Capítulo 19

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NARRA GONZALO

Conduje al ejército del aire sin tener ni idea de qué decir, ni qué hacer.

Llegué a la altura de unos porteros, que tenían cara de haber estado aguantando tontos todo el día, y me presenté con la mayor seriedad que pude.

— Soy Gonzalo Silvestro, vengo en busca de Marco Nomdedeu de parte de la señorita Lucía Leguero.

— ¿La novia del teniente coronel? – preguntó el del bigote.

¿Habría otra Lucía Leguero?

Vieron mi cara de duda y reculé rápido.

— Alta, morena, ojos azules… - definí.

— ¿La chica más despampanante que ha visto en su vida? – preguntó el segundo.

Asentí, esa definición cuadraba más.

— Es un hombre con suerte… - confirmó el primero.

¿Lucía tenía un novio secreto? Lo justo era que no me importase, pero siempre había pensado que yo no era “el otro"...

Accedieron, no sin antes registrarme de los pies a la cabeza y pasarme por una máquina de detección de metales.

Ni que alguien fuese tan tonto como para llevar una pistola al ejército …

El recinto era gigante en comparación con lo que había imaginado. Un avión que en algún momento fue pilotado por un importante comandante, descansaba en el centro de la pista.

Hubo una vez en la que me planteé ser médico militar, pero lo descarté rápido por no abandonar a mi madre en nuestra casa, demasiado vacía para una persona.

Un chico que debía ser poco mayor que yo en edad, pero más curtido en historia de la calle, entró en mi campo de visión sudando sin camiseta. No había visto tantos abdominales seguidos en mi vida.

— ¿Qué quieres? – dijo, pasándose una toalla por la cara.

— Me llamo Gonzalo, soy… - ¿quién soy? – un amigo de Lucía. Lucía Leguero.

Asintió.

— ¿Y qué quieres?

— Me manda ella, está ingresada en el hospital, muy grave y…

— ¿Lucía está ingresada? – no sabía si era su novio, pero la cara que puso confirmó que él también estaba enamorado de ella. ¿Cómo no?

Me surgió otra duda... ¿Qué le podía contar?¿Cuánto sabía esta persona?

— Me ha pedido que te diga que necesitamos unas dagas y tu ayuda.

— ¿Qué sabes? – preguntó con los ojos entrecerrados y muy mal humor.

— ¿Qué sabes tú?

Me dirigió otra mirada nada afable.

¿Eran todos los amores de Lucía unos amargados?

¿Sería así de gilipollas yo también visto desde fuera?

— ¿Cómo de grave está?

— Ha habido que hacerle dos transfusiones y está ardiendo… no se encuentra el foco de infección pero tiene una herida en la pierna con una pinta horrible y..

— Llévame ante ella. – ordenó.

Me sentí medianamente ofendido por el tono, pero accedí. Todo fuese por ella.

(...)

NARRA LUCÍA.

Cuando Gonzalo se fue, volví a sentir la opresión en el pecho y el dolor en el cuerpo.

Las Leyes de La Luz: ¿Quién soy? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora