IX

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Gojo no le dice a su prometido que se está acostando con Nanami y planea seguir adelante con su boda, del mismo modo que Nanami no le menciona a Gojo que son soulmates, ni las flores creciendo en su pecho, tampoco asiste al médico para su cita de revisión, a pesar de que siente que su salud se deteriora cada vez más rápido.

Así, una tarde en la oficina, después de recibir un mensaje de Gojo para verse por la noche, Nanami acaba metido en el baño mientras escupe flores.

Es la primera vez que sucede sin la ayuda del medicamento y al principio está asustado, pero, una vez que deja de escupir coloridos pétalos silvestres y el sentimiento de alerta se esfuma de su cuerpo, se da cuenta de que hay una diferencia entre forzarlos a salir y dejar que florezcan a su antojo. El segundo, aunque era incómodo, no se trataba de un proceso doloroso; los brotes le hacen cosquillas en la garganta y expulsarlos es más o menos fácil, además le dejan un sabor dulce y agradable en la boca; lo que acaba de experimentar, en cambio, se sintió como si la vida se le escapara con cada espasmo.

Mientras se lava las manos, listo para volver a su escritorio, piensa que, de algún modo, la sensación de toser las flores sin fármacos es muy parecida a las emociones que experimenta estando con Gojo a sabiendas de que al final de su encuentro volverá a casa a lado de su prometido. Ya estaba en la puerta del baño cuando sintió algo terroso y desagradable en la lengua, una señal de que había más capullos que debía sacar de su sistema respiratorio, por lo que volvió a meterse en uno de los cubículos, esperando que ninguno de sus compañeros de trabajo decida ir a buscarlo.

Nota algo diferente a la vez anterior cuando comienza a toser: ahora hay un sabor amargo en su paladar y le arde la garganta, además, las flores que antes eran de un tono rosa o rojo, se han vuelto amarillas y naranjas; la forma también es distinta, estas son alargadas y ovaladas, similares a la punta de una lanza. No tiene más tiempo para intentar averiguar a qué flor pertenecen los pétalos porque escucha a alguien entrar en el baño y, en todo caso, no es que sepa de floricultura.

—Kento, ¿te encuentras bien? —Es Choso el que pregunta—. ¿Necesitas que te consiga algo?

—Estoy bien —le responde, su voz se siente rasposa y casi está seguro de que suena como alguien que ha fumado por más de la mitad de su vida.

Nanami comienza a toser de nuevo y Choso no dice nada más, pero sabe que sigue esperándolo fuera. Pasan un par de minutos antes de que el ataque de tos termine, aliviado, respira hondo, sin embargo, esta vez no siente que el aire llegue a sus pulmones. Se detiene un momento para preguntarse si el medicamento seguirá funcionando, o si tal vez tendrá que vivir el resto de sus días con los intrusos que crecen en su pecho, robándole el aire poco a poco. Le da un último vistazo a los pétalos flotando en el agua del inodoro, luego tira de la cadena y sale del cubículo.

La expresión afligida de Choso lo recibe, Nanami se siente mal por preocuparlo y sabe que nada de lo que pueda decir aliviará la angustia de Choso, a menos de que se asegure de que no le miente cuando le dice que está bien. Para ser honesto, nunca ha entendido por qué sus amigos se preocupan tanto por él, no cree ser una persona descuida o que merezca tanta atención, pero era obvio que ellos opinaban diferente.

Sin saber qué decir, Nanami se acerca hasta el lavamanos y abre la llave. Choso se para a su lado y para el rubio no pasa desapercibido que él tampoco está seguro de que hacer.

—¿Cómo te sientes? —dice, era una pregunta inevitable. Nanami está tentado a ser grosero, pero la mano de Choso sobre su espalda lo calma, ya que el calor le resulta agradable.

—Estoy mejor —respondió avergonzado mientras cerraba la llave—. Siento si te asuste.

Choso niega, intentando restarle importancia al asunto, Nanami le sonríe, esperando que todo quede ahí, sin embargo, él estira su mano y toma algo de su hombro. Nanami se da cuenta de que se trata de una flor que debió volar sin que él lo notara, se siente torpe por no haber sido más cuidadoso, pero parece tarde para seguir inventando excusas. Con el rostro pálido por el malestar y el miedo a la verdad, observa a Choso mirar el pétalo con curiosidad, como en cámara lenta, su atención se vuelve hacia Nanami, y a medida que la comprensión se instala en su cabeza, su gesto cambia de una mueca de sorpresa, a algo que solo puede describirse como lástima.

—Dime que no es hanahaki —casi suena como un ruego.

Nanami se siente culpable, ya que sabe que Choso tiene sentimientos por él y saber que está enfermo debe ser un peso terrible sobre sus hombros. Hasta ese momento, Nanami siempre ha evitado hacer cosas que Choso pudiera malinterpretar, también fue muy cuidadoso para no herirlo de manera indirecta, porque nadie entiende mejor que él mismo, lo doloroso que es no ser correspondido.

—Lo es.

—Oh, Kento —dijo Choso con los ojos acuosos por las lágrimas.

Nanami quiso decirle que no tenía que preocuparse, que estaba bien, pero antes de que pudiera decir otra cosa, Choso lo abrazó contra su pecho. Fue un gesto sorpresivo, aunque al mismo tiempo le resultó algo dulce y cargado de tanto cariño que, inevitablemente, Nanami comenzó a llorar.

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Nanami decidió decirle a Gojo que no podía verlo esa noche, en cambio, invitó a Choso a cenar a su departamento, como un pequeño agradecimiento por aceptar guardar su secreto durante un tiempo. Por desgracia, sus planes resultaron arruinados cuando al llegar al lugar, encontraron a Gojo esperándolo afuera.

—¿Qué haces aquí y por qué estás afuera? —preguntó, sintiendo que las flores revoloteaban en su pecho.

—Quería verte y creo que esta vez si he perdido mi copia de la llave —respondió con un mohín infantil, con el que intentaba parecer agradable, pero Nanami lo conocía bien y sabía que en realidad estaba furioso—. Hola Choso —agregó y a pesar de que le sonreía, Nanami noto algo ácido en su tono de voz y la manera en la que miraba a Choso como si estuviera planeando deshacerse de él en los próximos minutos.

Nanami suspiro, con tal de evitar una catástrofe, abrió la puerta de su departamento, y dejó que Gojo entrara primero.

—Puedo irme si quieres —Choso susurró deteniéndose a su lado.

—En realidad tienes que ayudarme a deshacerme de él —pidió sabiendo que no necesitaba decirle más para que Choso comprendiera el porqué—. No puede quedarse mucho tiempo.

—Uh, siempre he querido echar a Satoru Gojo de algún lugar —Choso sonrió, había un brillo de diversión en sus ojos que provocó que Nanami también se riera.

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n/a:

Hola. Tengo una pregunta para los lectores, ¿preferirían un final trágico (alguien muere), agridulce (alguien vive) o feliz (quedan juntos)? Yo ya tengo algo planeado, pero me gustaría leer que piensan al respecto por la manera en la que se estan dando las cosas. Como nota extra deben saber que Satoru es un narrador poco fiable, asi que no todo en su pov es lo que realmente siente y/o piensa.

Eso es todo por hoy, gracias por leer 😘

You're Losing Me [GoNana][Jujutsu Kaisen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora