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"Tu peor pesadilla".

Era tiempo de levantarse, la alarma había sonado y me rehusaba a ponerme de pie. Tenía en mi mente aquella frase que había leído antes de quedarme dormida.

Podía afirmar que se trataba de la castaña, si no ¿de quién más? ¿Lia? Pero, ¿cómo había conseguido mi número? Lo peor aún, ¿con qué fin me había escrito? No creo que haya sido para saludar. El pánico no me dejó responderle y es que tampoco pensaba hacerlo, de todas formas, ¿qué le diría?

Pardo se subió a mi cama, como diciendo que debía apresurarme. Me levanté, después de todo había un asunto que arreglar.

El olor de la cocina hacía que mi estómago rugiera. Bajé desesperadamente en busca de lo que sea que estuviera cocinando mi madre.

-¿Mamá? ¿Qué haces vestida así?

Vestía formalmente de color rojo, un vestido ceñido al cuerpo y un peinado elegante. Ni siquiera se parecía a la madre hippie que yo tenía.

-¿Te gusta? Incluso llevo estas -me mostró las zapatillas altas- ¿Cómo te sientes? -tocaba mi barbilla, revisando los daños del día anterior.

-Bien, ¿tienes alguna junta? -los golpes ya no importaban y claramente cuando vestía de manera formal, siempre era por cuestiones de trabajo.

-Así es, una muy importante -un claxón fuera de la casa fue lo que se escuchó- hoy iremos en otro auto, así que compórtarte.

+++

-Por última vez Lalisa, sube al auto -Pardo me ladraba desde el interior.

Resultaba ser que mamá estaba tan encariñada con Pardo que no podía ni dejarlo para ir al trabajo, claro que existían algunas excepciones.

-En serio mamá, no tienes que ir y menos en este auto -miré al chófer- sin ofender -un momento, ¿ese no era el tipo que le abrió la puerta al señor John?

-Te dije que era por cuestiones de trabajo, ¡sube!

-Prefiero no hacerlo.

-¿Te irás en autobús? Porque eso también funciona -acomodó su bolso y Pardo se acostó a un lado- vámonos -rápidamente me escabullí dentro, tampoco dejaría que llegara sola y quien sabe con qué intenciones- ¿por qué todo era tan difícil? -me sonrió y con una mirada al chófer, el auto se movía.

No entendía mucho de lo sucedido, me sentí un poco extraña. Si nadie me conociera creyera que mi madre vestía así de manera usual y éramos tan ricas que teníamos chófer personal. Reí de pensar en tal incoherencia.

+++

Habíamos tomado otra ruta, acción que le avisé con pena a Rosé, me sentía mal por dejarla ir sola después de haberla dejado ayer también. Pero por un día no debía pasar nada ¿cierto?

Después de un corto tiempo, llegamos al estacionamiento. El autobús aún no estaba aquí.

El hombre nos abrió la puerta y bajamos del auto, busqué con la mirada para no encontrarme con alguien que causara problemas.

-Mamá por favor, aún puedes arrepentirte ¿qué piensas hacer?

-Solo quiero hablar de las medidas que tiene este lugar para tratar el bullying -se despidió de Pardo y el hombre subía de vuelta al auto- no tienes que venir conmigo si no quieres, hija.

-Iré -al final, ¿qué otra opción tenía?

Con mala voluntad caminé junto a ella por la escuela, no era casualidad que todo el mundo nos mirara, después de todo yo era la burla en ese lugar. Pero como era de esperarse, no recibí ningún tipo de insulto; al contrario, ni siquiera me miraban a mí. Por alguna extraña razón todo el mundo miraba a mi madre.

Ella ~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora