Estaba el conde ya en bata y listo para meterse en su cama. Esperando esa noche por fin disfrutar del cuerpo de Kate. Ansioso en gran manera, por su mente pasaban todos los pensamientos de lo que planeaba hacerle, y esta vez no se limitaría. Estaba completamente decidido a satisfacer su lujuria, sentía que se la merecería por haberla criado.
Y que era de su propiedad al igual que el título que robó a su hermano.
La recordaba desnuda en la bañera y su cuerpo se encendía de solo saber que en muy pocos instantes la tendría de la misma forma en su cama.
De pronto entran dos desconocidos a su cuarto.
—Quienes son ustedes, quien los dejo entrar? Lárguense de mi cuarto! — dijo el conde
Pero Kevin y Evan se lanzaron sobre él tan rápido y con tanta fuerza que el conde no pudo siquiera gritar para dar aviso.
Se encargaron de llenar su boca de tela y los amordazaron firmemente, pero cuidaron que no dejara marcas. También las manos y el resto del cuerpo sentándolo en una silla completamente inmóvil.
—Te tenemos preparado un espectáculo que sabemos te va a encantar— dijo Evan
Mientras Kevin ya tenía un agujero en la pared del cuarto de Kate para mirar y otro apara embutir un aparato que servía para amplificar los sonidos que capturaba de la habitación de Kate, hacia la de donde ellos estarían.
Luego sacaron al conde con todo y silla y lo llevaron a la habitación del lado de la de Kate y lo acomodaron junto frente a la abertura donde tenía plena visión de lo que allí pasaba.
—Se que sueñas con ver el cuerpo de Kate, ahora te daremos gusto— dijo Evan
—Si señor conde, no te pierdas detalle— dijo Kevin
Y el conde vio entrar a Kate y abrió grandes sus ojos cuando también vio entrar a Black. Trato de moverse furioso por la osadía del extraño entrando en la habitación de la joven sin su permiso.
Y oyó claramente como conversaban, Kate soñaba con el amor y ese intruso se lo declaraba abiertamente. Observaba con odio como Black y Kate se miraban tan apasionadamente y concluyó que el brillo nuevo en los ojos de la joven se debía a que estaba enamorada de ese hombre.
Su respiración estaba agitada por la profundidad de sus celos, cuantos años deseaba hacer lo que ese intruso osaba sin su permiso y por si fuere poco en su propia casa, era insultante.
Y no podía dar crédito cuando Black le proponía sin ningún pudor que sin estar casados disfrutaran de su luna de miel y dejaran para después el casamiento y Kate sin mas aceptaba. Pensaba que se equivocaba y no era esa joven que el tenia sometida por años quien se atrevía a tanto. No podía ser, no era su condesa quien pretendía entregarse en los brazos de ese perfecto extraño y negaba con su cabeza, como si con eso pudiese impedir algo.
Intentó dar vuelta la cara cuando Black comenzó a sacarse su ropa pero los hermanos no lo dejaron, y le partió el alma cuando Kate miraba a Black con ojos embelesados. Porque de esa forma soñaba con que ella lo mirara a él.
No podía creer como ella accedía a todo lo que él le pedía sin ninguna condición, hasta el ponerse de acuerdo de expresar libremente todo lo que sentían con gritos si les nacía. Kate definitivamente era otra, todos sus empeños de someterla con palizas no sirvieron de nada, ahí estaba como una salvaje sin dios ni reglas, dispuesta a todo.
Juró en su mente que si se soltaba los mataría a ambos, cuando observaba como Black recorría esos senos que él tanto ansiaba tocar, y se deleitaba en decir a viva voz la tersura de la piel de Kate, para enfatizar aun mas lo que con dolor veían sus ojos.
Cada suspiro y gemido de placer que daba Kate era una puñalada en su corazón, sentía que le habrían una y otra vez las heridas.
Y sintió un vértigo de muerte cuando Black abrió las piernas de Kate para darle placer con su boca, y el cuerpo de ella se veía completamente excitado.
Y la desolación de escuchar de los labios de Kate que estaba ansiosa por ser tomada por Black.
Su rostro parecía reventar de furia y por el rojo de la sangre que invadía su cara, cuando escuchaba a Black deleitarse a viva voz mientras avanzaba con su sexo abriendo la estrechez virginal de Kate, el tesoro que mas guardaba. Y como ella aun sintiendo dolor le pedía que siguiera porque estaba completamente entregada a Black como jamás lo estuvo para él.
Hasta el crujir de la cama y los movimientos de Black sobre su condesa eran un tormento. Y las lágrimas salían como ríos por sus ojos por los gritos de placer que daba Kate, declarando que toda ella le pertenecía a Black.
Y no podía creer cuando vio como Black mordía a Kate marcándola para siempre como suya y sentía que perdía la razón cuando ellos dos llegaban frenéticamente al orgasmo.
Estaba ahogado en su llanto, sus celos y su furia. Mezclados con el dolor que de una sola vez le dieron el golpe de gracia a lo que sentía por Kate. Tras tantos años de intentar someterla no le sirvieron de nada, ella en cuerpo y alma era de otro. Y el no tenía la fuerza de vivir con eso.
Los hermanos lo obligaron a dejar la nota acordaba. Y lo amenazaron de que si no lo hacía, se encargarían de volverlo loco mirando todas las noches como Kate disfrutaba con su hermano y tras ello, matarían a su única hija que le quedaba viva a Elizabeth.
Lo último no era verdad, pero el conde no podía saberlo. Accedió a escribir su última nota y los hermanos le hicieron tragar el veneno.
Pero ese día la muerte no solo llegó hasta el conde.
En el cuarto pobre de Elizabeth donde la dejó olvidada Henry, dos ladrones entraron en la noche y para robar las joyas que ella tanto lucía, la degollaron sin importarles su embarazo. Y se llevaron todo. Asi acabó la vida de ella junto con el hijo que esperaba.
Se cerraba el circulo de castigo que atrajo el mismo conde por su comportamiento asesino con su hermano y lo inmisericorde con quien debía tratar como una hija.
Cada descarga de odio sobre el cuerpo de la joven que recibió sin merecerlo, terminó por ser vengada, en esa ola de muerte que no dejó rastro ni del conde ni de su descendencia. Y solo quedó Kate.
De todos los hijos la mas despreciada, la mas sufrida, la que nunca disfruto de la fortuna legítima de su padre, el verdadero conde asesinado por su hermano.
Quedo solo viva ella. La legítima heredera.
Y para su paz, quedó el cadáver del conde al lado de su nota.
Mientras los Black salían sigilosos como los lobos feroces que eran en la oscuridad de la noche, tras dejar la muerte por su paso.
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El último tren
Hombres LoboKate West es la hija mayor del conde Thomas West, hombre cruel y machista que obligó a parir siete hijos a su mujer hasta tener herederos varones que perpetúen su apellido. Las cuatro primeras fueron mujeres y los tres últimos varones. Pero tras la...