Capítulo 10

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No cometo el mismo error dos veces y cierro con llave antes de despertar.

Abrí los ojos para encontrarme en un escenario muy diferente: mi salón. Intenté concentrarme en el mandala de colores que estaba colgado por encima de nuestro sofá. En sus líneas, sus formas, sus tonos cálidos… necesitaba una distracción hasta que se me calmasen la respiración y el pulso. Estaban demasiado acelerados para haberse tratado de un simple sueño.

Cogí el teléfono y di un brinco.

No podía ser.

¿Eran las 4 de la mañana? ¿Había estado en el sueño 2 horas?

Imposible.

El tiempo cronometrado que más había tardado hasta el momento eran 14 minutos, y fue una excepción.

Estaba empezando a pasar…

Tenía que hacer algo.

Intenté buscar una postura cómoda para meditar pero ninguna cuadraba. Mi cabeza iba a mil por hora y estaba empezando a pensar que me volvería loca de un momento a otro.

¿Desde cuando me había vuelto tan poco resolutiva?

Sasha atravesó el salón y me levanté para sentarla en mi regazo.

— Sasha, ¿qué hago? – hablé a mi mascota. – Tendría que irme… ya sabes lo que le pasó a mi hermano. No podemos dejar que se repita… pero también… ya me conoce, ya sueña conmigo, no es como que yéndome se fuesen a solucionar todos los problemas de golpe, ¿sabes?

¿Qué va a saber? Es una pantera.

Cerré los ojos.

Ley número uno: Bajo ninguna circunstancia establecer contacto directo con alguno de los somniantes.

La ley principal. La única norma clara que estableció mi padre al ofrecerme venir. La prohibición más radical de las descritas en nuestra “biblia". La imposibilidad absoluta de ver a nuestros protegidos.

El motivo esencial era que podían acabar incluyéndote como parte de su sueño, lo que sería peligroso tanto para ellos, como para ti. También para el resto de protegidos en el caso de que no pudieras socorrerles mientras estabas atrapada en la cabeza de uno.

Cuando coincidían dos sueños a la vez, yo los veía como un espejismo. Podía vigilar ambos desde la distancia e intervenir en cualquiera de ellos de ser estrictamente necesario.

En el caso de que te conocieran y soñaran contigo, estabas incluido como personaje. No había nada que pudieras hacer si uno de los demás te necesitaba.

Acababa de estar inhabilitada durante dos largas horas… Sin saber si alguno de mis sonmiantes había tenido un sueño que inevitablemente se habría vuelto realidad.

Pero, ¿y qué podía hacer yo?

Me había mantenido al margen, evitando las ciudades y los alrededores de mis chicos, siempre.

Nadie dijo nada de qué hacer si le conocías cuando aún no era tu protegido, ni si sus sueños eróticos te incluían desde antes de saber de su existencia.

Ni un sólo caso igual había conocido en mi vida humana, ni divina.

— Ya podrías servir de mensajera, bonita.– Sasha ronroneó ante mis caricias.

En algún momento entre las 5 y las 8 de la mañana soñé con Oliver y poco después con Lara, pero ninguno duró más de 3 minutos.

Me tranquilicé pensando que lo más probable era que nadie hubiese soñado en mi ausencia.

Las Leyes de La Luz: ¿Quién soy? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora