Capítulo 22

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La cara de toda la sala era de asombro absoluto.

Gon fue el primero en reaccionar, movido por lo que parecían sus siempre presentes ganas de ayudarme. Intentaba soltarse de su amarre, revolviéndose en los brazos de los demonios hasta hacerse daño.

Jo.

Tuve que forzarme a pesatañear y retirar la mirada, para no mandar todo el plan a la mierda e ir con él.

Marco, por su parte, parecía haberse tomado la traición de William como algo personal. Respiraba profundo, con los hombros tensos y los puños cerrados, y asentía cada poco, como si se estuviese haciendo una promesa a sí mismo y pensara cumplirla más pronto que tarde.

Azazel habló, impidiendo que nadie realizase ninguna "tontería".

— Pero bueno, muchacho, ¿vuelves al equipo?

— Más me vale.

Will contestó tan decidido, que por un momento, dudé de que fuese su objetivo real y yo estuviera en el proceso de convertirme en la mayor de las estúpidas del planeta.

— Chico listo. - sonrió, asintiendo hacia mi captor. - chica tonta... con lo fácil que hubiese sido que colaboraras con nosotros desde el principio.

— A eso vengo. Tengo más somniantes. Alrededor de 50, y son bastante más poderosos que vuestra niña...-  ahora fui yo la que sonreí y ladeé la cabeza, reciclando las palabras que el demonio me había dedicado en el sueño. - que, por cierto, ha escapado de vuestra "irrisoria protección".

Aunque se esforzarse en ocultarlo, podía intuir lo mucho que le jodía que Carlota hubiese conseguido huir. 

La sonrisa torcida se le borró del rostro, pero su escalofriante mirada se mantenía fija en mí y era aún más perturbadora, si cabía.

Forcé la dirección de mis ojos. Debía mantener el contacto visual, que el foco de sus iris ámbar fuese yo y solamente yo.

—¿Ah, sí, querida?¿Y qué es lo que te ha hecho cambiar de idea?

Contesté con la única frase que no era mentira de la noche.

— Ellos. - señalé a Gonzalo y Marco que seguían luchando por liberarse. - déjales marchar y haré todo lo que me pidas.

— No. - Gon emitió un grito ahogado que me encogió el corazón. - Lucía, por favor, no... yo no voy a...

Azazel miró hacia él y habló a uno de sus guardaespaldas.

— Haced que se calle. Estamos hablando los mayores.

El modo de hacerle callar llegó en forma de puñetazo al abdomen, justo en la boca del estómago y, no se por qué, pero podría jurar que los golpes los estaba recibiendo yo misma, que me dolían a mí.

Empecé a notar como las manos me temblaban, levantadas a ambos lados de mi cara como estaban y mis piernas hacían por pararse.

¿Tenía algún sentido el plan, si él sufría?

El doctor Hemswortz, a mi espalda, alcanzó la zona posterior de mi brazo y me dio un pellizco disimulado.

— Doctora, céntrese...- susurró en un suspiro casi inaudible.

— Bueno. ¿Por donde íbamos? Ah. ‐ Azazel fingió que había hecho un esfuerzo para recordarlo. - te estabas rindiendo, ¿no es así?

— No me estaba rindiendo. Te estaba proponiendo un trueque.

A medida que hablaba, Will me iba conduciendo hacia el monstruo y sus dos guardaespaldas endemoniados.

— Te tenemos atrapada, ¿por qué aceptaría una oferta tan absurda?

Las Leyes de La Luz: ¿Quién soy? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora