XIV

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Geto ama a sus amigos y haría casi cualquier cosa por ellos. Sin embargo, dado lo fácil que le resulta empatizar y sufrir con los demás, prefiere mantenerse fuera de sus asuntos personales a menos que lo involucren o le pidan ayuda. Haibara, por otro lado, es un libro abierto para todo el mundo, y espera que los otros también lo sean, puede que eso sea ingenuo y un poco estúpido, pero Geto siempre lo encontró encantador; excepto, claro, cuando Haibara comienza a ser demasiado intrusivo y Geto solo le quedan dos opciones: entrometerse en la vida ajena, o bien, esperar a que Haibara meta la pata y vuelva a él derrotado.

Por eso, la noche en que vuelven a casa luego de pasar el rato con sus amigos en el departamento de Nanami, Geto sólo puede rodar los ojos y suspirar, dejando que todo el aire escapé de su pecho en cuanto escucha a su esposo decir que cree que está pasando algo entre Gojo, Nanami y Choso. Haibara toma eso como una señal para no continuar por ese camino y guarda silencio.

Por desgracia, la idea ya está dando vueltas en la cabeza de Geto y no puede negar que él también vio las señales: los dedos de Gojo acariciando con cariño, la rodilla de Nanami creyendo que nadie los miraba, o la mano de Choso frotando la espalda del rubio cada que se tomaba un momento lejos de Gojo. Las miradas de soslayo y susurros al oído que provocaron que Nanami se sonrojara, o que se pusiera tan pálido como un fantasma, dependiendo si fue Gojo o Choso quien le habló. El beso en la mejilla de Nanami junto al abrazo prolongado que Gojo le dio a manera de despedida y el hecho de que Choso se quedó con Nanami cuando todos se fueron, eran las cerezas de ese pastel de obviedad, porque ninguno fue lo bastante discreto.

—¿Qué es lo que ves? —preguntó Geto mientras se metía a la cama, a su lado, Haibara se giró y miró al techo.

—No quieres saber —suspiró—. ¿Qué es lo que sabes tú?

—Nada bueno para Kento.

Suspiraron al mismo tiempo y luego, Haibara volvió a girar para apoyar su cabeza sobre el pecho de Geto.

—¿Deberíamos hacer algo? Quizá todavía no es tarde.

—No hay nada que podamos hacer si no podemos leer a Gojo —respondió acariciando el cabello de su esposo—. Puedo hablar con ellos, pero temo empeorarlo más de lo que lo hice.

—Creo que le dijiste a Gojo las cosas correctas ese día —Haibara negó con la cabeza—. Pero ya sabes cómo es jugar con el destino, no fue tu culpa.

Geto suspiró, sabía que Haibara tenía razón, pero no podía evitar pensar que de haber sido un poco más sincero con Gojo esa mañana en la cafetería, o incluso antes, si le hubiera dicho que debía dejar a Higuruma en el mismo segundo en que le dijo que le había pedido matrimonio, las cosas serían diferentes en ese punto.

—Sea lo que sea que estés pensando —dijo Haibara bostezando—. Déjalo ir y vamos a dormir.

—Bien —dijo despegándose de Haibara, para poder estirarse y apagar la luz de la lámpara que estaba sobre su mesita de noche.

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A pesar de que lo intentó con todas sus fuerzas, Geto al fin se cansó de la situación, y ya que el paso de los días había demostrado que sus amigos necesitaban algo de ayuda para poner en orden sus asuntos del corazón, decidió que tenía que ayudarlos.

Por supuesto, no le dijo a Haibara lo que iba a ser porque a pesar de que sabía que lo apoyaría, no quería que cargara con la culpa en caso de echarlo todo por la borda (aunque en el fondo, Geto creía que no había nada peor que la sentencia de muerte que colgaba de la cabeza de Nanami).

You're Losing Me [GoNana][Jujutsu Kaisen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora