Bueno, les di tiempo a los que estaban poniéndose al día ¿no? Vienen los últimos giros de esta historia, digamos que de acá las cosas comienzan a acelerarse. Espero les guste ^^
Capítulo XXIX: Imperfectos
—¿Qué tal luzco? —Ella presionó los ojos analizándolo con toda objetividad, tras devorarlo literalmente con la mirada asintió dándole su visto bueno.
—Podrían servirte en el postre.
Iker frunció el ceño dubitativo.
—¿En el postre? Pero me antecederían... ¿cuántos platos antes? ¿No crees que pueda ser la entrada?
Ailim sacudió la cabeza, sonriendo.
—No, porque una mujer no puede disfrutar de la entrada o del segundo plato, sólo el postre es pura y exclusivamente para el deleite de una dama.
Él se apartó del espejo y la observó interrogante, Ailim sonrió frente a su confusión.
—¿Por qué el postre? —instó, dejando que su curiosidad le ganara. Ella se puso de pie para situarse delante de su esposo, con tranquilidad pasó las manos por sus fuertes hombros, para luego deslizarlas por su pecho, acabando su viaje a escasos centímetros de su cintura. Iker siguió cada una de sus movimientos con los ojos fijos en las líneas que marcaba con sus delgados dedos.
—Durante la entrada, una debe mostrarse interesada en la conversación de los caballeros a su lado. Por lo que no sienta bien comer con libertad frente a la mirada de hombres que no se conocen aún. Eso puede dar pie a malas interpretaciones. —Iker asintió esperando el resto de la explicación—. El segundo plato es para halagar a la anfitriona, por lo que una debe estar atenta de no repetir las palabras de alguna otra dama o perder su turno en la rueda.
—Eso es muy importante. —Convino su esposo con un amago de sonrisa, ella se limitó a continuar haciendo caso omiso de su broma.
—Y luego llega la hora en la que se sirven los postres, para entonces los hombres están enfrascados en conversaciones de negocios o cualquier asunto que a una dama no interesan. La anfitriona como única mujer a la que se le permite intervenir abiertamente en esas charlas, puesto que es la dueña de casa, no pierde oportunidad de alardear las ganancias anuales de su marido. Ese momento es el preciso, en el que cualquier invitada puede darse el lujo de degustar algo verdaderamente delicioso sin la imperiosa atención de los que la rodean. —Ailim cerró los ojos haciendo un pequeño sonido de deguste con su garganta, como si incluso pudiese despertar ese instante en su mente—. Por eso, querido, una mujer sólo disfruta del último plato. Pues es cuando un evento público, se convierte en el más privado de los deleites.
Iker sonrió con malicia y rodeó la pequeña cintura de su esposa, para atraerla suavemente hacia su cuerpo.
—Creo que comenzaré a poner más atención en dichos momentos —susurró junto a su oído, haciendo que Ailim se estremeciera por el roce de su cálido aliento —. Nada me complacería más que verte completamente entregada al pecado de la gula.
—No es gula —replicó ella dejando ir una risilla—.Y si eso es un pecado, entonces disfrutar de tu cuerpo también lo sería. ¿Piensas que debo deshacerme de ese mal hábito que me has hecho coger a fuerza de costumbre?
Iker rió junto a su cuello, causándole cosquillas y ella tuvo que hacer un esfuerzo para mantenerse regia.
—Eso sería un sacrilegio. ¿Pretendes condenarte incumpliendo la tarea que te dio a realizar el Señor?
—¿Y cuál es esa tarea mi buen lord? ¿Por qué no me ilustra? —Él gruñó como toda respuesta, mientras depositaba un camino de besos por su tráquea. Lamiendo y succionando con sus delicados labios, como si de alguna forma intentara limpiar sus pecados con ese acto.
ESTÁS LEYENDO
El Conde Fantasma
Historyczne¿Cómo explicarías la conexión entre dos extraños? ¿Lo llamarías casualidad o destino? Las personas tendemos a creer que existe en el mundo un alguien especial. Y algunos desperdician la vida entera, sumergidos en esa búsqueda. Pero ¿qué tal si lo qu...