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—Si crees que voy a permitirte salir del castillo es que estás loca —le dijo Juugo a Hinata al ver que ésta paseaba de un lado a otro del salón.

Ella cogió el pergamino con los sellos de Shisui Uchiha y del rey. El mensajero lo había entregado apenas una hora después de que Hizashi llegase malherido trayendo consigo la noticia de la captura de Sasuke.

Se volvió nerviosa y fue a hablar con el comandante. Hinata sabía que si no lograba convencerlo, todo estaría perdido.

—Piénsalo bien, Juugo. Piénsalo bien y verás que tengo razón —le dijo al hombre—. No podemos esperar. Yakushi matará a Sasuke. Y si él no lo hace, lo hará mi padre. No lo han capturado para negociar con Shisui. Todo esto es culpa de mi padre y de ese maldito pacto diabólico que hizo con Kabuto Yakushi. Cuando me lo contó, pensé que se había vuelto loco. Habló conmigo después de la boda y me dijo que había encontrado la manera de liberar a nuestro clan de Sasuke. Estaba furioso porque lo había obligado a renunciar al cargo de Laird. Ahora veo que nunca tuvo intención de cederle el título a Itachi cuando sugirió la alianza. Quería casarme con Itachi Uchiha y convertirlo en Laird cuando naciese mi primer hijo. Pero ¿por qué esperar? A mí nunca me pareció que eso tuviese demasiado sentido; mi padre nunca se había mostrado dispuesto a ceder su poder a nadie. Creo que jamás habría permitido que Itachi fuese Laird. Estoy segura de que lo habría asesinado en cuanto me hubiese quedado embarazada. Habría hecho que pareciese un accidente y Shisui no habría renegado de la alianza si yo estaba embarazada de un hijo de su hermano. Por otra parte, Shisui jamás habría podido demostrar la causa de la muerte de Itachi.

—Estás hablando de una conspiración muy elaborada —señaló Juugo, frunciendo el cejo.

—Sé que crees que estoy histérica y que me lo invento porque estoy preocupada por Sasuke, pero tiene todo el sentido del mundo Juugo. Piénsalo, tiene sentido.

—Sí, sí que lo tiene —reconoció él.

—No podemos esperar a que Shisui esté listo para atacar a Yakushi. Necesito que vayas a Neamh Álainn y le cuentes a Shisui mi plan. No sé qué dice en este pergamino. No puedo romper el lacre y pedir que alguien lea su contenido porque entonces echaría a perder mi idea. Pero diga lo que diga, Shisui tiene que cambiar sus planes si queremos mantener el elemento sorpresa.

Juugo negó con la cabeza con vehemencia.

—No voy a dejarte sola, mi señora. Sasuke me arrancará las entrañas y se las dará de comer a los lobos si te dejo seguir adelante con este plan tan descabellado.

Hinata silbó entre los dientes de la rabia que sentía. Estaba tan furiosa y tan increíblemente aterrorizada que apenas podía mantener la calma. Lo único que quería hacer era meterse en la cama hecha un ovillo y fingir que nada de aquello había sucedido. Pero la vida de Sasuke dependía de que ella fuese capaz de salvarlo, e iba a hacerlo aunque tuviese que enfrentarse a todos y cada uno de los hombres de su propio clan.

—¿Prefieres que Sasuke muera mientras esperamos que su hermano reúna a los hombres suficientes para atacar a Yakushi? ¿De verdad crees que Sasuke estará vivo para entonces? Mi padre y los suyos viajan con un herido. El estado de Sasuke los obligará a aminorar la marcha de camino al castillo de Yakushi. Si salgo ahora y cabalgo sin parar, puedo llegar justo detrás de ellos, antes de que tengan tiempo de decidir el destino de mi esposo.

Juugo se pasó una mano por el pelo y se dio media vuelta.

—Mi señora, lo que me estás pidiendo es imposible. ¿Cómo puedo dejarte sola e ir a pedirle ayuda a Shisui? ¿Cómo podré mirar a la cara a Sasuke si os sucede algo a ti o a su hijo? Subestimas su fuerza. No importa que le hayan disparado en la espalda, Sasuke sobrevivirá. Tiene muchos motivos para hacerlo.

Princesa GuerreraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora