VI

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Dicen que del odio al amor solo hay un paso, y para disgusto de muchos, incluso los soulmates que se juraban amarse hasta el infinito en esta vida y en la que sigue, eran capaces de caer en infidelidad. Todos los días había por lo menos un caso de adulterio que se volvía viral y se convertía en un escándalo; del mismo modo, los crímenes pasionales entre mates se hicieron demasiado comunes y sanguinarios, lo que decía mucho sobre cómo el sistema se estaba cayendo a pedazos.

Gojo tenía sus propios juicios respecto a todo lo que significaba estar atado a alguien más, sin oportunidad de elegir, pero también estaba seguro de que, mate o no, no perdonaría un engaño. Sin embargo, dado lo que había ocurrido la noche anterior, era evidente que algo iba terriblemente mal con él: por un lado, se encontraba muy avergonzado porque sabía que Higuruma no se merecía que lo engañaran en su propia casa, mientras que, por otra parte, se sentía frustrado y seguía pensando en lo cerca que estuvo de obtener un beso de esos labios con los que llevaba mucho tiempo fantaseando.

A Gojo le costó toda la noche darse cuenta de que era algo que había querido hacer durante años. Incluso podría decir que era un pensamiento recurrente que reprimía cada maldito segundo. Disfrazar sus acciones de un afecto amistoso, resultaba fácil, al mismo tiempo una parte de sí siempre estaba luchando por alcanzar eso que deseaba. Para ser honesto, quererlo era una sensación extraña, un sentimiento tan ajeno, que casi parecía que le pertenecía a alguien más. Sonaba ridículo, y de cierto modo lo era, a veces pensaba que si se lo mencionara a otros cómo se sentía, se reirían en su cara, lo que lo volvía un problema que debía resolver por su cuenta.

Quizás podría hablarlo con Nanami, sin embargo, lo dispuesto que estuvo ser partícipe del acto, era un asunto que le preocupaba. ¿Qué pasaría si Nanami, de algún modo, estuviera enamorado de él? Si había una cosa de la que estaba seguro, era que no veía en él a una potencial pareja, y la sola idea de tener que rechazarlo le partía el corazón, Nanami se merecía alguien que lo quisiera y lo amara por quién era, pero Gojo no era esa persona; no solo porque ni siquiera se creía capaz de poner en orden todo lo que sentía por él, sino también porque no podía arriesgarse a que un romance arruinara la amistad que habían construido con mucho cuidado durante años.

Cansado de que sus pensamientos corrieran en círculos, Gojo suspiró, tomó su celular de la mesita de noche, tirando del cable del cargador para desconectarlo de golpe y le escribió un mensaje a la única otra persona que podía darle rumbo a su vida cuando Nanami no era una opción.

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Además de tener su propia marca del alma, Suguru Geto tenía un don extra: era capaz de conocer qué tan intensos eran los verdaderos sentimientos de los demás. Era un talento bastante útil que siempre le había gustado; antes, cuando era pequeño, solía utilizarlo para ganar dinero fácil, sin embargo, en el momento que conoció a su mate, que podía ver el hilo rojo, su habilidad se convirtió en una maldición, pues ahora sabía el vínculo emocional entre dos personas conducirán a la muerte repentina de una de ellas.

Los que lo conocían sabían sobre su habilidad para ver la verdad en las emociones, pero nadie, excepto Haibara, sabía de las sentencias que colgaban por encima de las cabezas de algunos desafortunados como si fueran guillotinas. Por si no fuera lo bastante desagradable ver el destino de cada persona solo por caminar por la calle y no poder hacer nada, dos de sus mejores amigos, para su desgracia, tenían que ser Satoru Gojo, y Kento Nanami; el primero se había vuelto ilegible en cuanto se puso ese estúpido bloqueador de marcas, y el segundo todo el maldito tiempo caminaba en una cuerda floja, que coqueteaba demasiado cerca de los dioses de la muerte.

You're Losing Me [GoNana][Jujutsu Kaisen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora