XXIII

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No había pasado ni siquiera una semana desde la última vez que Choso abandonó ese hospital y para su propio descontento ya estaba de vuelta. Era cierto que nadie le pidió que fuera, y que nadie se enfadaría por su ausencia, pero después de despertar de un sueño en el que vio a Nanami dormido en medio de un jardín de flores rojas como la sangre, no pudo fingir que no tenía el presentimiento de que algo grave ocurría y volver a dormir sin más.

Al principio, con su pulso aún acelerado por el miedo, pensó en llamar a Nanami, solo para comprobar como estaba, pero, una vez que logró calmarse, decidió que era mejor preguntarle a Haibara. Sonaba muy alterado y le dio una explicación muy vaga sobre cómo fue que recibió una llamada de la policía en la que mencionaron que Nanami había intentado quitarse la vida, aunque en el hospital les dijeron que fue ingresado por un paro respiratorio momentáneo a causa del hanahaki.

Durante el trayecto, se preguntó si estaba haciendo lo correcto al ir a verlo, después de todo, a lo largo de la semana había ignorado los intentos de Nanami por ponerse en contacto, incluso lo rechazó cuando estuvo en la oficina. A pesar de que no podía dejar de preguntarse qué era lo que Nanami quería decirle, se esforzó por mantenerse alejado porque le preocupaba volver a caer en un lugar que no era feliz, solo por sentir la necesidad de ayudar a alguien que no deseaba ser salvado.

Cuando entró al hospital, un escalofrío recorrió su espalda, se obligó a sí mismo a pensar que se debía a que hacía frío y su sudadera no era lo bastante abrigadora, a asumir lo peor. Haibara y Geto lo saludaron con un abrazo, algo que lo tomó por sorpresa y lo hizo asustarse por un momento, ya que la habitación frente a él estaba vacía. Ellos se dieron cuenta de su error casi de inmediato y le explicaron que solo se habían llevado a Nanami para hacerle estudios.

Sintiéndose más tranquilo y también para distraerse a sí mismo, Choso se ofreció a conseguir café para todos, Haibara lo acompañó y en el camino, hablaron un poco sobre lo que pasó en los últimos días y, en especial, respecto a lo que ocurrió esa noche para que Nanami fuera internado. Choso mentiría si dijera que no estaba feliz de saber que habían arrestado a Gojo. Por desgracia, cuando volvieron con las bebidas, Geto salía de la habitación de Nanami, con una cara de fastidio que le dio entender a Choso que había tenido una mala conversación con el otro.

—Dice que quiere ver a Satoru.

Haibara suspiró negando con la cabeza, mientras que Choso puso los ojos en blanco. Por supuesto, no esperaba que Nanami hubiera cambiado de actitud en tan solo unos días, pero seguía siendo frustrante tener que soportarlo. Tras una breve charla, acordaron que Choso se quedaría para vigilar a Nanami, hasta que ellos volvieran.

Ya que la situación estaba un poco fuera de sus manos, Choso no entró de inmediato, en su lugar, se paseó por los pasillos y bebió su café con tanta lentitud, que se enfrió. Durante su última vuelta, escuchó a una enfermera decirle a otra que los resultados de los análisis del paciente de la habitación ciento veinte ya estaban listos y que buscara al doctor, por lo que pensó que era un buen momento para entrar, porque en caso de que su conversación se pusiera incómoda o muy difíciles, el personal médico entraría a revisarlo y Choso podría excusarse para salir.

—Hola, Kento —saludó Choso deteniéndose en la puerta de la habitación, preguntándose por un momento si su presencia sería extraña para el otro—. ¿Puedo entrar?

El aludido volteó a verlo, había cierta sorpresa mezclada con enojo en su expresión, aunque sus rasgos se suavizaron a los pocos segundos.

—Claro. —respondió con una sonrisa.

Aliviado de no ser rechazado, y quizá un poco demasiado feliz por verlo sonreír, Choso entró a la habitación.

—Si me dejas ser un poco honesto —comenzó a decir Nanami, mientras Choso se sentaba en el banco junto a su cama—. No esperaba verte aquí.

You're Losing Me [GoNana][Jujutsu Kaisen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora