Pequeños Demonios

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Hola! Bueno, dije que iba a subir hoy el primer cap y acá estoy. Es hora de conocer un poco más de estos dos. Me alegro que haya gente con ganas de leer a mi chico oscuro, siempre tuve una debilidad por Iker... no me gusta elegir personajes favoritos, pero a él lo cuido mucho xDD Saludos, gracias por pasar.

Capítulo I: Pequeños Demonios

 

Dieciséis Años Después.

—He oído que el tal Josh Howard está en la fiesta.

—Seguramente podremos distinguirlo entre los asistentes…

—Sí, solo hay que buscar al que se tambalea errantemente. —Ailim desplegó su abanico y ocultó su risa convenientemente, su hermana la imitó y ella pudo notar el brillo divertido en sus ojos pardos—. Oí que hace dos noches, se lo vio rondando por los callejones oscuros de Picadelly.

—No veo nada extraño en eso.

Ivanush la observó de reojo con malicia.

—Olvidé decirte que se lo vio a él, pero aún se esperan noticias de sus calzones…

En esa ocasión le fue un poco más difícil contener la tentación, aún no se daba una idea de cómo hacía su hermana para enterarse de esas cosas.

—Pobre hombre, se ha ido cuesta abajo desde la muerte de su esposa.

—Sí, es por eso que no hay que perder tiempo.

Ella la observó confundida, notando que Ivanush se encontraba escudriñando la pista de baile con interés. Le era imposible descifrar su expresión, pues al igual que el resto de los invitados llevaba una máscara que cubría la mitad de su rostro.

—¿A qué te refieres?

Ivanush bufó por su falta de atención, pero a ella eso sólo la divirtió más.

—Es un hombre miserable y desgraciado… —Aún seguía sin comprender su lógica—. Con dinero —añadió su hermana haciendo una mueca, pues unas damas respetables no podían estar hablando esos asuntos en público—. Hay que atraparlo antes de que despilfarre todo en juego y bebidas.

—Un pensamiento tan noble, Ivanush, sólo tú sacrificarías tu tiempo para reeducar a una oveja descarriada. Creo que has equivocado en tu oficio, seguramente el monasterio llora tu ausencia.

Su hermana la fulminó con la mirada, a pesar que su máscara en forma de corazón le quitó mucho peso a su advertencia.  

Ailim rió musicalmente y se encargó de posar su vista en los bailarines. La fiesta estaba curiosamente bien concurrida, nada que ella acostumbrara. En realidad disfrutaba más de sus noches con un buen libro y algo de leche tibia, así eran casi todas y a eso se había acostumbrado. Excepto los días en que Ivanush decidía hacer vida social, esos días ella debía pintarse una sonrisa en el rostro y fingir que adoraba a cada una de esas damas estiradas. No entendía qué veía su hermana en esos odiosos eventos, era de conocimiento popular que dos jóvenes rusas, no eran del todo bien aceptadas en esos prestigiosos círculos. No sabía cómo Ivanush lograba la entrada, pero siempre sentía las miradas desdeñosas de las inglesas, como si tuviesen que besar el piso que ellas pisaban antes de dar un paso. Era denigrante y bastante irritante, pero también sabía que no iban a vivir encerradas sólo porque allí las tratasen peor que a unas sirvientas.

—Oh touché hermana, la suerte me sonríe.

Ailim siguió con los ojos la dirección de su mirada y se encontró con un hombre fornido, vestido con calzas color arena, botas hasta las rodillas, chaleco rojo ribeteado con dorado y casaca color vino.

El Conde FantasmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora