Una noche

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¡Hola! Sé que me demoré, pero la semana estuvo bastante ocupada y estoy muy cerca de mis exámenes, así que no tuve el tiempo para esto. En fin, nuevo cap. Creo que todos están comenzando a ver a Iker como es, recuerden, no es un personaje para que amen. Es más, creo que él sería más feliz si logra todo lo contrario xDDD

Capítulo X: Una noche

Pudo haber pasado horas mirando aquel punto en el piso, el anillo continuaba allí inerte esperando porque ella hiciera el primer movimiento. Las lágrimas ahora sólo formaban caminos secos y salados en sus mejillas. Debía verse tan terrible como se sentía.

Suspiró, todos los sucesos de ese día parecían haber sido orquestados por las manos del mismísimo demonio. Aunque tampoco debía ponerse tan extremista; sí, estaba casada, pero al menos Ivanush estaba en la casa, era libre y ahora su pequeña familia volvía a unirse. ¿Volvería a unirse en verdad? ¿Qué tan cierto podía ser aquella afirmación? Al fin y al cabo, ahora ella formaba parte de un nuevo clan. Ivanush y Ari siempre serían parte de su vida, por supuesto, ¿pero qué había de Iker? En teoría él también lo sería y fue como si ese pensamiento, activara otro mucho más tenebroso: «¡Oh mi Dios, soy una condesa!»

Se llevó una mano al estómago tratando de aplacar las repentinas nauseas. Y como si una acción desencadenara otra, comenzó a ser consciente de su atuendo, su aspecto, su todo en general. Definitivamente no lucía como una condesa, más bien parecía una criada rechazada hasta por el todo poderoso. «Hiu», su cabello se sentía pajoso y sin duda alguna uno creería que formaba parte de una escobeta.

—Esto necesitará plegarias —susurró en tanto que intentaba, inútilmente, componer su precaria imagen.

¿En qué rayos pensaba Iker al casarse con ella? Ailim no tenía dote, no tenía nombre, ni siquiera tenía buen aspecto. No en ese momento, al menos.

Bueno, de algo estaba segura y era que no conseguiría respuestas permaneciendo en ese sitio. No quedaba más que ir hasta él y preguntarle, tenía que calmarse y enfrentar a su insensible esposo, tenía que conseguir aplacar sus deseos de gritarle, tenía que... porque le gustara o no, ahora ella le pertenecía. Hizo una mueca desdeñosa.

Eso sería complicado. De sólo pensar en la forma en que la había tratado, la sangre le hervía en las venas. Pero debía contenerse para no estallar en cólera, ya había descargado su ira, ahora necesitaba ser racional, necesitaba recomponer las cosas. No perdonar a esos traidores, pero al menos escuchar sus razones. Por mera diplomacia, dado que al parecer no podía escapar del embrollo en el que estaba metida. Lo mejor era actuar con la propiedad que una vez su padre intentó inculcarle, ella era una dama y al parecer Iker era su caballero. «Acéptalo» 

Se dirigió a la trampilla para bajar, pero algo más allá de su percepción la detuvo. Observó el piso de soslayo una vez más, allí donde el anillo seguía esperándola. No iba ponérselo, pero le daba mala espina dejarlo tirado como si fuese su culpa ese matrimonio falso. Lo tomó, y rápidamente lo colocó en su corpiño, pensando que de esa forma al menos se salvaba de la tentación de pasarlo por su dedo y comprobar si al menos el idiota de Iker, había acertado en el tamaño.

Casi sin que pudiera notarlo, se encontró buscando a su esposo por la casa. El lugar parecía haber conseguido retomar ese tono lúgubre de la semana anterior, o quizás sólo luchaba por estar en concordancia con su humor. Sea lo que fuese, las sombras del segundo piso no ocultaban a Iker por ninguna parte. Supuso que lo más lógico sería buscarlo en sus habitaciones y así lo hizo. Llamó una sola vez, sorprendiéndose cuando la puerta se abrió de sopetón.

—Ah... buenas noches, señora. —Ailim intentó no hacer una mueca frente a esa palabra: "Señora", si hasta hace unas horas ella era señorita y muy en su interior seguía sintiéndose de ese modo—. Su señoría no se encuentra en la habitación en este momento —informó Stephen, incluso antes de que ella pusiera en palabras su duda.

El Conde FantasmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora