XXIV

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A medida que avanzaban por el interminable pasillo del hospital, Gojo comenzó a sentirse cada vez más y más nervioso; las manos no habían dejado de temblarle, sus palmas sudaban y había un hormigueo incesante en su antebrazo (justo en el sitio donde su marca del alma debía aparecer), que aumentó cuando se detuvieron frente a la habitación y vio a Choso sosteniendo la mano de Nanami mientras se reían.

Gojo se obligó a apartar la mirada, luchando contra la creciente ola de celos que amenazaba con nublar su juicio. Se había prometido a sí mismo, y también a sus amigos, que no haría nada pudiera incomodar o agravar la situación de Nanami, y montar una escena a causa de sus inseguridades, en definitiva estaba dentro de las cosas prohibidas.

Para distraerse, masajeó su antebrazo, en un intento de aminorar la incomodidad que le provocaba el hormigueo. Antes de que Geto le metiera todas esas ideas sobre un posible defecto de su bloqueador en la cabeza, nunca tuvo problemas, ni sentía nada, pero ahora siempre había algo similar a un cosquilleo, que lo hacía demasiado consciente del pequeño y helado chip bajo su piel. Era desagradable, aunque ya que sabía del dolor que le estuvo causando a Nanami durante diez años, sus quejas se sentían banales y sin sentido.

—¿Estás bien? —preguntó Haibara, poniendo una mano sobre su hombro.

Gojo asintió con la cabeza, de soslayo notó un movimiento dentro de la habitación, sin poder evitarlo, levantó la mirada, para encontrarse con Choso presionando un beso sobre la frente de Nanami.

Contuvo el aliento en un intento de mantenerse calmado, y se recordó que después de lo que le hizo, no tenía derecho a molestarse, porque ya no eran nada. E incluso si Gojo lograra ser una persona decente esa noche y Nanami encontrase una forma de perdonarle, lo más probable era nunca llegarían a tener algo, su conciencia no se lo permitiría, pues al final, Gojo sería un necio si intentara negar que fue él mismo quién destrozó la relación que tenían y la quemó hasta los cimientos. Difícilmente podrían recuperarse de eso, aun si resultaba que el bloqueador había causado todo.

Choso salió de la habitación, dedicándole una mirada amarga y resentida, por supuesto, Gojo entendía su hostilidad; por suerte para sí mismo, no se parecían en nada, porque si la situación fuera al revés, no lo habría dejado pasar.

—Le pusieron un sedante —le dijo cuando se cruzaron, sujetaba su brazo con más fuerza de la necesaria, pero Gojo decidió aguantar su queja—. Está un poco sensible, no lo molestes demasiado, Gojo.

El aludido asintió con la cabeza, Choso le dedicó una mirada desconfiada antes de dejarlo ir. Gojo se detuvo en la puerta de la habitación, preocupado de que las cosas salieran mal otra vez; entonces, Nanami volteó, sus ojos brillaron y su sonrisa iluminó su rostro, como si en verdad se alegrara de verlo.

—¿Cómo estuvo tu visita a la estación de policía? —preguntó Nanami con diversión, al mismo tiempo que extendía su brazo, en un llamado silencioso para que se acercara.

—Fue revelador, creo —respondió sin saber qué otra cosa podía decir, mientras se apresuraba hasta su lado—. Suguru dijo que querías verme, y aquí estoy, entonces.

—Cuando lo dices así, suena como si tuvieras prisa —suspiró desviando su mirada hacia el techo—. ¿Tanto estorbo en tu vida?

—No quise insinuar eso, Kento —suspiró, desde que le dijeron que quería verlo supo que sería una conversación turbulenta, pero en el fondo esperaba que fuera más simple—. Es solo, sé que tienes hanahaki y no quiero empeorarlo quedándome demasiado.

—Ya que fuiste tú el que lo mencionó —el tono seco en que pronunció esas palabras, hizo que Gojo se sintiera inquieto— ¿Qué quieres que haga?

You're Losing Me [GoNana][Jujutsu Kaisen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora