Cap 26: Reflejo

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Rodrigo

Victoria nunca me decepcionaba. Siempre había algo nuevo que me sorprendía de ella.

Nunca en mi vida me imagine tan asustado y angustiado por alguien. No me creí capaz siquiera de que esto fuera real.

Ella me observaba. De seguro se compadecia de mi, de seguro solo me estaba equivocando.

Estos sentimientos, nuevos, eran grandes. Demasiado para que pudiera creer que son reales.

Mamá me ha hablado de esto. Lo he escuchado, he visto sus ojos brillar por tan solo narrar como conoció a su esposo.

Sin embargo, no bastaba. No lo hacía.
Ni se acercaba a lo que yo sentía cada vez que Victoria sonreía.

Estaba jodido.

Me sentía tan jodido que podía simplemente ahogarme en esto. Deseaba que ella pudiera hacerlo.

En sus ojos podía ver el brillo del anhelo. Podía ver esa inocencia huir, querer explotar, llegar a su límite para poder cerrar esos ojos y dejarse llevar.

Pero no se lo permitía. Se detenía apenas cruzaba la línea.

Esos orbes azules se mantenían observándome durante un largo rato. Parecía que estaba asimilando lo que había dicho. De hecho espere todo menos confusión. Pensé que se asustaría pero no lo hizo.

La culpa que llevo y sé que será para siempre, seguía dentro mio.

Venía cuando pensaba que todo estaba bien y golpeaba mi cabeza como un recordatorio.

La invitación fue uno de ellos.

No me arrepentía de ir. No era un cobarde. Iba a dar la cara por mis errores, sin embargo, lo que si deseaba fue no haberle dicho todo eso a Victoria.

Demonios, claro que era parte de mi vida. No hay momento que no piense en ella.

Quería decirle todo. No, lo iba hacer. Confiaba en ella, aunque no sucediera lo mismo conmigo.

Pegué mi frente con la suya. Cerré los ojos inhalando y esperando a que uno de aquellos momentos de ansiedad no me invadieran.

-Ya es tarde - logré decir apenas. - Dame un poco de tiempo para descansar y cuando esté listo te contaré todo.

Asintió.

Sus ojos se mantuvieron quietos mirándome. Vi el temblor de sus manos y el como ella trataba de ocultarlo.

¿Por qué no dejaba que la cuidara?

-Un momento...- miró a un lado mío la mochila de viaje que había llevado. - ¿Viniste aquí con... todo?

-Por supuesto - dije, sonando lo más obvio. ¿Por qué se sorprendía?- No iba a perder un minuto más si no sabía donde estabas - acaricié su mejilla y pude notar un leve brillo entre sus ojos. - ¿Por qué?

Extendió su mano hacia mi hematoma, acariciándole suavemente. Una sonrisa brotó de sus labios y supe que iba a ser mi fin.

-Nadie había hecho aquello por mi... nunca - volví a ver ese leve brillo en sus orbes.
Deseaba mantenerla de esta forma, viéndola feliz sin ninguna lágrima en el rostro.

Me parecía extraño que nadie le haya regalado buenos momentos. No entendía como alguien no podía siquiera desear o velar por su felicidad.

Aunque si había una persona pero no consideraba que había logrado en protegerla.

-Te lo ganaste - me acerqué hacia ella perdido por mis pensamientos.

-¿Qué gané? - pregunté confundido.

Si las mentiras fueran las despedidas [Editanto]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora