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Abrí mis ojos con lentitud, entre lo borroso de mi vista y una pequeña luz, pude distinguir el rostro de un ángel

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Abrí mis ojos con lentitud, entre lo borroso de mi vista y una pequeña luz, pude distinguir el rostro de un ángel.

– Beomie, volviste en ti – era Jung Ui.

– ¿Vo-volver en mi? – me senté en la camilla, no recordaba que me había ido, ni siquiera recordaba el porqué.

– Te desmayaste sobre Yeonjun luego de lo que dijiste y te trajimos a la enfermería – ah cierto, gracias Jung Ui.

¿Ah?

– ¿Yeonjun?

Ella cubrió su rostro y se movió emocionada – ¡Beomie! Yeonjun, ¡el chico al que te declaraste! – gritó destapándose. Tragué duro ¿se me permite volver a desmayarme? – Aunque algo me molesta enormemente – prosiguió, mirando hacia la salida y luego a mi – ¿Por qué no me dijiste que eras gay? – la mire espantado. Quizá nunca lo mencione porque no lo soy – Nunca lo imaginé.

– N-no, Jung Ui, te equivocas, yo-

– Jóvenes... – entró la enfermera –. Si ya se sienten mejor, pueden regresar a su curso.

– Si, yo lo acompañaré – ella se ofreció, sujetando mi brazo para que me parara.

– Gracias... – Me levanté y salimos de ahí.

•    •    •

– ¿Estas bien, Beomie? – ¿Cuándo iba a dejar de usar ese sobrenombre tan malo conmigo?

– Jung Ui, no me llames así.

– Pero si te llamo así desde que tenías cinco y nunca te molestó – nunca te lo dije.

– Pero ya no tengo cinco, ¿ves? – la solté, señalándome. – Soy un chico grande.

– Ay, Beomie – apretó mi mejilla. – Eres un bebé, no bromees.

– Señorita Noh – no nos percatamos de que ya estábamos frente a su aula, hasta que un profesor salió. – Entre al salón.

– Debo acompañarlo hasta su curso – se excusó.

– El joven puede continuar solo – abrió aún más la puerta, haciéndose a su lado. – Ingrese, por favor.

– Ok... Bye, Beomie... – saludó y también agité mi mano hacia ella.

Cuando ingresó, sus compañeros miraron hacia afuera y de repente comenzaron a murmurar. Eso me extrañó, hasta que noté que aquel chico de la mañana también estaba ahí, él no me miraba, pero si el chico a su lado, con una sonrisa socarrona.

– Vuelva a su aula, Choi – ordenó el docente, entrando a su salón.

Suspiré y volví arrastrando mis pies. Esta bien, podía aclarar todo esto más tarde.

Llegué a mi curso y entré. La profesora de matemáticas continuó escribiendo en la pizarra, pero los murmullos de mis compañeros fueron perdiendo intensidad.

Detuve mis pasos en frente y los observé, algunos se reían por lo bajo y otros me miraban con sorpresa. De nuevo volvió a pasar.

– Choi, toma asiento. ¿Te sientes mejor? – voltee hacia la profesora. – Me comentó tu compañero que estabas en la enfermería – aclaró.

– Ah, si, si, estoy mejor. Gracias.

Caminé hacia mi pupitre y me senté. Algunos todavía me miraban, más aún las chicas, ellas parecían divertidas con la situación, pero ¿cuál era la situación?

Dejaron de verme cuando la profesora empezó a hablar.

– Bro, que quemada – Heeseung, a mi lado, habló en mi oído.

– ¿De quién? – me incliné más cerca de él, para oír mejor el chisme.

Se alejó un poco, a la distancia inicial. – Túya bro, todo el colegio lo sabe.

Oh no, oh no, no, no – ¿Saber que? – imposible, no había tantos alumnos ahí afuera, algunos ni siquiera me habían escuchado, no puede ser.

– Que eres gay y te le declaraste a Choi Yeonjun de último año.

– ¡Eso no es cierto! – Me levanté del banco totalmente horrorizado.

– ¡Choi Beomgyu! – La profesora me regañó. – Acabamos de corroborar que si lo es – ¡¿Ah?!

– ¡Imposible! ¡Ustedes no pueden decidir eso!

– No grite, joven – picoteo la pizarra. – Las matemáticas son indiscutibles y universales, las derivadas son así y usted no puede venir a discutirme eso.

– ¿Las matemáticas? – ah caray, y yo creyendo que me había dicho homosexual.

La risa de Heeseung cortó el ambiente de discusión, y la profesora pidió que me sentara y a él que se callara.

– Creíste que ella te estaba llamando gay.

No dije nada, mordí mi labio inferior con nervios. Tenía que aclarar todo esto de una buena vez.

Cuando la clase terminó y la profesora se fue, me levanté rápido para evitar que mis compañeros salieran del aula antes que yo, y cubrí la puerta.

– ¿Choi? – Preguntó uno de ellos.

– ¡No soy gay! – Grité cerrando mis ojos. Salí corriendo después de eso.

NO TAN HETEROSEXUAL | YEONGYUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora