36. Lo que faltaba.

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Camile salió bastante tarde de su escuela ese día. Tanto, que el sol ya había bajando, al igual que la temperatura.

Su prima mayor le había ofrecido llevarla a casa, pero ella no quiso abandonar a sus amigos. Tanto Jisoo como Hyori y Soonie debían estar hace horas en casa y Camile apenas salía. Incluso Haneul se había ido con ellas porque se había interesado en la ropa que Soonie confeccionaba.

Esperaba que se hicieran buenas amigas. Lo que no esperaba es que hiciera tanto frío.

Su nariz y mejillas estaban compitiendo por llegar a igualar el color de su cabello. Sus mejores amigos no habían perdido el tiempo para molestarla con eso, a pesar de estar temblando.

— Ahora si eres un tomatito completo, tomatito.

— Silencio Jinho.

— Si Jinho, si avergüenzas al tomatito sus orejas también se harán rojas y explotará ¿No sabías?

Ella quería tanto a esos hermanos... Los quería ahorcar tanto también.

— Tienen suerte de que me niego a sacar más manos de mis bolsillos...

Se rieron juntos, porque, a pesar de todo, ella agradecía estar siendo molestada por esos dos chicos.

Habían agotado su acabado su último día de clases hasta el final, siendo casi los últimos en dejar la escuela. El último día donde iba a estar reunida con sus compañeros de siempre. El último dónde tendría que soportar a sus maestros. El último día de su rutina simple y aprendida...

Si lo pensaba mucho se abrumaba.

Pero, por suerte para todos, había sido un gran día lleno de sorpresas.

Había sido muy alegre y había estado cantando, bailando, riendo y comiendo pero ya era hora de volver a casa con su familia y ver si le esperaba alguna más.

No tuvo que esperar a llegar para tener esa sorpresa extra.

Iba saliendo del instituto junto con sus amigos cuando se lo cruzó en el camino.

Fue un accidente y para nada había estado planeado. Lo supo por la cara de sorpresa que él le dio.

Ambos se miraron a los ojos y detuvieron sus pasos.

Ella no podía apartar la mirada de la piel pálida y las mejillas enrojecidas por el frío de aquel hombre.

— Camile ¿Estás bien?

Los gemelos también se detuvieron detrás de ella. El extraño los observó y ellos asintieron como saludo.

— ¿Vamos Mile?

Ella negó.

—No, no. Tengo un lugar donde ir primero. Les escribo en la noche.

Los chicos se observaron y asintieron, despidiéndose de ella con la mano. Cuando, tanto el beta como el delta, desaparecieron del rango de visión, como era de esperarse, hubo silencio.

Le tomó unas cuantas respiraciones profundas conseguir que decir.

— ¿Puedo ayudarle en algo?

— Camila...

— Mi nombre es Camile.

El hombre cerró la boca, exhaló y sonrió mientras asentía, eliminando todo lo pesado que tenía el ambiente con su brillante sonrisa y sus ojos cerrados.

— Si. Es ese. — Él asintió. — Tú... ¿Me recuerdas?

Ella le devolvió el gesto. Ella sonrió lentamente también, cerrando sus ojos en el proceso.

Ella tampoco podía ver nada cuando sonreía.

— Si. Usted estuvo en mi casa hace muchos años. Cuando era muy pequeña.

— Y... ¿Sabes quién soy?

Camile se acercó unos pasos más, cortando la distancia entre ellos. Cómo se hablarían dos conocidos, o dos amigos. Él tuvo que mirar hacia arriba para verla a los ojos

— Sí. Se quién eres Jimin.

Ella vio al hombre que conocía bien por las historias y cuentos, y apenas un poco por su cara mucho más joven, sonreírle. Tenía una sonrisa completamente igual a la suya.

—» Y también sé que eres mi padre.

Resultó que sus expresiones al estar a punto de empezar a llorar también eran iguales.

Curioso.

Curioso como, por fin, poder aclarar la cara de uno de los personajes más consistentes en su memoria. 

Porque, por supuesto, ella lo recordaba. Él era, de hecho, uno de los recuerdos más vívidos de su infancia. 

La primera vez que lo vio, aún hoy recordaba a la perfección todo ese día.

Ella había estado en la sala de estar, usando un vestido azul muy esponjoso que la hacía sentir como princesa. Incluso recordaba que había estado jugando con el pequeño soldado de juguete que le había regalado su tío Jin.

Su padre Taehyung estaba cocinando cuando sonó la puerta. Él había ido con ella y la había levantado en brazos casi al instante.

"Parece que llegó papi." Había dicho él.

Ahora, años después, sabia que eso era imposible. Su padre Jungkook llegaba siempre por la puerta trasera y de haber llegado por la principal no hubiese tocado el timbre. 

Tenía muy fresco en su mente como la expresión de Taehyung había caido, como los brazos que la sostenían se habían apretado a su alrededor y como se había cubierto del olor tan suave de su padre amargado por la angustia.

La habían bajado y escondido de manera que tuvo que mirar hacia arriba y entre las piernas de su padre para ver un poco al recién llegado. El destello del sol no la dejaba ver bien, pero sí pudo distinguir a una persona en la puerta.

Recordaba a su tío Yoongi abrazando a su padre que temblaba y lloraba, mientras el desconocido estaba de pie en su sala de estar mirándola.

Ese hombre de olor tan dulce la saludó con su mano mientras le daba una cálida sonrisa, ella le devolvió el saludo porque era educada y eso era correcto. No le parecía malo, pero había hecho llorar a su papá, así que tuvo miedo. Por eso, por más su olor la hacia querer acercarse, se mantuvo lejos.

Sabía cual era la última frase que Taehyung le dijo ese día porque era una frase común que le decía cada mañana.

— Nos vemos. Te amo.

Ella había ido al trabajo de su padre Jungkook justo después y él le sonrió también, pero estaba igual de angustiado que su papá Tae. Podía olerlo, lo sabía.

Sobre todo, recordaba haber llegado a la casa de sus tíos y haber ido al cuarto de Soonie a llorar.

Tenía tanto miedo de perder a su familia a pesar de ser tan pequeñita.

Se había prometido ese día ser una alfa grande y fuerte, para poder proteger a sus padres. Y lo había cumplido.

También se había prometido nunca preguntar qué pasó ese día cuando volvió a casa para no tener que ver a sus padres angustiados nunca más.

Pero ahora podía preguntar, porque allí frente a ella estaba Park Jimin, el extraño que había hecho llorar a su papá, sonriendo como aquella vez que la saludó esforzándose por no llorar.

—Yo... ¿Podría hablar contigo Camile?

Camile la tendió una mano y el omega la tomó, estaba temblando. Era algo que había querido hacer desde que era muy pequeña.

Se sintió bien, correcto. Como encontrar y sostener en las manos algo que faltaba.

—Por supuesto que podemos hablar.





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No sé que pasa que wattpad desordenó los capítulos. Creo que es la tercera vez que intento publicar este. Espero quedé en el orden correcto ahora.
Estoy muy triste.

Un lugar al que pertenecer 𝖨𝖨 TaekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora