Cap 2: Mentiras

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Tal vez mi odio a este mundo aumentaba cada día más.

Porqué si, estaba de mal humor.

Ayer después por la tarde, antes de ir a buscar a Lucas, encontré a Naisan y al castaño abrazados. Pero, no fue solo eso sino que ella se acercó para besar su cachete.

Se que debo pensar bien la situación. Lo sé.
Sin embargo, hace poco que me reincorporo en su vida, no sé mucho de lo que ha pasado. Pero de lo que si estoy segura es que Lucas no tiene novia. Entonces, estos celos no deberían existir y aun así están ahí.

Claramente, regresé sola a mi casa sin esperarlo. No obstante, mi mal humor creció y no desapareció hasta el día de hoy.

-Oye Sam - traté de llamarlo y el idiota me ignoraba.

-OYEEEEE SAAAAAAAM - pause un momento y me prepare para usar el arma secreta. - ¡SALAMANDRAAAAA!- grité más fuerte, usando ese nombre que tanto odiaba.

-¿QUÉ Q-U-I-E-R-E-S? - su tono irritado no paso desapercibido.

-Tampoco es para que me trates mal - contesté algo ofendida.

Suspiró.

-Lo siento, pero sabes que no me gusta que uses ese nombre.

-Ese nombre...

-Sabes a lo que me refiero. - Frunció el ceño. - ¿Qué necesitas de tu encantador primo? - Se giró por completo para poder verme, aunque para mi era algo difícil ya que era alto. Solo podía ver su contextura delgada.

Sam era mi primo mayor. Desde que éramos pequeños hemos jugado y estudiado juntos, sin embargo, con el paso del tiempo nos alejamos.

Aunque en realidad fue Lucía quién lo alejó de mi "presencia innecesaria", como ella me decía, después al accidente de mis padres.

-Quería preguntarte si hoy podrías cubrirme con...

- Ah no - me interrumpió, - ya hice mucho la anterior semana para cubrirte, ahora me debes más de un favor. - Despeinó sus mechones rojizos, junto al cabello pelirrojo.

-Pero... solo por esta vez, ¿si? - Traté de hacer un puchero, no sirvió.

-No.

-Pero...

-No.

-Pesado.

-Fea - fruncí la nariz, sintiendo la ira iniciar.

-¡Salamandra! - rió amargamente.

-¡Loca!

-¡TONTO!

-¡EXTRAÑA! - abrí la boca enojada e indignada.

-¡No soy extraña!

-¡Si lo eres, siempre andas sola!

-Oye, esto ya no es gracioso - bajé la voz.

-Oh, ¿te vas a enojar? - su expresión cambió a una triste.

-Sam, detente. - Advertí.

-¡Miren soy una pesada rarita! - imitó mi voz y empezó a hacer pucheros.

Me crucé de brazos como si eso logrará protegerme.

-¡Deja de ser infantil!

-¡Oh soy una pobrecita... !

Deje de escucharlo cuando me marché hacia mi habitación.

Apenas cerré mi puerta tocó de ella y lo ignoré.

Si las mentiras fueran las despedidas [Editanto]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora