𝒞𝒶𝓅í𝓉𝓊𝓁𝑜 𝟣𝟥

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El reloj marcaba cinco y cinco cuando mis pies dejaron la cama. Me había asegurado que nadie radicara en mi periferia y de esa forma, poder salir a hurtadillas de mi habitación para deslizarme por las áreas de servicio. Crucé el gran salón, el cuál lucía impoluto; cómo si dos horas atrás más de un centenar de fuertes no hubieran estado ahí. Avancé hasta mi sala particular de estudio en el que solo existía una tenue luz cercana a la ventana que iluminaba la habitación y cerré la puerta.

—¿Insomnio? —escuché una voz grave emergiendo de la oscura esquina tras adentrarme a la sala. No era necesario girar. Después de todo, yo coloqué en su mano la nota que lo llevó a ese lugar.

—No, y tú.

—Tampoco —contestó Rolan.

Había dejado su uniforme atrás portando en esa ocasión una camisa blanca y delgada arremangada hasta sus codos haciéndole ver tan atractivo, mientras que yo dejaba caer sobre mí, una bata de dormir blanca con mangas largas y cuello redondo, aunque aquello no evitaba que bien pudiera haber incluso pasado por un simple vestido primaveral considerando la temporada.

—Te veías muy linda esta noche —avanzó la voz de entre la oscuridad de la sala hasta la iluminante área en donde yacía—. Siento no haber tenido la oportunidad de decírtelo.

—Me hubiera gustado poder bailar contigo —le confesé.

—Bueno, temo que aquello hubiera sido un tanto extraño con la cantidad de noble rodeándonos ¿no lo crees?

—Pero ahora ya no están.

Mi mano se estiró hasta Ron en la propuesta, sin embargo, su cabeza negó para sorpresa mía.

—No, eso debo pedirlo yo —el turno de que su mano se estirara y con una inmediata sonrisa la acepté.

Fue entonces que la música comenzó a sonar gracias a una caja musical antigua que toda sala posee. Aquel baile en definitiva no fue como los que ejecuté durante la pasada celebración o como aquel que compartimos en la taberna. No, la música era suave incitándonos a dar vueltas por todo el salón que nos perteneció por completo de principio a fin con su mirada fija en la mía.

—Llanos —lo escuché susurrarme.

—¿Perdona?

—Mi verdadero nombre es Rolan Llanos, no Real. Mi madre murió cuando yo era muy pequeño y lo correcto era que fuera al orfanato donde los niños de mi edad van, pero alguna vez escuché cosas nada buenas acerca de ser un foráneo, así que temí y mentí. Fingí haber escapado de la guardia azul y que tras darme cuenta de mi error, volví. Y vaya que recibí una buena lección aquel día —sonrío amargosamente ante el recuerdo que debió invadirle—. Mi espalda aun conserva las marcas de mi error, pero no me arrepiento. Tomé la decisión correcta y esa fue ser desde ese entonces Rolan Real.

—Ron —gesticulé tan levemente por el impacto de su confesión que incluso detuve el baile.

—Sabes, posees los ojos más azules y brillantes que alguna vez haya visto en toda mi vida en alguien —cortó todo aquello que pude espetarle con su mirada intensa observando ya no mis ojos sino mis labios.

Comprendí lo que deseaba hacer, pero supe que él no se atrevería a llevarlo a cabo, por lo que tomé la osada iniciativa.

—Bésame, Ron —sonó como una orden, puesto que mis ojos nunca se separaron de los suyos, sin embargo, no era mi intención encantarle (como él le llama), pues deseaba que aquello entre ambos fuera real.

Con delicadeza, llevó su mano hasta mi mejilla acunándola, mientras la otra se alargó más hacia mi cintura para aproximar más nuestros cuerpos y latidos acelerados, sintiendo como sus labios rosaban apenas con los míos incitándome a querer un poco más de él, llevándome con su mesura a sentir todo y nada a la misma vez hasta que sus labios decidieron presionar con más apremio los míos.

I. EN LOS OJOS DE LA REINA ♕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora