𝒞𝒶𝓅í𝓉𝓊𝓁𝑜 𝟣𝟤

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—¿Dónde estabas? —casi le grité a Ron tras vislumbrarlo.

—Bueno yo... tomé un poco de dulce de uva así que fui... no me harás decirlo o ¿sí?

—No, no lo haré.

Me relajé un tanto mirando que nadie se percatara de mi inusual interacción con un guardia azul para pasar a mirarlo con profundidad.

—Ron ¿Cómo fue que lograste entrar ese día al festejo de Dante? —pronunciar el nombre de mi hermano menor me provocó un inmenso dolor.

—¿Por qué la pregunta? ¿Has descubierto algo que yo no sepa?

"Tal vez"

—No, pero mira este lugar. Está repleto de fuertes... tú me entiendes ¿no?

—¿Importantes?

—Si, algo así. Todos ellos han venido a festejan el nacimiento de nuestra clase, pero ¿qué hay de los que no lo son? ¿Qué es lo que hacen ellos ahora?

—Tratas de decir...

—Qué si tú entraste, que no evitara que los desertores o rebeldes o todos ellos lo hagan también. Este parece el festín que tanto esperarían destruir ¿cierto?

—Ofi no pasará nada hoy, créeme. Además, yo no entré, pues ya estaba dentro. Portaba un uniforme. Soy un real ¿lo recuerdas?

Suspiré pasando mi mano a la cara observando el gran salón para volver a él.

—Creo que tienes razón. Me parece que me estoy volviendo paranoica como mi padre. Es solo que pasó algo muy extraño hace poco con... —dirigí una mirada a la pista de baile.

—¿Qué sucedió?

—Nada, no. Nada sin importancia, Ron —él se quedó en silencio ante mi renuencia de querer contarle lo sucedido y es que lo que mi mente maquinaba en ese segundo no tenía mucho sentido, sin embargo, debía averiguarlo—. Ya tengo a mi primera víctima -arremetí pronto para quitar la tensión que nos había invadido, así como que eso me daría o no la razón—. Veamos si eres un buen profesor en control del enojo e ira.

—¿De verdad? Quién es, dime —mi mano maleducadamente se estiró hacia mi víctima.

—El general Octavius —coloqué mi mirada hacia él—. Desearía saber por qué no le agrado y espetarle que el desprecio es mutuo.

—En ese caso no habrá problema cuando le mires a los ojos y lo encantes —continuó haciendo señas con sus manos moviendo sus dedos frente a mi cara haciéndome reír.

—En eso estoy de acuerdo contigo. Confió en ti y sé que lo que practicamos funcionará. Después de todo, aceptaste ser mi humano de prueba —eso lo hizo reír.

—Pues yo no te quitare los ojos. Ni a ti ni a ese hermoso vestido que llevas.

Levante mi falda antes de que me sonrojara acercándome al general. Me concentré, respire y miré su rostro, así como Octavius hizo lo mismo.

—Buena velada, General Octavius.

—Buena velada, princesa Ofelia.

—General ¿cree que soy una niña consentida y futura reina débil? responda solo si o no, por favor —de la nada, su copa en la mano se quedó inmóvil, sin embargo, a lo lejos pareció como si yaciéramos inmersos dentro de una simple plática.

—Si —respondió y su rostro se tensó, aunque no estuve segura de si ya había caído en aquella habilidad o no.

—¿Alguna vez le ha hecho daño a mi familia?

I. EN LOS OJOS DE LA REINA ♕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora