31.

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Al llegar al hospital lo primero que hicieron fue ir a la recepción para saber en qué habitación se encontraba Saint.

El primero en entrar fue Gulf, ya que las reglas del hospital indicaban que solo podía entrar un visitante por paciente. Vió a su amigo acostado en la camilla con una pierna enyesada y sin pensarlo dos veces corrió a abrazarlo, sintiendo un choque de emociones, entre alivio y preocupación, que le hicieron imposible contener las lágrimas.

— Hola... — Dijo suavemente Saint correspondiendo el abrazo.

Gulf no respondió inmediato, estuvo así unos momentos más antes de apartarse de él y tomar asiento en la pequeña silla que se encontraba al lado de la camilla. Vió a su amigo, completamente apenado.

— Perdón por no estar contigo, de haber sabido que tendrías ese accidente yo-

Saint soltó un suspiro y negó con la cabeza, cortando cualquier lamento que pudiera salir de la boca del otro chico.

— No tienes que disculparte de nada, no tenías forma de saberlo, ni siquiera yo lo sabía — Gulf agarró la mano de Saint y sonrió de manera escasa.

— Par de tontos que somos, ¿eh? —bromeó un poco, logrando hacer que Saint le acompañará en la sonrisa —De todos modos estaré al pendiente de ti mientras te recuperas— Le hizo saber a su amigo, quien borró la corta sonrisa que había logrado sacar.

—Y pensar que todo esto pude evitarlo —Soltó una risa sin gracia, antes de volver a tornarse serio, apagado. Apartó la mirada de Gulf, sintiendo que no podía sostenerla mientras hablaba —Te contaré

—Saint, si no estás lis-

—Creo que estoy listo, necesito sacarlo, Gulf. —su voz sonaba ahogada, cargada de emociones contenidas —Tengo que hablar de lo que pasó, sino, no podré dejarlo ir.

Gulf apretó levemente la mano de Saint, en un intento de reconfortarlo. Saint, sintiendo que su corazón latía más rápido y su mente viaja a ese momento, comenzó.

°•°•°

—¿Acaso te estás oyendo? —Soltó en tono de burla, completamente confuso y extrañado con la información que le había dado su padre.

La relación de Saint con su padre no era la más ejemplar, era fría, áspera, distante y bastante indiferente respecto a qué le importaba o qué opinaba el otro, pero aún así, tenían momentos como este en los que sus opiniones y prioridades chocaban completamente.

—¿En qué siglo crees que estamos? No puedes decidir con quién me caso solo por conveniencia, papá.

— Hijo, son negocios, esto es un trato y se tiene que cumplir, punto. —sus tonos de voz no eran elevados, estaban teniendo una discusión civilizada.

— Son tus negocios ¿Por qué tengo que estar metido en todo esto? —su ceño se frunció por completo, sin intenciones de ceder.

—Te guste o no, es parte de tu patrimonio —se restó de hombros, como si fuera la cosa más obvia del mundo —No puedes simplemente negarte.

—Oh, ¿eso crees? —su tono se volvió retador, y su sonrisa amarga, no le agradaba la idea de sentirse presionado a algo que simplemente no quería.

—Lo sé, hijo —su sonrisa se volvió arrogante al ver que su hijo negaba con la cabeza, poniéndose de pie.

—No tienes ni idea de nada —enfatizó la última palabra, dando por finalizada sus intenciones de seguir en el mismo tema —No me casaré, no por conveniencia, no con alguien que te agrade para tus negocios, si me caso algún día será porque así lo quiero, ¿de acuerdo? Bien.

 I only love you. - Mewgulf.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora