1. Una parte de él.

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Jungkook despertó cuando el reloj marcó las 4:22 am. Desde que era muy niño él ya tenía la costumbre de levantarse extremadamente temprano. Todos los viajes que había hecho a lo largo de su juventud le habían dejado un jet lag permanente. Pero no todo era malo.

Normalmente a esa hora Taehyung ya se habría aburrido de deambular, cansado de estar solo o asustado de los misterios de la noche y se habría metido en su cama en busca de su compañía y de su olor, y así, Jungkook podría esconderse en el cuello del omega, su omega, y respirar ese aroma tan sutil que tanto le gustaba.

En esos momentos; en la hora más oscura y silenciosa, justo antes del amanecer; Jungkook y Taehyung hablaban, se contaban secretos, se contaban anécdotas, e incluso se repetían cosas que ya sabían riendo bajo como si fuera la primera vez que la escucharan o simplemente se calmaban el uno al otro escuchando el ritmo constante de sus respiraciones.

Era un contrato jamás escrito entre ambos, que proclamaba disfrutar los pequeños momentos de felicidad que ninguno había podido tener hasta el día en que se mudaron juntos.

Pero esa madrugada el otro lado de la cama estaba vacío. Y si bien la habitación estaba sola, no estaba en silencio. Más allá de la puerta se podía escuchar el leve murmullo de una respiración y el resonar de talones sobre el suelo de alguien caminando de aquí para allá. Eso fue lo que le preocupó.

Después de todo, Taehyung era bailarín desde que había aprendido a mantenerse en pie, podría caminar con zapatos de clavos y no se le escucharía.

No lo pensó dos veces y se levantó con los pies desnudos sobre la madera.

Sabía que Tae estaba allí, podía sentirlo, pero también había algo dulce que no le gustaba y un sentimiento que le hizo quedarse sin aire al abrir la puerta. Era miedo y tristeza, que a pesar de no ser suya, se clavó en lo profundo de su pecho.

Se calmó un poco cuando, desde las escaleras, vio al chico sentado en el sofá con todas sus extremidades intactas, sin embargo, no estaba del todo bien.

— Tae... — Lentamente caminó hacia él y se arrodilló en el suelo. Con sus manos le obligó a levantar la cara para confirmar sus sospechas. El rostro del menor estaba hecho un mar de lágrimas.

Desprendió un olor tan triste que lo hizo agitar.

— Kookie... — Con un lamento, el omega se lanzó directo a sus brazos sin pensarlo.

Jungkook lo acunó como a un niño, ambos arrodillados en el suelo en una esfera de protección sin palabras, solo pequeños sollozos.

No era la primera vez en el último año que esta escena sucedía, pero siempre le rompía el corazón.

— Está bien, aquí estoy. Todo estará bien. — Con sus pulgares Jungkook limpiaba las lágrimas de las rojas mejillas del contrario, pero de inmediato eran reemplazadas por nuevas gotas.

Siguió repitiendo la misma frase hasta que su pareja pudo respirar lo suficiente para poder recomponerse.

» — Mi Tae... ¿Estás bien ahora? — Recibió un asentimiento en respuesta. — Ahora dime que pasó.

— Jimin...

La respuesta siempre era Jimin, pero esta vez Taehyung estaba apuntando algo.

Jungkook había pasado por alto ese detalle todo ese tiempo, o mejor dicho, su alfa lo había saltado por alto concentrado en asegurarse que su omega estaba bien. Ahora que no había peligro cerca, podía sentirlo. Era el olor dulce y triste que había llegado hasta la habitación de arriba.

Había un bolso negro y una canasta cubierta con una manta blanca, ambos apoyados justo frente a la puerta. Olfateó el aire, entre la tristeza del característico olor de Taehyung, había otro, otro extremadamente dulce que solo recordaba de una persona. Park Jimin.

Apretó los dientes. Él también había comenzado a temblar.

Miles de imágenes pasaron por su cabeza, cualquier cosa podría estar ahí dentro y ninguna de ellas podía ser buena si le había hecho llorar de esa manera.

Definitivamente se imaginó lo peor.

Se acercó lentamente y estando en cuclillas, quitó la manta.

La única cosa que no se imaginó estaba frente a él.

La sorpresa fue tanta que su primera reacción fue arrastrarse hacia atrás, con sus pies y manos, gateando de espaldas hasta que la mesa de centro lo detuvo. Detrás de él escuchó a Taehyung volver a llorar.

Jimin no estaba allí, pero una parte de él sí.

— Es... un cachorro... Taehyung, es un bebé.

Un lugar al que pertenecer 𝖨𝖨 TaekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora