Taehyung no recordaba la fecha. Pero Jungkook la había anotado en una agenda que sus padres le habían regalado.
Recordaba casi todo lo de ese día.
Jungkook se había subido al auto de sus padres para ir a buscar a su tío Sejin. Un amigo muy cercano de su padre, pero su reunión se había alargado más de lo esperado.
Tiempo después se enteraría que esa reunión era realmente el juicio por la custodia de Taehyung.
Sus padres habían entrado a una cafetería cercana, pero él decidió quedarse en el parque junto con Bam. Un doberman más grande que él incluso, que su tío había adoptado unos meses antes.
El perro era enorme, pero aún era un cachorro. Un gran cachorro que no sabía medir su fuerza aun. Un cachorro que fue corriendo a conocer a un extraño sentado en el pasto, haciéndolo caer de espaldas y casi revolcarse.
Kook había corrido en su auxilio de inmediato.
— ¡Bam, no! ¡Bam!
Con sus brazos flacos, le costó bastante quitar al enorme perro encima del chico. No parecía enojado, parecía estarse riendo, pero lloraba a la vez.
Jungkook se preocupó mucho.
—>> ¡Ay! De verdad lo siento, no fue mi intención, él aún es pequeño.
— ¿Pequeño? No lo parece la verdad.
Jungkook se rio. Relajándose.
— Solo tiene cuatro meses.
El desconocido abrió mucho los ojos, volviendo a ver al enorme perro que lo observaba con una mueca muy parecida a una sonrisa.
— Es hermoso ¿Es tuyo?
— No, es de mi tío.
— Ya... Me gustaría tener uno.
— Estoy seguro que lo tendrás algún día.
El castaño sonrió y aprovechó la calma para secarse las lágrimas.
— Oye... ¿Seguro estás bien? Lloras...
Jungkook le tendió un pañuelo que siempre llevaba en el bolsillo. Prácticamente una orden de su mamá, siempre lleva uno encima como un caballero.
El chico lo aceptó con una sonrisa de pena.
— Estoy bien. Lo juro, yo... estaba llorando antes de que él llegara. De hecho. Es lo mejor que me pasó en el día.
No quiso preguntar, pero algo dentro de él lo mantenía interesado e incluso preocupado por el extraño de olor tan suave pero tan triste.
— ¡Ya sé, mira esto!
Jungkook tenía una trenza de tela en la mano. Un juguete. Con solo agitarlo Bam se emocionó como nunca.
El adolescente fingió lanzarlo y rápidamente lo escondió. Bam corrió unos pasos antes de quedar completamente confundido.
El extraño volvió a reír.
— ¡No seas malo! ¡Pobrecito cachorro!
Jungkook se disculpó riendo también y lanzó el juguete esta vez. Ambos chicos jugaron un buen rato. A lanzar aquella trenza, a practicar trucos que Bam iba aprendiendo e incluso terminaron ambos revolcados por el cachorro una segunda vez.
Jungkook estaba feliz y orgulloso de haber hecho que el olor a tristeza y amargura desapareciera por completo, al igual que las lágrimas de antes.
— ¡Jungkook!
El joven alfa levantó la mirada para ver a su padre hacerle una seña al otro lado de la calle que separaba el parque de la calle comercial donde estaba el bufete.
El, había adivinado, omega, perdió su sonrisa.
— ¿Ya debes irte?
— Si... pero ¿Vienes mucho por aquí?
Taehyung negó y Jungkook se sintió mal. Su alfa le dio una advertencia. Quizá el chico pudo sentirlo. Porque se apresuró a aclarar.
— Pero voy a estar aquí todos los días de esta semana hasta que... mi abuela termine sus reuniones. Si te interesa...
Jungkook sonrió.
— Vendré a verte. Lo prometo. Soy Jungkook. Jeon Jungkook.
— Soy Kim Taehyung. Te esperaré aquí. También lo prometo.
Jungkook fue todos los días de esa semana a jugar con Bam y a visitar a su nuevo amigo. Para poder hacerlo sonreír aunque fuese unos minutos al día.
Incluso después de esa semana siguieron viéndose en el parque día tras día.
Los años pasaron y ellos siguieron viéndose y encontrándose.
Quince años después tenían la misma felicidad que en aquellas épocas, encontrándose día tras día simplemente al despertar con el otro allí delante a menos de una palma de distancia.
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Un lugar al que pertenecer 𝖨𝖨 Taekook
أدب الهواةEl día que la puerta volvió a sonar Taehyung estaba dispuesto a escuchar la explicación de Jimin antes de preguntar. Pero la parte de él que regresó no podía dar explicaciones, no tenía respuestas, no tenía la culpa y no podía cuidarse sola.