Toda la sala se quedó en silencio esperando a que empezara la Santa a leer el decreto.
Ella tomó aire y expreso las palabras solemnemente.
Ríe:"Yo el Emperador del Imperio Yulong expreso mi deseo de casarme con una princesa del Imperio Grandia para restaurar la alianza entre ambos Imperios que había sido rota hace décadas por el antiguo Emperador de Grandia, Nextor III Grandia durante la guerra anterior. Por consiguiente espero mucho de mi futura esposa y Emperatriz , de acuerdo a las tradiciones de mi tierra y antepasados me es más factible tomar una princesa de buen renombre y belleza, que sepa actuar en situaciones donde la política y el estatus sean requeridas como también manejar las consecuencias de ese acto. Necesito una mujer hermosa pero amable y sé de antemano que a las princesas de Grandia les sobra estas virtudes. Por lo que mis Ministros y yo hemos sacado varias condiciones que debe tener la princesa enviada".--La Santa se detuvo para coger aire y miró a los presentes que esperaban que siguiera.--"La primera condición es que la princesa debe tener un pleno estado de salud y fertilidad para llevar a cabo las tareas de toda Emperatriz y madre. La segunda es que debe tener los conocimientos necesarios para realizar la ceremonia de bodas a la perfección, en tercer lugar la futura novia debe estar graduada de la Academia Imperial con notables notas y tener una tesis investigativa sobre la magia, en cuarto lugar la edad de la princesa debe ser menor a la mía pero tiene que ser mayor de 15 años debido a la tradición matrimonial de mí nación".
Castia:Con solo oirlo ya puedo ver que no va hacer fácil elejir a una princesa. Por suerte ni Kyouko ni yo entramos en esas categorías ya que mi edad es mayor aunque si pasé la academia.--Suspiró aliviada internamente.--Pero aún no puedo bajar la guardia.
Ríe:"En quinto lugar la princesa debe tener como dote una mina de diamantes...--Fue interrumpida.--
Emperador:¡¿Qué quiere decir con eso?!. ¿Está loco?. ¡Ni siquera piense que daré una mina de diamantes como dote!.--Gritó enojado.--
Castia:¿Ni siquiera por nuestro Imperio?.--Pregunté.--
Rubí:¡Castia!.--Trató de detenerla.--
Pero ella ignoró a su madre.
Castia:Padre. Piensalo bien. Si no hacemos algo perderemos más que solo una mina.--Declaré.--Además no tenemos tiempo para formalidades diplomáticas. Debemos elejir.
Ríe:Por primera vez oigo que alguien sensato habla en este lugar. Y eso que no he terminado de decir las condiciones completamente. Pero les tengo que decir algo de antemano.--Deja el decreto en la mesa.--Si el quinto decreto pide un gran dote, el sexto pide que la princesa lleve hacia Yulong la corona de la anterior Emperatriz.
Rubí:¿Por qué? Se supone que quien la lleve sea la Emperatriz.--Miró a la Santa con confusión.--
Ríe:No sé la razón pero puede ser que quiera que la princesa elejida lleve una joya de su país como prueba legítima de que el Imperio apruebe el matrimonio y se vea bien antes los ojos de la población.--Explicó.--
Castia:Suena factible.--Asiente.--
Ríe:Pero la más rara de las condiciones sería la siguiente, la séptima.--Miró el decreto.--
Castia:¿Cuál sería?.--Se interesó.--
Ríe:Como bien saben el Imperio Yulong tiene una tradicción conyugal un tanto particular. Después de que haya elejido la esposa de la casa el esposo puede contraer otros matrimonios los cuales las mujeres son llamadas concubinas al igual que el Emperador posee pero tienen una gran diferencia y se implementa cuando son las mujeres del Emperador. Y es que él mismo elige con quien pasar la noche y según la cantidad de veces en la que se encuentre satisfecho es que puede convertirse en su favorita y mientras más favoritismo más rivalidades ocurren por lo que se espera que la princesa sepa dirijir el háren de su esposo.--Señaló donde decía la condición.--
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¡¿Reencarné en la princesa abandonada?!.
FantasyAño 2091. Me llamo Nanase Kyouko y desarrollé el mejor juego de realidad virtual en la historia de la humanidad. Pero... ¡¿Por qué tuve ser reencarnada en él?!. Alguien me mató y me puso dentro del juego. Y lo peor de todo nací como la Princesa aba...