XXII

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Si alguien le hubiera dicho a Gojo que acabaría siendo arrestado por pelear a los gritos con Nanami fuera de su departamento, se habría reído. Ahora, mientras esperaba a que Geto llegará para pagar su fianza y así poder salir de la estación, se preguntó en qué momento de su vida fue que comenzó a tomar las malas decisiones que lo llevaron hasta ese punto. No podía decir que había tocado fondo todavía, pero lo cierto era que ser obligado a subir a la patrulla, bajo la atenta mirada de los vecinos que aseguraron que estuvo hostigando a Nanami e intentó allanar su morada, se sintió humillante.

A decir verdad, no estaba seguro de en qué momento las cosas con Nanami se descarrilaron; fue a verlo con la intención de disculparse e intentar aclarar la ambigüedad de su relación, pero de instante a otro se sorprendió a sí mismo pateando la puerta y llamándolo puta, para después entrar en pánico por el terrible silencio que había adentro.

No necesitaba que nadie le dijera que había perdido la cabeza, porque él ya era consciente de que estaba mal y, que requería ayuda profesional, el problema era que, por un motivo u otro, no conseguía dar ese paso. Tan solo durante los últimos días intento agendar una cita por teléfono, marcó mal el número y acabó molestando a una anciana con problemas del oído que lo creyó su hijo que nunca llamaba; entonces intentó pedirle a su madre que hiciera una cita en su nombre, aunque en lugar de pedir ayuda, terminó contándole la razón por la que se canceló la boda, lo que causó que tuvieran una pelea, ya que ella "no crio a un patán," y no lo reconocía. Probó suerte, también, yendo hasta el hospital, pero cuando iba a bajar del auto, se dio cuenta de que enfrente se hallaba una clínica con servicio de lectura de soulmarks y removedor de bloqueadores, que solo sirvió para distraerlo pensando en sus amigos y su insistencia para que se quitara el que suyo.

Pasó las siguientes tres horas estacionado, sin poder hacer otra cosa más que pensar en las posibilidades frente a él. Había elegido ponerse un bloqueador en busca de libertad y libre albedrío, pero al final, se daba cuenta de que, todas las decisiones que tomó a largo de su vida se sintió ajeno, como si alguien lo estuviera guiando y le susurrara al oído cómo debía comportarse. Por un momento se preguntó si quitarse el dispositivo, en realidad cambiaría las cosas, ¿qué pasaría si resultaba que nada lo estaba cambiando y que solo era un idiota? ¿Cómo miraría a la cara a Nanami para disculparse si no podía culpar a otros y todo lo hizo porque así lo quiso? Incluso si Geto tenía razón y el bloqueador excusara por completo su comportamiento, ¿cómo se recupera el tiempo perdido? ¿Qué haría si volvía a repetir los mismos errores porque no conocía otra manera de ser Satoru Gojo?

Gojo tenía miedo de descubrir que no era quien creía ser y también temía serlo porque nunca pensó que podría llegar a ser un hombre tan horrible y desagradable. Las pocas veces que su cabeza estaba tranquila y podía pensar con claridad, se preguntaba cómo era que sus amigos podían ser tan pacientes con él y haber perdonado todos sus desplantes. Le gustaría poder decirles que no era él mismo, que era otra persona el que decía te odio, cuando Gojo quería decir te amo, pero incluso a él le resultaba difícil concebir el hecho de no tener el control.

Uno de los oficiales se acercó para informarle que ya habían pagado su fianza y podía salir, con la advertencia de que la próxima vez que cometiera un delito similar no tendría tanta suerte. Gojo asintió con la cabeza, quería preguntarle qué había pasado con Nanami, ya que lo último que supo fue que uno de los policías se quedó en el piso para asegurarse de que estaba todo en orden, mientras el otro lo llevó a la estación, pero al final, decidió guardar silencio, temiendo que su pregunta sonara sospechosa.

El oficial le preguntó a otro en dónde estaba el tipo que había pagado la fianza, a lo que le respondieron que esperaban al frente, el hombre se quejó y lo acompañó fuera de la estación. Geto lo recibió con una mirada apática que hizo que Gojo pensara que habría sido mejor llamar a Higuruma para pedirle un último favor. Caminaron en silencio hasta el auto en donde Haibara los esperaba, al igual que Geto, le dedicó un gesto demasiado amargo para su gusto. Gojo se sintió mal por su trato, pero el sentimiento muy pronto se transformó en molestia.

You're Losing Me [GoNana][Jujutsu Kaisen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora