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Tenía algo pesado encima de su cabeza. Hinata gimió en voz baja y levantó una mano para quitarse de encima el objeto en cuestión, pero sólo encontró aire.

Se obligó a abrir los ojos y, en cuanto lo consiguió, se arrepintió. A pesar de que todavía estaba oscuro, intentar fijar la vista la hizo estremecerse de dolor.

Al final, se quedó allí tumbada, haciendo recuento de sus circunstancias. Como por ejemplo que tenía un enorme cuerpo tumbado a su lado, que éste desprendía mucho calor y que ella sólo llevaba puesta la ropa interior.

Se llevó una mano a los pechos y palpó las vendas de lino. Todavía estaban en su lugar, lo que significaba que su esposo no había sido en exceso invasivo y que tampoco se había percatado del tamaño real de sus senos. Claro que a ella tampoco le importaba si lo averiguaba. Al fin y al cabo, ahora era su marido. No podía ocultárselos para siempre.

Cerró los ojos e intentó recordar alguna imagen de la noche anterior, pero no lo consiguió. Lo último que se le venía a la memoria era estar de pie delante de la ventana de Izumi. Y ahora estaba acostada en la cama, con su... esposo.

¿Era válida la consumación pese a que ella no pudiese recordarla? ¿No tendría que haberse quitado más ropa para poder hacer aquello? Izumi y Hana no habían llegado a entrar en detalles tan específicos. Entonces se dio cuenta de que si no se acordaba de nada, probablemente no había sido tan malo como temía.

Sintió tanta vergüenza que notó una opresión en el pecho y se le sonrojaron las mejillas. ¿Qué diablos iba a decirle a Sasuke? ¿Cómo iba a ser capaz de mirarlo? ¿Y si se había comportado como una mujerzuela? ¿Y si lo había decepcionado o si, oh, Dios, su ignorancia lo había molestado?

A pesar del dolor de cabeza y del estómago revuelto, salió de la cama y se estremeció en cuanto el aire frío le rozó la piel. El guerrero desprendía mucho calor y dentro de la cama se estaba muy bien.

Gracias a Dios que no podía verlo. Estaba lo bastante cerca como para saber que Sasuke no llevaba túnica. Y si él... ¿Y si estaba completamente desnudo? Hinata dudaba entre salir corriendo del dormitorio o echar un vistazo bajo las sábanas.

Y mientras seguía intentando resolver el dilema, se dio cuenta de que estaba en los aposentos de Sasuke y no en el que ella había ocupado antes como invitada.

Se tropezó con el vestido de novia, que estaba arremolinado en el suelo y volvió a sonrojarse. ¿La había desvestido él o se había desnudado ella?

Cogió el vestido del suelo y se cubrió de inmediato con la prenda lo mejor que pudo antes de abrir la puerta de la habitación y espiar el pasillo. Se hallaba iluminado por diversas velas medio consumidas y, a juzgar por lo que Hinata podía ver, parecía vacío.

Gracias a Dios.

Salió del dormitorio y corrió hacia el suyo. Se quitó el vestido y se puso un atuendo más cómodo. Pantalones de abrigo, una túnica algo gastada y botas de piel. A pesar de lo mucho que le dolía la cabeza, tenía que despejarse y el único modo que se le ocurría de hacerlo era con una buena pelea.

Sasuke se despertó y se encontró con una cama vacía y una erección en toda regla. Apartó las pieles de un manotazo y, tras soltar una maldición, inspeccionó el dormitorio con la vista en busca de su esposa.

No estaba por ninguna parte, lo que lo puso furioso. Él siempre era el primero en despertarse y recorrer el castillo. Ni siquiera Shisui, que tenía por costumbre levantarse pronto y acostarse tarde, podía adelantarse a Sasuke.

Era el momento del día que más le gustaba, porque así podía disfrutar de su soledad. Mientras el resto dormía, él empezaba la jornada; en ocasiones nadaba en el lago, en otras practicaba con la espada.

Princesa GuerreraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora