haberse perdido su clase de pociones.

Lo peor es que no eran solo ellos dos los que tenían esos privilegios; casi toda la casa Slytherin a partir de quinto curso tenía inmunidad ante cualquier represalia. Y los alumnos desde primero hasta cuarto solamente recibían una hora de detención si llegaban a hacer algo muy grave.

Emily se estaba poniendo cada vez más nerviosa. ¿Cómo iba a salir ahora de aquí? Si la descubrían no se podía ni imaginar lo que le harían alguno de los hermanos Carrow.

Quiero ayudarte | Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora