TREINTA Y SEIS

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Félix podía asegurar que cada vez que Changbin sonreía, caían gotas de miel. Era un pensamiento muy contradictorio a lo que sentía en un principio.

Ambos tomaban café y comían una rebanada de pastel en una cafetería cercana al cementerio, eran casi las nueve de la mañana y a penas habían comenzado a desayunar. El tiempo se les hizo humo. Era así siempre que visitaban la tumba de MinJeong.

Changbin le comentaba anécdotas bobas, la mayoría eran sobre su adolescencia, cuando conoció a los que ahora son sus mejores amigos. Mencionó en más de una ocasión algún momento vivido con Minho.

La sonrisa de Felix ya no era tan amplía como en un principio, de hecho, solo tenía marcado los pómulos. Bajo un poco la mirada y se llevó la taza hasta la comisura de sus gruesos labios.

-¿Pasa algo?- preguntó el mayor

Lee negó rápidamente y dejó la taza de vuelta en la mesa. Carraspeo un poco y entrelazo sus propios dedos.

-¿conoces desde hace mucho a Minho Hyung?

Changbin asintió.

-Yo tenía quince años cuando lo conocí

-Hyung...¿nunca te enamoraste de él?

-¿Eh?

-E-es solo que Minho le contó a Jisung que tu t el... bueno...-desvío la mirada un poco avergonzado.

El mayor sonrío y tomo el mentón de Felix para que esté lo mirase

-Si, estuve mucho tiempo enamorado de él, y mucho más cuando comenzamos nuestra vida sexual. De alguna manera me daba la energía que necesitaba...- Felix soltó una tenue sonrisa y se llevó una cucharada de pastel a la boca- pero cuando cumplí veinte años me di cuenta que una relación entre nosotros jamás funcionaría. A demas ahora...

El pecoso relamió sus labios y lo miro serio. Creyó que mencionaría a Jisun, que diría que por culpa de el ya no tenía oportunidad con Minho. Estaba preparadísimo para darle todo un discurso.

-Encontré mi conexión a tierra.

Su propio latido retumbó en su cabeza.

-Te encontré, Lee, y ahora das vueltas todo el día en mi cabeza.

Oh por dios.

-Hyung...

Changbin tomó las pecositas mejillas del menor entre sus manos y lo acercó muy lentamente hacia el, dándole el tiempo suficiente para que se quitase en caso de que no quisiera corresponderle, pero Félix se dejó llevar y antes de que pudiese decir algo, ya tenía los delgados labios de Seo sobre los suyos.

La diferencia de sus bocas era evidente, pero se amoldaban a la perfección.

Se separaron sólo un par de centímetros, mirándose directamente a los ojos y entonces el mayor sonrío relamiéndose los labios.

-Sabe a chocolate...

Jeongin suspiró, por fin había detenido su llanto

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Jeongin suspiró, por fin había detenido su llanto.

Llevaba casi media hora acurrucado en los brazos de Hyunjin, desde que llegó a su casa no se ha soltado y agradecía tanto que el de tez blanca no se haya quejado ni una sola vez por estar pegado a el como sanguijuela.

El de tez blanca le acarició suavemente el cabello de su nuca y besó un par de veces su coronilla.

-Hubiese preferido no saber nada...- murmuró Jeongin levantando la mirada.

-Tranquilo cariño

El menor desvió la mirada, se veía muy triste.

-¿porque todo me sale mal?- pregunto con su voz quebrada.

Escondió su rostro en el cuello de Hyunjin, No precisamente para seguir llorando, solo necesitaba un poco más de mimos.

Pero su pregunta había echo eco en la cabeza del de tez blanca . ¿Todo salía mal? No, todo lo hicieron mal. Movieron una pieza demasiado importante en sus vidas.

Su matrimonio es algo que no tenían planeado, de hecho, ambos eran solteros y ni siquiera existía la ilusión de unir sus vidas con alguien más. Fue algo irresponsable, pero aún reconociendo su error no estaba arrepentido. En su estado más bajo de ebriedad escogió a Jeongin, hubo algún motivo, algún instinto.

Tal vez aún con su inconsciencia sabía que ese esbelto chico llegaría a enamorarlo.

El destino movió sus piezas y les dio a MinJeong, su pequeño angelito. El egoísmo de una persona se la arrebató...

Correcto, todo les salía mal y mucho tenía que ver el hecho de haber contraído matrimonio de la noche a la mañana.

-Las cosas serían tan diferentes si no nos hubiésemos casado...- hablo Hyunjin, el chico entre sus brazos alzó la mirada. Sus ojos se encontraron y Jeongin adoro el inmenso amor con el que era observado- Pero volvería a sufrir nuevamente todo, todo con tal de tenerte en mi vida.

El menor esbozó una tenue sonrisa y recibió un casto beso en los labios, entonces el otro continuó:

-Quiero hacer las cosas bien, mi vida, y el saber que el recuerdo de nuestro matrimonio te traerá un amargo sabor me duele. Por eso estaba pensando que...- pausó unos segundos, tal vez meditando lo que estaba por decir- quizás lo mejor sea divorciarnos. No podremos comenzar desde cero y eso lo se, pero quiero ganarme tu "acepto" frente a un juez, a un cura, a quien se nos ponga delante.

Jeongin suspiró, miro hacia un costado, pensando en las palabras de su esposo. Maldición, lo amaba tanto.

Una linda sonrisa decoro su boca y asintió. Paso sus brazos al rededor del cuello ajeno y se acercó despacio, dejó un piquito en su boca, nariz, mejilla y, finalmente apegaron sus cuerpos en un cálido abrazó.

Mordía sus uñas con nerviosismo, intentaba respirar profundo, necesitaba estar tranquila

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Mordía sus uñas con nerviosismo, intentaba respirar profundo, necesitaba estar tranquila. Beomgyu a su lado acariciaba el dorso de sus manos, besaba sus sienes y le rogaba que no exaltara su corazoncito.

Pero todo dolía tanto...

Las manos de su hijo menor secaron sus lágrimas que a penas caían, su mentón temblo y entonces habló.

- Hijo, ¿Puedes llamar a Jeongin?

Necesitaba pedir perdón y aliviar su consciencia de una culpa que no cometió.

Necesitaba pedir perdón y aliviar su consciencia de una culpa que no cometió

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Como una estrella/ Hyunin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora