Cap 35: Te quiero

490 33 5
                                    

Victoria

Observé con atención todo. Mi compañía era mi corazón en la mano. Rasgado, con heridas y a medias brillando.

El mundo ahora se veía tan diferente.
Por primera vez en mi vida, podía recordar todo, a mi hermana, a mamá, a papá.

Había sido amada.
Nunca me abandonaron.

Sin embargo, ese sentimiento duró muy poco debido al vacío que sentía.

La mayoría de mi memoria atacaba con nuevos recuerdos cada vez que cerraba los ojos.

Fruncí los párpados al volver a sentir el dolor de cabeza venir. No entendía.

¿Qué había sucedido ese día?
¿Quiénes eran esos hombres?
¿Por qué mi familia?

Habían demasiadas preguntas y pocas respuestas.

Trate de mover mis dedos para calmar los nervios, pero fue en vano. Por una extraña razón no podía mover mi cuerpo.

Era como si todo se hubiera congelado para mi. Estaba consciente, sin embargo, era una vez más la muñeca vacía de antes.

Era un alma viendo su propio cuerpo.

Por lo que escuché al doctor decir, parecía que era la forma de protegerme de mi misma. De las posibles reacciones que tenga cuando me vuelva más consciente.

Que inteligente de mi parte.

Debajo mio las sábanas blancas me abrigaban. Por las noches Luz venía y me tapaba con la más delgada hasta la gruesa. El cariño que le daba al acomodar mi cuerpo en la camilla hizo que mi corazón se encogiera.

Mamá hacia lo mismo cuando tenía pesadillas por las noches.

Observé al frente mio, logrando distinguir a
Lucas, Rodrigo, Sam, Dani y lamentablemente, Lucía.

Desde mi perspectiva todos estaban sentados en frente mío. Entre ellos, Rodrigo y Lucas eran los que no dejaban de reaccionar a cualquier movimiento de mis manos o cabeza, aunque eran leves movimientos involuntarios.

Dani por momentos se acercaba y acariciaba mi cabello. Susurraba pequeñas palabras tiernas y uno que otro insulto amezandome sobre no despertar.

El tiempo en esta habitación era diferente. Más lento y doloroso.

Ni siquiera sabía cuánto tiempo había estado en la misma posición.

Apenas abrí los ojos todo estaba oscuro y de la nada ya me encontraba mirando el techo. Sintiéndome una persona extraña hacia mi propio cuerpo, al no ser capaz de mover ni un dedo.

Mi cuerpo ahora estaba recostado contra la pared, detrás de mi espalda habían dos almohadas. Estaba media incorporada de la camilla, es decir, casi sentada.

Las cabezas de todos giraron cuando una melena rubia entró a la habitación.

Sonreí sintiendo mis cachetes moverse. Después de un largo tiempo, por fin, las arrugas de mi rostro se hicieron notar.

-He hablado con el doctor y van... - dejó de hablar cuando miró hacia mi dirección, dejando a todos sorprendidos.

La sorpresa y la felicidad se noto en sus facciones. Esta vez sí supe quién era. Lo reconocí. Todo este tiempo, él estuvo aquí pero nunca lo noté.

-Avellana - sonreí triste, - eres tú, ¿no?

Nadie habló, podía sentir sus miradas en mi pero solo lo veía a él.

-Despertaste... - asentí.

-Eres un... idiota. ¿Por que fingiste no conocerme?

Me miró herido. Las lágrimas volvieron a brotar de mis ojos.

Si las mentiras fueran las despedidas [Editanto]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora