Cap 45: Familia

367 22 14
                                    

Maratón 1/4

Lucas

Retrocedí sintiendo el nudo en mi garganta. Mi cerebro procesando todo de a pocos sin querer aceptar lo que estaba viéndo.

Los observé. Ambos mientras se dejaban hundir en la bola de sentimientos que sentían del otro.

Con una sonrisa triste en mis labios me dirigía a mi casa. Además de la lluvia, podía sentir la frialdad de todo.

Mi mundo se había vuelto en cámara lenta.
Aproveché el ruido de la tormenta y dejé que los sollozos inclusos apenas susurros escaparan de mis labios.

Respiré tratando de calmarme más no pude. El agua caliente cayó encima de mi piel, dando una calidez por leves segundos hasta que volviera a la realidad. Finalmente volví a mi cama. Todo se sentía tan ajeno.

Solo tenía 17 años, lo sé. Pero lo que sentía por ella era tan puro que dudaba alguna vez olvidarlo por completo.
Siquiera abandonarlo.

Ahora ella era feliz, debía estar feliz por eso. Pero no lo estaba. Me dolía y odiaba el hecho que no pudiera ser él.

Solo quería regresar al pasado y confesarme antes, tal vez podría haber tenido mi oportunidad, tal vez...

Me incorporé a medias de mi cama y observé la pared de mi habitación.

¿A quién engañaba?

Ella no me veía de esa forma y nunca lo haría.

Mierda. Mierda. Mierda.

Me acurruqué entre mis sábanas y lloré. Así hasta que ya no salían más lágrimas.

Agotado comencé el instituto. Todo monótono.

Veía de vez en cuando a lo lejos a Rodrigo. Otras veces a Sam, a Luis... la verdad me sentía algo perdido.

Y preferí seguir así por un rato más.

Las semanas pasaron casi sin ser previstas. Me encontraba relativamente mejor.
Dolía pero era soportable.

Verla feliz era lo importante.

La anterior vez la vi salir de su casa pero a la mano de Rodrigo y fue esa sonrisa tierna la que me hizo entender que había hecho lo correcto para ella pero... no para mi.

Desee saludarla, después de todo era mi mejor amiga, sin embargo no lo hice. Continúe con mis estudios y de vez en cuando miraba mi teléfono por si ella me escribía pero no sucedió.

Sonreí. Al parecer lo había perdido, clásico en Victoria.

Cuando estaba escribiendome con Sam, acerca de otro trabajo que tenía que hacer, vi en línea a Victoria.

Después de tiempo sentí esa calidez recorrer mis dedos. Entre en su chat para hablarle pero apenas teclee algo lo borré.

Necesitaba espacio, recuperarme y continuar adelante. Despues de todo no quería arruinar nuestra amistad.

Era lunes por la tarde, cuando tuve un impulso. Mi mente martillaba de pistas que no entendía. Por alguna razón pensé en el doctor André. Tal vez él podía tener las respuestas.

Yendo a la clínica sentí mi cuerpo relajarse por salir después de un tiempo corto. Y era algo triste porque el mundo continuaba sin esperarte. Podrías derrumbarte y nadie lo sabría.

Si las mentiras fueran las despedidas [Editanto]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora