Inocencia Perdida

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Bueno... con todos los líos que he estado teniendo, ni ganas de publicar tenía si les soy sincera. Pero en fin, el show debe continuar ¿no? xDD Espero que tengan ganas de saber más de estos dos, disfruten el cap ;)

Capítulo II: Inocencia Perdida

Había dos cosas en el mundo que Ivanush amaba por sobre todo y éstas eran: su hermana y su hija. La primera le causaba más de un dolor de cabeza, pero ella sabía que era la única en que realmente podía confiar. En cuanto a su niña… era la razón de su existir, por ella encontraba una forma de sonreír cada día al despertar; por Ari su pequeño sol, Ivanush había aprendido a vivir más allá de las oscuridad de su pasado. Ellas conformaban su familia y no estaba dispuesta a permitir que nadie arruinara la posibilidad de hacerlas felices.

A pesar de que repentinamente el aire se le hubiese atorado en los pulmones, a pesar del sudor que cubría sus palmas, no dudó un segundo en plantarle cara a ese hombre. Había necesitado cinco segundos de contemplación para reconocerlo y fue como si instintivamente su mente reaccionara protegiendo a su corazón de aquellos sórdidos recuerdos. No pensó en lo que hacía, aunque a decir verdad pocas veces reparaba en sus acciones. Él, como de costumbre, se pavoneaba por el salón como el hombre de mundo que pretendía ser. Una señorita de no más de veinte años se colgaba de su brazo en gesto posesivo, dirigiéndole sonrisitas bobas que rayaban en lo lascivo. Pero ella ignoró todo aquello, le importaba poco o nada quién fuese tan estúpida como para ofrecerse voluntariamente a ese barón.

Es más, pensaba que estaba haciéndole un favor al intervenir a mitad de su pobre coqueteo. Avanzó de forma impetuosa, demostrando que su sangre no le impedía ser mejor que aquellas damas que la rodeaban. Al detenerse enfrente de ellos, él ni siquiera la ofreció una mirada de reconocimiento, por lo que Ivanush decidió ser un tanto más directa. Le arrebató la copa que llevaba en la mano derecha, captando su atención finalmente. Él la observó con una sonrisa ladeada y ella imitó el gesto añadiéndole un toque sarcástico, entonces alzó la mano en la cual oscilaba la bebida y la dejó caer por su rostro sonriente.     

—Necesita enfriarse viejo ladino. —Las personas a su alrededor se volvieron a mirarlos, ansiosos por pescar algo de lo que parecía ser un gran escándalo.  

La chiquilla que minutos antes se dejaba arrastrar por el salón con ese hombre, mostraba una diversión difícil de ocultar tras su máscara. Ivanush alzó el mentón retadoramente y se enfrentó a la mirada contrariada y llena de odio del barón.

—¡¿Acaso se ha vuelto loca?! —exclamó el hombre y en esa ocasión, incluso los anfitriones voltearon a ver la escena.

Ella estuvo a punto de soltarle una retahíla de palabrotas, pero se contuvo y con gesto aireado giró sobre sus talones para desaparecer entre el gentío. No era el momento, se dijo mientras buscaba a su hermana por el lugar. Necesitaba cobrarse esa deuda, ese pesar que acarreaba desde hacía tantos años, pero no podía hacerlo con tantas personas de testigos. Su mente rápidamente comenzó a urdir un ingenioso plan, sonrió complacida por su astucia y se dispuso a quitarse la máscara. Él no la había reconocido y seguramente ninguno de los otros asistentes la recordaría, no que eso importase. Para lo que iba a hacer, lo único que necesitaba era el amparo de la noche.

                                                                  ***

—Hola… —susurró por lo que pudo ser la quinta vez en diez minutos. Ailim podía e iba a admitirlo, en cuanto supo quién era su mente se apagó limitándola a lo más básico.

El Conde FantasmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora