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A un mes de su diagnóstico de hanahaki, Nanami se sentía igual que al comienzo. No hubo cambios en su vida, ni en su cuerpo, excepto que a veces podía sentir cómo algo se retorcía en su pecho, que no tenía que ver con los celos o la tristeza ocasional de no tener a Gojo a su lado. Todavía no tosía flores, a menos que tomara su medicamento, lo que de cierta forma era un alivio, porque significaba que aún era capaz de permanecer cerca de él como si nada estuviera pasando.

Pese a saber que tenía el tiempo contado, y que en un par de días debía volver al médico con una nueva resonancia de tórax, todavía no decidía lo que quería hacer, tampoco habló con su madre ni con Haibara y, en realidad, no planeaba hacerlo pronto. Evadir un problema era algo impropio de él, lo sabía, y si estaba obligado a admitirlo, en ese momento se odiaba por su falta de acción, pero nunca había sido bueno hablando de sentimientos, y al parecer eso era una cosa que no podía cambiar, ni siquiera cuando la muerte soplaba a sus espaldas.

Decir que parte de su renuencia a tomar la decisión no tenía que ver con el hecho de que Gojo cuidaba de él, sería mentir. Y tal vez usar su afección para tener su atención era un truco sucio del que no podía sentirse orgulloso, pero no logró evitarlo, estaba tan enamorado de él, que solo quería poder disfrutar de cada pequeña migaja de cariño que pudiera robarle antes de que fuera demasiado tarde.

Cuando pensaba en el tiempo que había desperdiciado pensando que estaba bien con lo poco que podía obtener, resistiendo el dolor de su marca solo porque eso le aseguraba que Gojo estuviera cerca, se sentía desolado, además de estúpido y profundamente miserable. Sufrir por amor el resto de sus vidas (que al parecer ya no eran demasiado) no era la vida que quería tener, pero era lo que seguía eligiendo día tras día. A veces, miraba a Gojo y se preguntaba cómo reaccionaría si se acercaba a él, tomaba su rostro entres sus manos y le decía te amo; sin embargo, por alguna razón, nunca conseguía una respuesta del Gojo de su imaginación, ni siquiera en sus sueños, lo que debía ser una señal.

—Acabo de notar que no has comido nada desde el desayuno, Kento —dijo Geto, llamando la atención del aludido y de los otros tres.

Ya que Hiromi estaba en un viaje de negocios, Gojo los invitó a todos a pasar el caluroso fin de semana en la enorme casa con piscina. Al principio la idea resultó atractiva, pero conforme las horas pasaron y el rubio siguió pensando en que debía decirle a Gojo lo que sentía, comenzó a agobiarse, al final, perdió el apetito y su buen ánimo se esfumó.

—¿Te sientes mal? —añadió Gojo, sonando demasiado preocupado.

—Estoy bien.

—Está mintiendo —dijo Haibara desde la orilla de la piscina en dónde estaba remojando los pies.

Nanami puso los ojos en blanco y se levantó de su silla para ir a buscar otra cerveza a la nevera, como era de esperarse, Gojo dejó de tomarse selfies para su instagram, para seguirlo hasta la cocina.

—No puedes tomar más cerveza hasta que comas algo decente —declaró, arrebatándole la botella.

—No soy un niño al que tienes que cuidar, Satoru —se quejó.

El aludido puso los ojos en blanco y gritó: —¡Lo ves! ¡Estás de mal humor porque no has comido nada-!

—Estoy de mal humor porque me quitaste mi cerveza —replicó Nanami, recargándose contra la isla.

—Te prepararé lo que quieras, solo, dime que —dijo Gojo mientras se giraba hacia el refrigerador—. Esto está lleno, podemos preparar lo que sea. O podemos ordenar algo.

You're Losing Me [GoNana][Jujutsu Kaisen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora