III

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La gente suele decir que el tiempo lo cura todo, pero Nanami no cree que eso sea cierto. La experiencia le ha hecho ver que el tiempo solo vuelve las cosas tolerables, te enseña a vivir con lo que te molesta hasta que comienza a doler menos; algunas veces crees que el pesar desapareció, pero se trata de una mentira, una ilusión que eliges creer porque es difícil continuar de otra forma.

Cuando Gojo anunció su compromiso, Nanami pensó que podía lidiar con eso con el tiempo, del mismo modo que había hecho con todo lo relacionado con su estúpido enamoramiento unilateral.

Creyó que tendría tiempo para acostumbrarse al cambio, que quizás podría intentar conocer a alguien más, lo había intentado varias veces antes, e incluso se atrevía a decir que estuvo enamorado de algunas de esas personas con las que salió; sin embargo, ese enamoramiento era una sombra pálida a lado de lo que sentía por Gojo. Siempre supo que comparar sus sentimientos era la raíz del problema, intentó dejar de hacerlo, fracasó e hirió a otros en el proceso, pero sobre todo, se lastimó a sí mismo.

Entonces, un día despertó con la nariz tan congestionada, que le costaba mucho trabajo respirar. Al principio pensó que era un resfriado, cuando el problema persistió, lo atribuyó a alergias, consiguió un medicamento y siguió con su vida con normalidad. En algún momento, la medicina dejó de funcionar y no tuvo otra opción más que acudir al médico.

En la primera cita, el médico no logró dar un diagnóstico, sin embargo, le ordenó un examen sanguíneo y una resonancia magnética de tórax, que Nanami pensó no realizarse, por el simple hecho de que odiaba tener que gastar su dinero en algo que no tenía contemplado. Para su mala suerte, un par de días después de su visita al doctor, Haibara estuvo en su departamento por la tarde, y mientras Nanami preparaba un bocadillo, su mejor amigo aprovechó para husmear entre sus cosas, como era su costumbre. Obviamente, encontró la receta, le preguntó si estaba enfermo, lo regañó por negarse a hacerse los análisis y lo obligó a agendar un lugar para el día siguiente.

Una semana después de su primera visita, Nanami estaba de vuelta en el consultorio, supo que su diagnóstico era malo cuando el médico suspiró y comenzó a negar con la cabeza.

—Nanami, antes de darle su diagnóstico, tengo que hacerle algunas preguntas un tanto personales, para el registro, así que necesito que sea muy sincero conmigo ¿De acuerdo? —Aunque un poco confundido, él asintió—. ¿Cuál es su marca del alma?

—Mensajes, aparecen en mi brazo cada noche.

—¿Ya has conocido a tu mate?

Nanami apretó los labios.

—En verdad es necesaria esa pregunta —cuestionó intentando no sonar demasiado grosero.

El médico giró en su silla para quedar de frente a Nanami, se quitó las gafas, cruzó las manos y las puso sobre el escritorio, el suspiro que escapó de sus labios, ablandó las facciones de su rostro, haciéndolo parecer mucho más amable, que le hizo saber que iba a darle su diagnóstico en ese momento.

—Estoy intentando decir esto de la manera más suave que puedo, Nanami —el doctor hizo una pausa, el rubio se removió en su silla sintiéndose incómodo—. Tienes la enfermedad de hanahaki, ¿la conoces, cierto? —Aturdido por la noticia, Nanami solo consiguió asentir con la cabeza—. Hice la pregunta sobre tu mate, porque me gustaría conocer el panorama completo antes de proponerte un tratamiento.

Nanami intentó respirar, pero como muchas otras veces, el aire tuvo que entrar por su boca, dejando su lengua seca.

—Sé quién es —dijo, sintiendo un nudo en la garganta, aunque ahora que sabía que había flores creciendo en su pecho, esa frase sonaba más aterradora—. Pero él usa un bloqueo de marcas desde que teníamos dieciocho años, siempre dijo que quería libertad y se acaba de comprometer con otro.

You're Losing Me [GoNana][Jujutsu Kaisen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora