Capítulo 2

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Emily se marchó de nuevo a investigar por el tren. Draco le había caído bien, pero no se atrevía a entrar con él a ese compartimento. De nuevo, la culpa era de la timidez de la chica.

Había visto por la ventana a tres chicos y a una chica, pero si ellos ya se conocían, no quería ser la "acoplada" del grupo.

La castaña acabó sentándose en la esquina de un pasillo. Ya haría amigos cuando llegara al colegio.

Entonces, una duda llegó a su cabeza, ¿en qué casa estaría? Le apetecía bastante ir a la misma que el rubio, al menos de esa forma ya conocería a alguien. Aunque no estaba segura de que eso fuera a ser así.

¿Y si le tocaba una casa llena de sangre... lo que fuera? Parecía que eso era algo horroroso, o al menos lo era para Draco. 

Emily bajó del vagón intentando no ser aplastada por el resto de alumnos ansiosos que querían entrar en el colegio y luego comenzó a seguir a la multitud hacia el "Gran Comedor", como había escuchado decir a varias personas.

La castaña buscaba entre el montón aquel característico pelo rubio, inconfundible; pero por su pequeña estatura y la cantidad de cabezas que había, era algo casi imposible.

De repente, llegó a un pasillo más ancho donde tenía más espacio para moverse. Varios profesores estaban controlando el paso a las puertas del comedor mientras indicaban a los alumnos nuevos que esperaran a que entraran todos.

Cuando la mayor parte de la gente se marchó, la chica pudo observar aquel lugar: cuadros que se movían con gente saludándolos, extrañas estatuas por el pasillo y unas grandes puertas que la separaban del lugar donde les dirían dónde pasarían los siguientes siete años de sus vidas.

Entonces una voz familiar llegó hasta sus odios. Era Draco, que estaba hablando con dos chicos más.

-Igual son sus nuevos amigos. – pensó; pero en cuanto vio la mirada de repugnancia que le dedicaba el rubio a un pelirrojo, descartó esa idea rápidamente.

Luego, vio como el rubio le tendía la mano a un chico castaño con unas gafas redondas algo extrañas, pero este la rechazó y se marchó pasando de él, dejando a Draco con una amarga mueca.

Las puertas del Gran Comedor se abrieron poco después y todos los niños se colocaron rápidamente en una fila.

Todos los alumnos primerizos entraron en el enorme comdeor mientras que el resto de alumnos y profesores los recibían con gritos de bienvenida.

Emily sonreía muy ilusionada por estar aquí. Era todo tan... mágico.

El director de la escuela, Dumbledore, los recibió y dio un pequeño discurso para abrir el año. La cena comenzaría en breves, pero primero los alumnos de primer año serían instalados en sus nuevas casas.

Había una banqueta delante de todas las mesas y en medio del comedor para que todos lo vieran. Luego, el niño o la niña se sentaban y le colocaban un extraño y viejo sombrero que tras unos segundos gritaba el nombre de una de las casas. Y así uno tras otro comenzaron a ser distribuidos entre las casas.

Emily temía hacer el ridículo al ir hacía la silla o que diera un traspié y cayera al suelo, por lo que no se percató de que estaba solo dos puestos por detrás de Draco hasta que dijeron su nombre.

La chica lo miraba sonriendo por si la veía, pero él estaba demasiado ocupado mirando cada detalle de la sala. Al parecer, sí que tenía un importante apellido ya que cuando lo llamaron se escucharon varios murmullos sobre él.

-¡Slytherin! – gritó el sombrero al instante como si estuviera claro y la mesa de la casa estalló en gritos al escucharlo.

Cuánto deseaba en ese momento que a ella le dijeran la misma casa y se pudiera sentar al lado del rubio, el cual se había colocado entre los alumnos de segundo y tercer curso que le habían hecho un hueco.

-Emily Owens. – la llamó una profesora. Tímidamente comenzó a andar hacia la silla esperando que no se notara el gran color rojo que habían tomado sus mejillas con cada paso que daba.

-Está bien, está bien. - murmuró mientras subía las escaleras que le separaban del sombrero.

Se sentó y agitó las piernas, ya que no le llegaban al suelo, mientras notaba como era colocado el sombrero en su cabeza.

-Veamos, ¿qué tenemos aquí? - comentó el sombrero seleccionador en voz alta.

-Slytherin, slytherin. - murmuró esta vez Emily, como si así fuera a conseguir hacer cambiar de decisión al sombrero.

-Me parece que esa no es tu casa, bonita. – comentó el sombrero. – Lo siento. ¡Gryffindor! – gritó de nuevo.

No le dio tiempo de disgustarse ya que su nueva casa explotó en gritos. Es muy extraña la sensación que sientes en ese momento; tanta gente recibiéndote con sonrisas alegres de que estés con ellos te deja un sentimiento que no se puede describir bien. Te sientes muy querida en ese momento.

La castaña llegó hasta la mesa y no pudo evitar dar un pequeño salto antes de sentarse. Estaba al lado de otro chico de primer curso que parecía estar casi más nervioso que ella.

-¿Cómo te llamas? – le preguntó ella al chico, llamando su atención.

-Ne... Neville... Longbottom. – tartamudeó con timidez.

-Yo soy Emily Owens. – respondió ella con una cálida sonrisa.

El castaño intentó añadir algo más pero ni siquiera le salían las palabras. Parecía bastante reservado e inseguro.

-Tranquilo, todos estamos nerviosos. – le dijo cogiéndole la mano, lo que pareció que lo alteró aún más, pero luego el chico mostró una pequeña sonrisa. 

La cena fue muy divertida. Todos los alumnos les habían hecho caso a los nuevos de primero; además la castaña ya se había aprendido bastantes nombres, sobretodo los de dos gemelos pelirrojos que no habían parado de gastar bromas durante toda la cena.

A pesar de todo, no podía negar que se había girado en un par de ocasiones hacia la mesa de Slytherin para mirar a Draco. A él parecía que le hacían más caso que al resto de alumnos nuevos. ¿Qué tendría que lo hacía tan especial? 

A la salida del Gran Comedor, Emily se apresuró para no perderlo de vista y poder hablar con él aunque fueran unos minutos.

-Draco, hola. – lo llamó cogiéndolo levemente del brazo.

-Eh... hola. – le respondió algo extrañado de verla de nuevo.

-Veo que eres muy popular en tú nueva casa. – añadió ella sonriéndole.

-Claro, Slytherin ha sido la casa de toda mi familia, era obvio que yo también lo sería. – dijo arrogante.

-Eh, Draco, ¿vienes o no? – le preguntó un alumno más mayor a un par de metros de ellos justo cuando Emily iba a seguir hablando con el rubio.

-¡Sí! ¡Voy! – gritó Draco alejándose de la castaña rápidamente, sin si quiera despedirse ni decir un "Nos vemos" ni nada.

Quiero ayudarte | Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora