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Bufé queriéndome burlar de la situación, pensando que tomándolo como una broma estúpida le quitaría seriedad al asunto; sólo quería engañar a mi mente. Pero no funcionó.

Pensé en Rosé. En ese pequeño y al mismo tiempo gran detalle que conformaba su vida. No tenía nada de malo, no era un defecto o un problema que necesitara llevar consigo; pero la vida se encargaba de girar las cosas en su contra. Me enojé con su madre en ese instante, en el porqué la vida se empeñó en darle una mamá con ideas tan absurdas, ideas que dañaban a su hija, ideas que la hacían infeliz, ¿para qué? ¿Ganarse un lugar en el "cielo"? ¿Qué tan bueno era el "cielo" si en vida tenías que sacrificar tu propia felicidad? Me molesté con la vida y con aquella chantajista que en lugar de ayudar a que el mundo fuese menos irritante, lo volvía una razón más para perder la fe en las personas.

¿Y qué era lo que yo haría en esta situación? ¿Qué era lo que otras personas esperaban de mí? No quería seguirle el juego porque era claro que llevaba más ventaja, pero quedarme sin hacer nada no era una opción. Entonces me puse a pensar y a pensar.

Sabía en el fondo que si accedía a su jueguito absurdo no habría forma de dar marcha atrás, pero eso también significaba que esa persona tendría poder sobre mí y no podía permitírselo. Había visto un montón de películas de esta clase con mi madre y todas terminaban mal porque la protagonista decidía seguir el juego, pero yo estaba dispuesta a terminar esta película con la primera escena.

Tenía dos cosas en mente: hablar con Rosé y contestarle a la chantajista. Pero tenía una meta que debía alcanzar cuanto antes: saber quién estaba detrás de la pantalla. Con revelar aquel secreto todos los "juegos" se acababan.

Vaya que la vida en un pueblo era más interesante de lo que creí.

Vaya que la vida en un pueblo era más interesante de lo que creí

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Estaba desayunando sola, mi madre se había marchado y Pardo me miraba con cierta sospecha, como si supiera todo lo que en mi mente divagaba mientras mordía los panqueques.

No pude dormir bien, me la pasé pensando en absolutamente todo. Todo. Como si mi mente hubiera elegido aquella noche para pensar en todo lo que había vivido hasta el día de hoy. Jamás me imaginé que pensar era algo cansado. Me sentía agotada, mis ojos pesaban y mi energía era casi nula. Ni siquiera quería asistir a clases.

Pensé en varias cosas. En el cambio drástico que tuvo mi vida el día que pisé este pueblo. La extraña casa en la que vivíamos y como el pueblo rumoreaba que mi madre era la última pariente viviente de un señor dueño de muchas tierras. En mi madre, pensé mucho en ella; en el ser humano tan grandioso que era y lloré un poco al imaginarme una vida donde no estuviera presente, era todo lo que yo tenía y se me amargó el corazón al pensar que algún día no la tendría a mi lado. Pensé en mi primera amiga, en lo difícil que debía ser su vida al tener que ocultar quien eres todos los días y fingir algo que jamás serás solo por miedo. Rosé no se merecía eso, y ahora alguien parecía serle divertido jugar con su estado. Pensé en las personas que había conocido, en lo mucho que aprendía de ellas y lo bastante que algunas me habían sorprendido.

Ella ~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora