37. El otro lado.

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Jimin era encantador, siempre lo había sido. 

Era amable y jovial. Siempre hablando, riendo y ayudando a quien pudiese. Con él presente jamás había un momento o alguien que se sintiera incomodo. 

Él era la clase de persona que siempre te tendía una mano y a la que siempre veías con una sonrisa. 

Pero, no tenía la mejor de las vidas.

La cruz que tenía que cargar iba tallada en su genética.

"Omega de élite."

Tanto su madre como su padre eran alfa y omega de élite respectivamente. Hijos, nietos y bisnietos de alfas y omegas de élite o "pura sangre" como se les llamaba generaciones atrás.

De la dominancia de la señora Park esperaron un cachorro que se convirtiera en un alfa élite y mantuviera en alto su apellido. Cuando Jimin nació, rosado, pequeño, llorón, enfermizo y con un aroma tan dulce que empalaga, ya tenía puntos en contra.

Tuvo que crecer bajo el yugo de una madre que, si él no iba a ser el alfa que ella deseó, tenía que ser el omega perfecto para, al menos, ganarse el hecho de existir. 

Jimin aprendió a fingir que podía ser lo que ellos querían y, con el tiempo, a usarlo a favor.

Con sutiles comentarios y pequeñas mentiras convenció a sus padres que la danza era "un mal necesario", que lo haría tan fino y delicado como un Omega debería ser. Y así consiguió lo que más quería en el mundo, bailar.

Fue en las clases de danza dónde conoció a su mejor amigo, Taehyung, un niño muy triste que solo parecía estar en calma al bailar y "un acto de caridad de niño huérfano" para sus padres. Excelente para comentar en una junta y que todos tuvieran que fingir y alabar su buena fe.

Para Jimin era sencillamente su alma gemela.

Para Jimin, Taehyung era un respiro de aire fresco en el ambiente tan contaminado.

Juntos crecieron y se apoyaron para poder sobrellevar aquello que llamaban vida. 

Jimin tuvo la dicha de ver a su mejor amigo crecer, encontrar a su abuela, encontrar un hogar estable y amorosa, encontrar ayuda y encontrar a Jungkook.

Mientras él, Jimin, lo consiguió a ÉL.

ÉL, en mayúsculas, porque no podía escribirlo de otra manera.

ÉL no era un alfa de élite, tampoco era un empresario, abogado, magnate o doctor. Era un beta, con un pequeño emprendimiento que apenas le daba lo suficiente para vivir y que pasaba días y noches cosiendo frente a las máquinas destartaladas que con esfuerzo había comprado y arreglado.

Un beta, costurero, sin sueldo fijo y de familia humilde.

Era la pesadilla de sus padres.

Se convirtió en el sueño de Jimin.

Apenas bastó que se miraran a los ojos para que ambos supieran que debían conocerse. 

ÉL le tomó medidas a Jimin para un traje de presentación que no necesitaba realmente y junto con la entrega de aquel traje tan hermoso que guardaría durante años, le dio un austero papel con una dirección y un número de teléfono local.

Iba a ser un amor de verano se había prometido.

Pero el verano se convirtió en otoñó, el otoño en invierno, el invierno en primavera y de nuevo llegó el verano y en un abrir y cerrar de ojos, habían pasado años.

Jimin inconscientemente se esforzó en ser el mejor omega que ÉL jamás le había pedido que fuera.

Sus padres estaban más que encantados de que su hijo al fin se encarrilara bajo la mano un alfa de élite como era Jeon Jungkook.

Un lugar al que pertenecer 𝖨𝖨 TaekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora