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Ahora sí que mi cuerpo verdaderamente temblaba, jamás había sentido tanto nerviosismo en mi vida, ni aquella vez cuando mamá estuvo a punto de descubrir mi lesbiandad.

Me tocaba el cabello, movía mis manos en exageración y caminaba de un lugar a otro; buscando la salida más rápida de aquel embrollo donde me había metido.

Quería llamarle a mi madre rogándole que llegara cuanto antes y me pudiera salvar para evitar que cualquier catástrofe sucediera. Comencé a jugar con mis manos, entrando en momento de desesperación.

-¿Cómo puedes estar tan calmado? ¿No sabes lo que va pasar? -miré a Pardo con cara de reproche, mientras él se hallaba recostado sobre el sofá.

De repente, comenzó a ladrar.

El sonido de un auto entrar a la propiedad hizo que el corazón se me acelerara de sobre manera. Mierda, mierda, mierda.

Me asomé por la ventana, viendo como Joy salía de su auto convertible, cargando con una gran bolsa de papel; donde las botellas de alcohol sobresalían a simple vista. Eso era demasiado alcohol para dos personas.

-¿Me hago la muerta? -esperé que Pardo me respondiera y entonces, la puerta sonó.

Caminé insegura y respiré hondo, tratando de tranquilizarme yo sola. Era hora de abrir.

-¡Fiesta a domicilio! -Joy entraba cargando con la gran bolsa- ¡Vaya! ¡Este lugar es increíblemente divino! ¿Dónde puedo..?

-Por aquí -caminé hacia la cocina, escuchando las pequeñas patitas de Pardo.

-¡Pero que cosa tan divina! -colocó la bolsa sobre la isla y se agachó hasta el suelo- ¡Eres un pedacito de cielo! ¿Verdad que sí? -le daba mimos.

Me asomé dentro de la bolsa, conté cuatro botellas y confirmé que se trataba de una exageración.

-¿En verdad necesitamos tanto?

-Creo que exageré un poco -se incorporó de nuevo- ¿quieres que compremos bebidas para acompañar o quieres tomarlo puro?

-Tengo jugo de arándano y..

-¡Con eso basta! -me abrazó y me besó sorpresivamente- Anoche tus labios se hincharon un poco, por el alcohol.

-¿Ah sí?

-Me gustaría que pasara de nuevo, para poder besarlos -me miró y no pude evitar sonrojarme.

Pardo ladraba de nuevo. Abrí mis ojos, tal vez mi madre ya estaba en casa. Caminé rápidamente hasta la estancia y me asomé por una de las ventanas. Un auto negro estaba estacionado justo en la entrada. De la parte de atrás salió la castaña y se puso a hablar con quien fuese el copiloto. Segundos después, el auto se iba de la propiedad.

Traía un hermoso vestido color celeste y su cabello suelto, sonreí inconscientemente.

-Joy, debo decirte algo -otra vez me dirigía a la cocina- ¡yo no la invité! Pero ella.. -me miraba confundida.

-¿De qué hablas? -abrió una de las botellas.

-De.. -tocaron la puerta.

-¿Más amigas? -preguntó emocionada mientras caminaba hacia la entrada con la botella en la mano- ¿A quién invitaste? -reía y abrió la puerta.

Del otro lado estaba la castaña, cargando con su bolso y con la cara más enrabiada del mundo.

-Que horrible manera de arruinarme la fiesta.

-¿Fiesta? ¿De qué fiesta habla? -le quitó la botella y me miró- ¿No te dije que no le abrieras?

-¿Qué? ¿Le dijiste que vendría?

Ella ~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora