Cap 41: Tuyo

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Este capítulo es largo porque recién corrigiendolo me di cuenta que faltaba un capitulo anterior así que lo agregué todo en uno. Espero les gusté <3

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Rodrigo

Acuné su rostro cansado entre mis manos. La miré preocupado y acaricié una de sus mejillas.

-Te dije que no era necesario contármelo, no sí te hace daño... - susurré débil.

Mi voz temblaba, si volvía a decir algo, me podía ver derrumbado hecho mierda abrazándola.

El solo recuerdo de haber visto sus pupilas dilatadas por el miedo, me confundió al comienzo, pero luego todo tuvo sentido cuando trataba de tapar sus odios.

Joder, estaba teniendo un ataque.

Mamá me había enseñado a cómo controlarlos, sin embargo, no pude ayudarla. Mi pecho se oprimió al verla así, a pedir ayuda y no poder hacer nada.

Sus ojos de a pocos se abrieron, la cargué y la senté en el copiloto del carro.

-Lo siento... - la escuché decir.

Negué y la miré. Esa mirada pérdida y con ese miedo contrastado que dedicaba, dolía.

-No estás sucia, Victoria. - Tragué en seco recordando lo que dijo, y lo que sus labios no pronunciaron.

-¿No estas incómoda con mi toque? - pregunté y negó, entrelazó mi mano a la suya.

Me encontraba corriendo en el pasto, trataba de huir de su sombra, trataba de escapar del humo negro en mi vista.

Era mi culpa, no pude detenerla.
¡No pude hacer nada maldita sea!

-Rodrigo - miré a mamá asustado, tenía medio año desde que llegué aquí y aún no me acostumbra a verla.

Acarició mi mejilla y empezó a menear mi cuerpo con el suyo. Después de un rato me separó de sus brazos y me miró con esos ojos cálidos que solo una madre puede darte.

-Mi niño, si alguna vez sientes que tendrás otro ataque usa esto.

Agarró mi mano izquierda y lo colocó en mi hombro derecho, lo mismo hizo con el derecho al hombro izquierdo.

-Presiona aquí con pequeñas palmadas y cuenta hasta 20.

Asentí agitado. Soltó mis dedos y me miró con determinación.

-Ahora inténtalo tú solo.

Seguí su guía y lo hice. El temblor de mi cuerpo logró ceder hasta luego de varios minutos.

Logré darle práctica desde ese momento. Mi mente y cuerpo empezó a recorrir a ello cuando sentía que perdía el control de mis emociones.

Sostuve sus dedos delgados y los acaricié, coloqué su mano izquierda al hombro opuesto, lo mismo en el derecho.

Me miró confundida y solo le sonreí a boca cerrada para calmarla.

-Cuenta hasta 20 de este modo, y dale palmadas a tus hombros de esta forma.
Es un método para controlarte y relajarte. - Expliqué.

Solté de sus manos y observé cómo lo hacía. Su cuerpo de a pocos se erguía y luego no. Era solo darle práctica y saber cómo regular tu respiración.

Si las mentiras fueran las despedidas [Editanto]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora